La belleza es el estado alfa de la armonía en cualquiera de sus formas, entiendase por armonía aquello que es adecuado de modo similar al de la tecnología, de aquí que podamos afirmar que la belleza es un estado que se puede manifestar en todo lo que es real, y lo que es real es aquello que existe sea que lo conozcamos o no, lo entendamos o no o que sea asimilable para los sentidos o no, es decir, la belleza no es en sí el elemento por el cual se manifiesta, este elemento es un medio pero no es la belleza misma. Para poder hacer una crítica objetiva acerca de la belleza debemos tener en cuenta aquello que la hace mas o menos bella, estos factores son según mi dictamen los siguientes: el grado de armonía producto de la ausencia de errores, las caracteristicas que demostraran que aquello que se considera bello es único de una manera positiva y respecto a las demás cosas con que se pueda comparar, también la fuerza que otorga la abundancia positiva, es decir, no la abundancia mole y engorrosa y por último, lo que aquí denominare como elocuencia.
Un caso que resulta en suma pertinente es el de la música, en la música podemos con sano criterio subrayar la obvia diferencia que hay entre la música y el instrumento, no obstante, esto es solo el principio, podemos entrar a criticar mas a fondo lo que son las leyes que rigen a la música y que la hacen armónica, tal como es el caso de la afinación de los instrumentos, el estudio de lo que es la ciencia de la armonía o el fenómeno de los compases. Luego de hacer notar la diferencia entre la música y el instrumento nos percatamos que estos factores son herramientas cuya razón de ser es acercarnos a la belleza, y es justo aquí donde diferenciaremos lo que es armónico y por lo tanto bello de lo que es el mero orden; sin ánimo de perderme en ejemplos y rodeos, me doy la licencia de presentar otro ejemplo que me parece bastante pertinente y que pasaremos a compararlo con otros casos de la misma naturaleza, observemos como en la literatura se manejan conjugación de verbos, reglas de acentuación, figuras retóricas y elementos de la lógica como las falacias, y que sin embargo estas herramientas no nos convierten ni en escritores ni nos convierten en oradores pero si nos acercan a lo que se ha tomado por bello desde el punto de vista literario; un caso más extremo es el del políglota, quien hablando varios idiomas no tiene, o no por esta facultad tiene la habilidad de decir cosas ciertas, y aceptese o no, pues, que es cierto que nada es mas bello que lo cierto, y que si esto es así, no solo lo falso es feo sino débil en tanto que sea vencido por lo cierto.
Analicémos ahora la elocuencia, que como ya había expresado, es uno de los factores a tener en cuenta a la hora de criticar o de juzgar lo que sea que se vaya a criticar o a juzgar sobre si es bello o no. La elocuencia es tratada formalmente en el género literario que se conoce como oratoria, ésta oratoria tiene como objetivo la persuasión y la elocuencia aplicadas al discurso hablado, en razón de que este no sea innecesariamente lacónico ni extravagantemente extenso, en que lo conciso prime por sobre lo vago y sobrentendido y que si en algún momento hay un comentario o expresión vaga, ésta esté justificada como un recurso retórico, conviene observar el tema de la armonía en relación a la clase y número de ornamentos retóricos que se utilicen, puesto que no hay un número de ornamentos que nos asegure la belleza de un discurso, ora que sean muchos, ora que sean pocos, aún con todo, como ya lo he comentado antes, el orden es una herramienta que nos acerca a la belleza pero no nos la garantiza, y por otro lado, otro factor a tener en cuenta es el tono con que se habla o el ritmo con que se cambia de expresión, pues, esto es un fenómeno que se da espontaneamente en toda plática, momentos en los que el discurso cambia su tono, de una expresión neutral a una expresión sarcástica o de sinceridad o de autoridad o cualquier otra que surja, figuremonos ahora el caso de que si el orador utilizara todas las expresiones mencionadas en un discurso, esto no aseguraría la belleza de su discurso. Otro factor decisivo a la hora de juzgar un discurso son sus argumentos, en relación con los posibles errores de lógica como también los datos en los cuales se apoya la postura que se defiende, como es natural, la verdad será la mejor columna de cualquier discurso que se recite y que como ya lo he expresado antes, esta verdad será bella en relación con la mentira, en razón de que la mentira no puede rebatir a la verdad, porque la verdad es solución y la mentira es error, y es propio de la belleza la ausencia de los errores. Otro factor de los muchos que pueden resultar de este ejemplo acerca de la oratoria en relación con la belleza es el circunstancial, o sea, cuando se dice, donde se dice o a quién se lo dice, pues, todos conocemos frases como «el momento indicado», ciertamente hay casos tan extravagantes de momentos indicados como aquellas situaciones en que una persona se gana la lotería, como momentos inoportunos como aquellos momentos en que las personas pierden su vida en un accidente automovilístico, es, pues, bastante evidente como la belleza se manifiesta por medio de lo que podemos llamar perfección, o mas pomposamente, como un refinamiento de la realidad.
La belleza de las emociones tiene una explicación similar a la de los argumentos en la oratoria, comparemos las emociones intensas como el vértigo con la expresión violenta de los argumentos, esta expresión violenta no agrega ningún peso a la veracidad de lo que se afirma, del mismo modo el vértigo suele ser una emoción intensa pero efimera, sin embargo, no se tome a la ligera estas apreciaciones, la expresión violenta y apasionada de los argumentos en el discurso a veces suele incluso persuadir aunque estos argumentos infrinjan las leyes de la lógica, a más, que suele suceder que esta expresión violenta puede incluso prescindir de los argumentos y persuadir al espectador mas desprevenido, e incluso al espectador diestro en los razonamientos y que cede ante el pathos y la catarsis, de modo similar sucede con la lubricidad, ciertamente la lubricidad es una emoción efimera y que persuade sin otro argumento que su violencia, pero no nos perdamos en moralismos y aceptemos que incluso en la lubricidad hay momentos de intensidad vana, de orgasmos producto sólo del estímulo o del vicio, como es el caso de la masturbación, es lo que podríamos denominar como hedonismo superfluo, por otro lado, es sabido que argumentar no es fácil y que el esfuerzo en argumentar no es algo visualmente impactante como lo es la fuerza física, de aquí que hagamos otra analogía con relación a lo que es entender las verdaderas intenciones de la lubricidad, intenciones que están ocultas a base de la inmadurez emocional de la persona, que no las ve en sí mismo y no las comprende no por negligencia sino por incapacidad, en otras ocasiones estas emociones están restringidas por el sentido común, como por ejemplo las personas que desean amantes mucho más atractivos que ellos y que se resignan o bien se autoengañan al creer que desean a las personas que le son socialmente asequibles, esta falta de entendimiento sobre las emociones es lo que aquí comparo con la falta de virtud argumentativa, la lucidez en este apartado nutre a la belleza y por consecuencia, la vaguedad y la falta de entendimiento es lo que resta belleza tanto al bagaje emocional como a la destreza argumentativa, entonces de aquí que resaltemos lo que en un principio diferencie como abundancia positiva y no una mole engorrosa, entre la emoción violenta y la emoción profunda, y no nos pongamos en posición de defensa en relación a las connotaciones ceremoniales que nos trae a la mente el termino «profundidad», esta no es otra cosa que una visión mas depurada de los fenomenos emocionales, tal como el logos es el pilar de la argumentación, lo contrario sería la estupidez que ralentiza y enloda la visión que a su vez es lo que impide la optima argumentación, sin contar con obviedades como la del datismo necesario para argumentar, sin embargo el mero datismo es insuficiente tanto para la argumentación como para la belleza emocional, el datismo es como quien lee un texto en otro idioma y que no entiende, en relación con la belleza emocional es muy fácil deducir que muchas respuestas acerca de las emociones y de los sentimientos y de la vida misma nos son proporcionadas desde muchos medios desde nuestra infancia, pero que el poseer las respuestas no nos hace mas conscientes.
En el arte es popular la filosofía de transgredir las reglas mediante el dominio de las mismas y de este modo trascender en lo que es el estilo, de aquí que el poder transgredir las reglas propias de un arte lo podamos considerar como fuerza, y es fuerza en relación con la impotencia en la que se ve la brutalidad de no poder hacer lo mismo, también podemos concluir que este trascender no es otra cosa que una respuesta y una ausencia de errores y que por lo tanto este sea el argumento para denominarlo sin duda como un paso adelante en el camino por alcanzar la belleza. Sin embargo y para más contrariedad de este asunto, el hecho de transgredir reglas preestablecidas tampoco nos asegura la belleza, en el ámbito musical, por ejemplo, no siempre son los mejores músicos quienes hacen aportes en lo que respecta a la ciencia de la armonía musical o a los patrones rítmicos o a las formas musicales, y que bien se pueda alcanzar la belleza en este contexto sin transgredir practicamente nada, no obstante, pueden darse ambos casos, el de la innovación, que es parte del estilo, o sea, aquellas caracteristicas que demostraran que lo que se considera bello es único y de una manera positiva y en relación con las demás cosas que se le pueda comparar, y el caso del talento que vendría siendo la expresión de la belleza por medio del intelecto. Otro factor a tomar en cuenta a la hora de criticar cualquier cosa que se tenga por bella es la catarsis, puesto que no necesariamente tiene que haber una catarsis para que algo se considere bello, bien puede ser bello sin inspirar nada, esta catarsis está íntimamente ligada a los intereses de las personas, aunque es bastante obvio que hay temas mas emotivos que otros, este apartado nos trae de nuevo otra contrariedad y es que con catarsis y todo la belleza puede seguir estando ausente, porque los temas, en cuanto al arte se refiere, no son la belleza misma del arte, es lo que en oratoria se conoce como apelar a los sentimientos, no obstante, estos temas son estereotipados con la intención de capturar la esencia de la belleza, sea que se utilicen temas emotivos y la obra sea de gran calidad o sea que utilicen temas emotivos y solo sea un vano intento por alcanzar la belleza, un caso similar es el de las combinaciones de los colores, pues, es bastante congruente pensar que no existe un color más hermoso que otro color, ni que tal combinación de colores es la perfecta, esto no es otra cosa que los recuerdos de combinaciones bellas de colores, normalmente provenientes de mentes maestras, y de que estas combinaciones se inmiscuyan en la sociedad, pero estas combinaciones no fueron bellas sino hasta que alguien con su genialidad las concibió, este mismo caso sucede con la filosofía, la cual se adentra en la cultura popular, al dispersarse por medio de los libros y las películas, las canciones, y frases como «carpe diem» son una pequeña muestra de este fenómeno.
Un caso bastante ilustrativo acerca no solo del equilibrio que posee la belleza y que no es el mero orden, sino también de lo adecuado o inadecuado de los temas es el caso pintoresco de la caricatura: imaginemos una caricatura cualquiera, cuyo personaje tenga una cabeza grande en relación con su cuerpo, ahora imaginemos como es predecible, y que sin ser caricaturistas podamos hacer un esbozo mental de como la belleza se va a manifestar con su equilibrio cuando aparezcan unos ojos enormes y una boca pequeñita, o una manos grandes y unos zapatos descomunales, he aquí un ejemplo de como la belleza se auto equilibra, y resulta muy fácil entonces comprender que cuando esta belleza se manifiesta puede hacerlo de muchas maneras, no obstante puede resultar un poco burdo un ejemplo como el de una caricatura, esta sensación de tosquedad nos viene a la mente porque aún con el equilibrio que hay en la fisonomia de la caricatura hay otros factores que afectan la belleza de la caricatura, esos factores son por ejemplo, la temática, es decir, que una parodia que solo cumple una función de parodia le da un color a la obra un poco informal, como algo que no debe tomarse en serio, pero a este comentario podemos alegar que hay cosas que nos aparecen como serias y que no nos inspiran esta sensación de importancia, lo que viene al caso es siempre la cuestión del equilibrio, o sea, para solventar ese color informal de la obra caricaturesca tendríamos que abarcar un tema mas formal y argumentar el porqué se caricaturiza, ejemplos muy comunes son las caricaturas sobre temas políticos, por lo que en muchas ocasiones en este oficio resultan casos que o bien se salen de las manos de las personas a cargo o cometen errores humanos, pero que humanos y todo pueden resultar brutalmente desastrosos y muchas veces generan conflictos tanto hacia los mandatarios como conflictos entre la misma gente del pueblo, esto argumenta la parodia y enriquece el equilibrio y nos acerca por tanto a la belleza, sin embargo sigue siendo trascendental el factor primero de la imagen, puesto que estamos hablando de un arte totalmente visual, pero he aquí otro punto que nos hablará del equilibrio, pues, el talento del artista debe ir por congruencia con el matiz de sus temas o con el de la voz con que hable, o sea que no viene al caso de que un talento enorme se vierta en unas sátiras, sin embargo y para mas contrariedad que existen y no pienso nombrar los casos, en que pequeños talentos se vierten en grandes cuestiones o se expresan en voces que no les son propias y terminan pareciendo simuladas, esto se conoce como grandilocuencia, sin embargo, a este punto podemos imaginar que la belleza es lo sufientemente basta como para crear canones de belleza que resulten contradictorios, como por ejemplo, las novelas que resultan forsozamente cursis, la música que resulta desaforadamente violenta, las películas en extremo sangrientas y que siendo desarmónicas se pueden considerar hasta cierto punto como bellas, en relación con el grado de belleza al que pueden llegar los otros factores a tener en cuenta a la hora de juzgar este tipo de obras.
En resumen podemos decir que la belleza es el estado alfa de la armonía, esta se autoequilibra dependiendo del medio por el cual se manifiesta, y es tan variable como variable sea el medio por el cual se manifieste, también podemos decir que la belleza no tiene otro sentido que ser armónica al punto de alcanzar su esplendor, tal como cualquier ser vivo que se desarrolle por completo, en los casos que posea un argumento es porque se ha manifestado por medio de la razón o por un medio que conste de alguna parte que sea argumentativa, tal como la belleza tendrá un sonido mientras se manifieste por medio de la música o por un medio que conste de alguna parte que sea sonora, también se puede decir que la belleza puede no excitar a todos y seguir siendo belleza, tal como a mucha gente le es indiferente las obras maestras de la gastronomía, y que lo preciosista resulta de la exageración de un canon de belleza del mismo modo que el orden trata de emular la armonía.
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