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Hugo o de las dimensiones

HUGO.

Bueno, el tema que trataremos hoy es el de las dimensiones.

CELESTINO.

Sí, en eso habíamos quedado, aunque confieso que no tengo una idea clara acerca de que es a lo que te refieres cuando dices “las dimensiones”.

HUGO.

Ahora que lo mencionas, también opino que la etiqueta no es muy descriptiva que digamos.

CELESTINO.

No obstante, me imagino que tienes un discurso bien sustentado al respecto, y con bien sustentado quiero decir que incluyo la fluidez que debe tenerse para que otro individuo se desenvuelva con el mismo virtuosismo que el orador.

HUGO.

Por supuesto, Celestino. Además, quiero aclarar que este tipo de debates no son similares a una exposición, pues, en la que se expone un tema sin esperar una opinión que refute lo expuesto, como podría suceder en una clase de historia, a menos que el catedrático incurra en un error, es decir, que este individuo proporcione una información falsa.

CELESTINO.

Lo que quieres decir es que tu solo has postulado el tema, y que esto no quiere decir que yo no pueda tener razón en mis objeciones, ¿no es así?

HUGO.

En efecto.

CELESTINO.

Sin embargo, quiero retribuir esta intención, pues, pienso que aquí el maestro eres tú, y que es de esperarse que seas tú quien lleva la razón.

HUGO.

Soy maestro por mis aciertos y no por mis errores.

CELESTINO.

Bueno, no importa.

HUGO.

Quiero comenzar con una pregunta, y es la siguiente: ¿qué es un metro?

CELESTINO.

Un metro es una unidad de longitud, y tengo entendido que consta de 100 cm; aunque también entiendo que un metro es un medio de transporte.

HUGO.

Me refería a la unidad de longitud, Celestino. Ahora bien, ¿esta unidad de longitud es similar a la que conocemos como centímetros o el metro es una unidad de longitud y el centímetro es otra cosa?

CELESTINO.

¿A qué te refieres cuando dices que el centímetro es otra cosa?

HUGO.

Es decir, pregunto si el centímetro es una unidad de longitud igual que el metro, o si es posible que el metro sea una unidad de longitud y el centímetro sea otra cosa distinta como un color o un sonido.

CELESTINO.

Indudablemente ambos son una unidad de longitud.

HUGO.

Ahora bien, ¿este metro y este centímetro son iguales al kilómetro o el kilómetro es otra cosa distinta como un color o un sonido?

CELESTINO.

Los tres son unidades de longitud.

HUGO.

¿Y este centímetro, este metro y este kilómetro son iguales al milímetro o el milímetro es otra cosa diferente como un color o un sonido?

CELESTINO.

El milímetro es una unidad de longitud igual que el centímetro, el metro y el kilómetro.

HUGO.

¿Ahora entiendes el término “dimensiones”?

CELESTINO.

Me va pareciendo mucho más entendible, Hugo.

HUGO.

Pues bien, ahora te formulo otra pregunta, ¿la diferencia que hay entre el milímetro y el centímetro no es igual a la diferencia que hay entre el bebé y el niño?

CELESTINO.

Es similar, Hugo.

HUGO.

¿Podemos afirmar que el bebé y el niño son personas o por el contrario es coherente pensar que el uno es una cosa y el otro es otra cosa diferente?

CELESTINO.

Es coherente pensar que ambos son personas, y que difieren es en edad y no en naturaleza, como también es coherente pensar que el milímetro y el centímetro son unidades de longitud pero de distinto valor.

HUGO.

Pues, veras, el asunto es muy simple, vamos a disertar acerca de la idea de que las dimensiones de algo puedan afectar su propia naturaleza.

CELESTINO.

Explícate.

HUGO.

Veras, de lo que acabamos de hablar hemos concluido que las unidades de longitud no han dejado de ser lo que son, aunque varíen en sus dimensiones, es decir, que el milímetro, el centímetro, el metro y el kilómetro siguen siendo lo mismo en esencia, del mismo modo que el bebe y el niño son personas, incluso si este niño se vuelve un adolescente, un adulto o un anciano, ¿no es así?

CELESTINO.

Tú lo has dicho.

HUGO.

Sin embargo, el tema lo he postulado porque en algún momento de mi vida algunas personas me han dicho que ciertos actos que nos parecen de cierta manera pueden ser de otra manera si los concebimos en otras dimensiones.

CELESTINO.

¿Algo así como que un golpe puede ser análogo a una guerra, pues, del mismo modo que el kilómetro no es otra cosa que una serie de milímetros?

HUGO.

En efecto, esa es la cuestión.

CELESTINO.

Entiendo, yo también he llegado a conjeturar ese tipo de asuntos en algún momento.

HUGO.

Ahora que lo mencionas, el caso del golpe y la guerra parece elocuente, aunque personalmente me parece que la guerra es un conflicto, en cambio el golpe no es un conflicto por sí mismo, y aunque se podría decir que el golpe es un ataque y que la guerra es análoga al golpe porque en la guerra hay ataques, habría que tener la premisa de que el golpe se deba a algún conflicto, para así poder concebirlo como una guerra en miniatura. No obstante, se me antoja que el punto que quieres señalar es que un golpe puede llegar a ser mortal, y que esta mortalidad se puede asemejar a la mortalidad de una guerra, ¿no es así?

CELESTINO.

Ahora lo es, en realidad si concebí la idea de que el golpe y la guerra fueran análogos si se analizaban a escala.

HUGO.

Por otro lado, opino que el asunto es que el golpe no es un ataque y por lo tanto no puede ser análogo a la guerra, pero si es cierto que un golpe puede ser mortal, y es inevitable pensar que la guerra no es sino una sucesión de ataques mortales; no obstante, es la intención y el contexto lo que hace que el golpe y la guerra no sean análogos, aunque en ambos casos el resultado sea el dolor.

CELESTINO.

Lo que pasa es que es el golpe si es un ataque, y para lograr que la analogía entre el golpe y la guerra sea mas nítida necesitamos tener la certidumbre de que el golpe se haya propinado con mala intención, puesto que es inverosímil pensar que los ataques de las guerras tienen buena intención, aunque se puede decir al respecto que existe la defensa propia o el contrataque, o también algún tipo de juego brusco.

HUGO.

Quiero hacer el mismo ejercicio que hicimos con las unidades de longitud, pero esta vez con el caso del golpe y la guerra. Podríamos comenzar a figurarnos una situación en la que dos individuos se miren despectivamente, con la clara intención de mostrar su desdén, otra dimensión de este hecho es el de utilizar la violencia verbal, y otra dimensión de esto es la violencia física; en este punto podemos figurarnos que si los siguientes casos son tal y como los he descrito, pues, es verosímil concluir que las dimensiones no han afectado la naturaleza de estos hechos, es decir, que es lo mismo lo primero que lo último. Además, este tipo de casos se nos vienen a la mente porque pueden surgir malinterpretaciones de los hechos, como por ejemplo, que la mirada desdeñosa sea un rasgo genético del individuo en cuestión, o que la violencia verbal se confunda con una expresión desabrida, pues, en relación con este punto podemos figurarnos que no todas las personas se expresan de la misma manera, y que ciertamente existen personas que por su oficio o por alguna otra razón similar se expresan de manera excesivamente urbana, y en relación con el último punto, puedo decir que pueden surgir casos que pueden generar controversia a la hora de catalogarlos como una dimensión de algo como una guerra, como por ejemplo la violencia en la crianza de los hijos, y es que este caso nos recuerda el punto de la intención, que es difícil pensar que en medio de una guerra se este dando una lección de vida y para provecho del individuo que la recibe, aunque esta violencia sea un ataque y la guerra no sea otra cosa que una sucesión de ataques, y es más, quiero agregar que no se puede afirmar tan a la carrera que la violencia intrafamiliar sea una dimensión de algo como una guerra, puesto que la guerra se libra para ganarla y la violencia intrafamiliar no tiene esa finalidad, pues, sea que en realidad se presente un caso de violencia intrafamiliar con fines educativos o que se presente un caso de violencia intrafamiliar con una intención sádica.

CELESTINO.

Yo opino que para afirmar que una cosa es igual en distintas dimensiones tienen que cumplirse dos factores, el del hecho y el de la intención, porque ciertamente un golpe causa un daño y este daño se siente indistintamente de la intención, aunque se pueda objetar que hay golpes de doble filo, que golpean no solo la carne sino también la moral y que la intención es la que puede llegar a vulnerar esta parte interna del individuo en cuestión, pero también es innegable que la intención se queda con un 50% de la verdad, es decir, que no se puede afirmar que la corrección de los hijos por medio de un castigo físico se pueda comparar con una guerra, pues, en relación con el tema de las dimensiones, aunque en ambos caso haya una agresión, y que esta agresión es la causa de un dolor, porque en la guerra hay ganadores y perdedores y en la corrección de los hijos no existe dicha modalidad, aunque si exista un dolor que puede ser igual o superior al de un ataque, y son estos ataques la característica principal de las guerras.

HUGO.

Celestino, ¿y cuáles serían las dimensiones de esta corrección de los hijos sino es algo como una guerra?

CELESTINO.

Ahora que me lo preguntas se me ocurre que debe ser algo como la ley del estado, o como la educación en los planteles educativos, ¿no lo crees así?

HUGO.

Sí, me parece muy elocuente tu dictamen.

CELESTINO.

Otra dimensión mas pequeña de este caso puede ser la agricultura.

HUGO.

Me parece un poco inexacta tu respuesta, pero se entiende.

CELESTINO.

Quiero señalar algo que en primera instancia parece obvio pero que en este contexto es fundamental, y es que puede existir un engaño, es decir, si anteriormente hemos dicho que para dictaminar si algo como un golpe es lo mismo en todas sus dimensiones, pues, hay que tener en cuenta no solo el hecho del golpe sino también la intención, y es consecuente pensar que se puede caer en un engaño, y este engaño nos interesa desde el momento en el que influye en la conclusión de nuestros razonamientos; no obstante, podemos seguir nuestro escrutinio y concluir que incluso con el engaño puede que dos cosas de distintas dimensiones no sean lo mismo, porque en relación con nuestro ejemplo del golpe y la guerra, habría que incluir la sucesión de ataques y la competencia en la que necesariamente hay un ganador y un perdedor. Además, hay que tener en cuenta que no en balde hice esta apreciación, puesto que es verosímil la idea de que en una guerra un bando engañe al bando contrario para infligir un ataque y, análogamente, no es descabellado pensar que la violencia intrafamiliar posea una modalidad similar, en la cual se utiliza un engaño o un pretexto para infligir un ataque.

HUGO.

Muy bien, y ahora te hago la siguiente pregunta: ¿no crees que un error grande sigue siendo tan erróneo como un error pequeño?

CELESTINO.

Sí, y eso me recuerda aquello que te comenté acerca de que eres tú el maestro, es decir, aunque tu opinión es “grande” en relación con mi opinión, tú puedes llegar a cometer una falacia tan simple como la que yo podría cometer. También me figuro que en este caso pueden contarse los errores históricos, las falacias cometidas por los grandes pensadores, los principios éticos de la sociedad que se vuelven reprochables desde el punto de vista de la filosofía o las ideologías políticas contraproducentes; concibo, pues, que en este caso las dimensiones son de una naturaleza muy diferente a las de las unidades de longitud, y asimismo, también me imagino que un factor como el tiempo puede llegar a formar la dimensión de una idea, e igualmente se sobreentiende que este tamaño es figurado y, por consiguiente, se puede hacer una comparación con otros razonamiento de poca importancia, en cuya comparación ambas ideas quedan en igualdad de condiciones y solo queda el dictaminar cual es falaz y cual es correcta. Por otro lado, aclaro que no estoy incitando a un escepticismo caprichoso, pues, sinceramente pienso que es congruente el pensar que una idea no se plasma en la consciencia colectiva por pura casualidad, pero es sano sospechar de este tipo de razonamientos, y del mismo modo es sano sospechar sobre la veracidad de un razonamiento cuya fuente es dudosa, pero siendo filósofos, no es viable suponer que la verdad deba su veracidad a la fuente de la que es producto sino a su propia lógica, por ende, para dictaminar sobre la veracidad de un razonamiento es necesario transgredir esa dimensión ilusoria tanto del pensamiento “grande” como la del pensamiento “pequeño” y juzgarlos equitativamente y en razón de la verdad y no en razón de sus dimensiones.

HUGO.

Opino que lo que acabas de decir es algo complejo de imaginar, es decir, el tamaño de los pensamientos filosóficos, pues, muy contrario al caso de un golpe, cuyas dimensiones se pueden medir en relación con el dolor o el daño que cause; y opino que dichos tamaños no existen sino en el mundo del prejuicio, porque un argumento tiene solo dos dimensiones, estas son la verdad y la mentira. Esta impresión de tamaño en los argumentos proviene de la importancia de dicha verdad y de otros factores como la antigüedad, pero si adoptamos una actitud autómata podemos figurarnos que cualquier razonamiento que el hombre pueda concebir puede ser o cierto o falso y, por lo tanto, todos estos razonamientos son iguales ante los ojos de la filosofía, aunque sea muy distinto en otros contextos, y sin embargo, opino que tampoco es irracional que esto sea así, puesto que cualquier cosa que nos interese tenderá a verse en una dimensión mas dilatada que el resto de los asuntos que tenemos en mente.

CELESTINO.

Hugo, ¿estas de acuerdo cuando digo que el camino no es otra cosa que una dimensión de un paso?

HUGO.

Estoy de acuerdo.

CELESTINO.

Hugo, ¿estás de acuerdo cuando digo que un brazo es una dimensión de la mano, y que la mano es a su vez una dimensión del dedo, y que este dedo es a su vez una dimensión de la uña?

HUGO.

Sin duda.

CELESTINO.

Hugo, ¿estás de acuerdo cuando digo que la gota es una dimensión del mar?

HUGO.

Totalmente de acuerdo.

CELESTINO.

¿Qué piensas si te digo que la hoja es una dimensión del árbol?

HUGO.

Que suena concebible.

CELESTINO.

¿Y si te digo que el planeta es una dimensión del universo?

HUGO.

Te diría que es una idea plausible.

CELESTINO.

Hugo, ¿no te parece que la hora es una dimensión del año?

HUGO.

Bueno, pienso que el tiempo es una convención abstracta e inevitablemente necesaria en la sociedad en la que vivimos, sin embargo, creo que tu idea es totalmente racional.

CELESTINO.

Lo que intentas decir es que mi idea es correcta o verosímil, aunque haya un punto de vista ambiguo y/o abstracto en relación con una parte del enunciado, y que este punto de vista en realidad no tenía nada que ver con nuestro debate, ¿no es así?

HUGO.

En efecto, además, quiero agregar que, aunque este punto de vista es abstracto, tu idea no se disloca en ningún caso, es decir, ya sea que tomemos el tiempo como se toma generalmente o que lo tomemos como una convención abstracta y necesaria en la sociedad.

CELESTINO.

¿Estás insinuando que el tiempo no existe?

HUGO.

Opino que hablar al respecto sería cambiar de tema de una manera bastante abrupta, sin embargo, opino que lo que llamamos tiempo no es otra cosa que sucesos, pues, cuando decimos “ha pasado mucho tiempo”, en realidad nos referimos a que han sucedido muchas cosas, indistintamente de su importancia, ¿no lo crees así?

CELESTINO.

Creo lo siguiente: en primera instancia te podría responder que no es así como lo explicas, porque bien podrían pasar muchas cosas en poco tiempo o pocas cosas en mucho tiempo, pero si lo pienso con calma, se me viene a la cabeza un ejemplo como el de los latidos del corazón, es decir, que partiendo de esta idea podemos figurarnos que estos latidos serán muchos más en relación con el tiempo que transcurra, y es mas factible pensar que han transcurrido mas sucesos, como el de los latidos del corazón, que afirmar que ha pasado más tiempo, el cual no lo podemos señalar porque no lo podemos ver, y esto es debido a que no existe como tal, y en contraste, es congruente pensar que en efecto han sucedido estos latidos del corazón puesto que no estamos muertos.

HUGO.

Yo agregaría que en efecto estos eventos suceden, que uno sea testigo de ello o no es distinto, pues, lo digo por tu comentario acerca de que pueden suceder muchas cosas en poco tiempo o pocas cosas en mucho tiempo, además, lo digo también porque me parece que el ejemplo de los latidos del corazón tiene una apariencia algo artificial.

CELESTINO.

Posiblemente.

HUGO.

Celestino, ¿crees que la humanidad es una dimensión del reino animal?

CELESTINO.

Si te dijera que sí, pensarías que siempre lo he pensado y no es así, pero ahora que lo preguntas, y en este contexto, me parece una idea razonable.

HUGO.

¿Crees que el reino animal es una dimensión del reino vegetal?

CELESTINO.

Esta opción me parece un poco mas abstracta, no obstante, sigue siendo razonable en este contexto.

HUGO.

¿Y qué me dices de los reinos protista y monera?

CELESTINO.

Por eso decía que esto es algo abstracto, porque ahora que hablamos de estos reinos, pues, se me ocurre que la idea es viable hasta que entra algo como el reino vegetal, es cual no tiene una similitud aceptable en relación con lo que podrían ser sus otras dimensiones, porque incluso podríamos decir que una bacteria es una persona en miniatura, pero el factor que hace más abstracta la comparación entre los seres humanos y el reino vegetal es algo tan básico como el movimiento, el cual existe incluso en el reino protista, pero no existe en el reino vegetal, y si existe, es de una manera abstracta. No obstante, la gravedad del término dimensiones puede que sea la respuesta, es decir, que no es tan inverosímil pensar que el reino vegetal es una versión a escala de la humanidad desde el momento que hemos aceptado  que el planeta tierra es una versión a escala del universo, y aun con todo, surge otro factor a tener en cuenta, ese factor es la parte, y es que podríamos también decir que un grano de arena es una dimensión de la playa, y que la parte es en esta caso idéntica al total, o a su dimensión más elevada; este característica es la que hace que nuestra comparación entre el reino vegetal y la humanidad sea abstracta, como ya lo he mencionado, por un factor tan simple como el del movimiento. También es conveniente señalar que en este punto puede surgir una ambigüedad entre el término parte y el término dimensión, y lo digo por el ejemplo del grano de arena y la playa, pues bien podríamos decir que el grano de arena es una parte de la playa como también podríamos decir que el grano de arena es una dimensión de la playa, y pues, de este caso podemos decir que el grano de arena tiene la misma apariencia y el mismo comportamiento que el total o su dimensión mas elevada, lo que contrasta con el caso de la humanidad y el reino vegetal, pues, en relación con su comportamiento, o mas exactamente con la cualidad del movimiento, el cual, como dijimos, se encuentra en el reino animal, en el reino protista y en el reino monera, y aun con todo, podría apelar a la gravedad del término “dimensión”, y argumentar que el caso del grano de arena y la playa no cuenta con una amplitud de dimensiones suficientes para que surjan el tipo de diferencias que surgen en casos como el de la ley del estado y la crianza de los hijos, o como las diferencias que surgen en el caso del reino vegetal y la humanidad, y es que puedo objetar que en el caso de la crianza de los hijos, pues, en relación con el caso de la ley del estado, existen leyes implícitas , y que esta mismas leyes existen a escala en la sociedad, solo que las leyes de la crianza de los hijos normalmente provienen de los padres y las leyes del estado provienen de la historia de la humanidad, y podemos figurarnos que existen muchas diferencias entre las leyes que se le imponen a un infante a las leyes que rigen la sociedad, del mismo modo que existen diferencias entre el reino vegetal y la humanidad, y es más, podemos decir que las leyes que rigen la crianza de los hijos y las leyes que rigen la sociedad son leyes, valga la redundancia, y asimismo, el reino vegetal y los seres humanos son seres vivos, y contando con esta columna vertebral, podemos concluir que es la transposición de dimensiones lo que crea estas características tan particulares, o si se quiere, dispares.

HUGO.

Celestino, ¿crees que la máxima dimensión de la calma personal es la paz colectiva?

CELESTINO.

Tú lo has dicho.

HUGO.

¿Podrías concebir que una dimensión de la paz es el caos?

CELESTINO.

No lo creo, además, pienso que son este tipo de discrepancias las que nos han inspirado este debate.

HUGO.

¿Se puede afirmar que una dimensión de la luz es la oscuridad?

CELESTINO.

No lo había tomado de esa manera, a mi parecer es una pregunta bastante retorcida, además, pienso que lo correcto hubiese sido preguntar si lo contrario de la luz es la oscuridad, pero me parece que el caso encaja en ambas preguntas, es decir, que en efecto lo contrario de la luz es la oscuridad y, posiblemente, una dimensión de la luz sea la oscuridad, pues, en su más pequeña dimensión.

HUGO.

¿Y no te parece que es más coherente pensar que una dimensión de la luz es la oscuridad cuando piensas que una dimensión de la genialidad puede ser la estupidez?

CELESTINO.

Mi respuesta es la misma, o sea, parece ambiguo, inadecuado, pero creo que al fin de cuentas tu pregunta encaja; es decir, podría objetar que lo correcto hubiese sido preguntar si lo contrario de la genialidad es la estupidez, pero pienso que el asunto de las dimensiones encaja inevitablemente, por ejemplo: a un genio grande lo sucede un genio mediano, y a un genio mediano lo sucede un genio pequeño, y así sucesivamente hasta llegar a la estupidez, cada sucesión se puede considerar una dimensión, pues, del mismo modo que lo entendimos con las unidades de longitud, y en este caso en particular la dimensión mas pequeña sería la estupidez y la dimensión más grande sería la genialidad, ¿o qué opinas tú?

HUGO.

Es justo ese el quid del asunto, porque mira que intentábamos averiguar si algo es una misma cosa en todas sus dimensiones para rastrear algún posible error, pero mira el giro que ha tomado nuestro debate, ahora resulta que si uno recorre todas las dimensiones de una cosa en cuestión puede encontrarse no con lo mismo sino con lo contrario, a modo de antónimo.

CELESTINO.

Ahora quiero yo hacer la siguiente pregunta, ¿puede la verdad ser una mentira en alguna de sus dimensiones?

HUGO.

No lo creo, o a menos que la susodicha verdad no sea verdad, que sea tal vez una falacia, un malentendido, una suposición o una generalización y, además, no creo que las verdades tengan dimensiones, aunque en la vida  me ha pasado que he tenido una respuesta correcta acerca de algo y esta respuesta se ha vuelto mucho mas real con el tiempo, no obstante, no creo que pueda afirmar que esto se pueda considerar como una dimensión. Ahora bien, Celestino, respóndeme con franqueza, ¿es cierto o no que tu y yo estamos hablando?

CELESTINO.

Es cierto.

HUGO.

¿Y puedes concebir que desde otro punto de vista tu y yo no estemos hablando?

CELESTINO.

No, inconcebible.

HUGO.

Entonces si tenemos en cuenta que es verdad que tu y yo estamos hablando, podemos figurarnos que esta verdad no puede ser variable, es decir que no hay una dimensión en la que estemos hablando más, o una dimensión en la que no estemos hablando, además, recordemos que este caso se trata es de saber si la verdad tiene dimensiones, y no se trata de saber si el hecho de hablar tiene dimensiones, porque en este segundo caso, podríamos decir que una dimensión de nuestra conversación es la conversación de todas las personas del mundo, la conversación que estas personas están teniendo en este mismo momento en diversas parte del globo, y reitero, no se trata de saber si nuestra conversación tiene otras dimensiones, sino que se trata de saber si la verdad tiene otras dimensiones, ahora bien, ¿cuál verdad?, la de que es cierto que tu y yo estamos conversando.

CELESTINO.

Ya me parece que la verdad no es algo que pueda tener dimensiones, tal como las unidades de longitud; es decir, la verdad es algo totalmente inmutable, indiferentemente de su importancia, pues, siempre y cuando esta verdad sea verdad.

HUGO.

Me parece que es necesario un ejemplo mucho mas simplista para poder explicar mas nítidamente nuestra conjetura, y para ello quiero utilizar un ejemplo matemático, el cual es el siguiente: si estamos de acuerdo en que 2+2 es 4, pues, y tenemos la certidumbre de que 2+2 no es 5, 6, o 7 o cualquier otra suma, podemos imaginar que otra dimensión de esta operación matemática sería, por ejemplo, 22+22, y si estamos de acuerdo en que 22+22 es 44 y no 45, 46, o 47 o cualquier otra suma, podemos figurarnos que estamos delante de una verdad, aunque en el caso de las matemáticas es mas elocuente decir que esto es un resultado correcto y no una verdad, y sin embargo, podemos concluir al respecto que lo correcto y la verdad son cuestiones análogas. Ahora bien, si estamos de acuerdo en que ambas operaciones y ambos resultados son lo mismo en esencia, pues, con la diferencia de sus dimensiones, podemos afirmar que no hay discrepancias en la transposición de dimensiones, puesto que es innegable que 2+2 sea 4, tal como es innegable que 22+22 sea 44, por lo que se deduce o se vuelve a comprobar que la verdad es inquebrantable, pues, siempre y cuando esta verdad sea verdad. No siendo suficiente el caso anterior, podemos volver a cambiar de dimensión a la suma que teníamos en un principio, la cual era 2+2, y que termino siendo 22+22, pues, por necesidad y elocuencia para nuestro debate, esta suma deberá transponerse a su siguiente dimensión, la cual podría ser 200+200, no obstante y entre paréntesis, opino que estas dimensiones podrían variar, tal como varían las unidades de longitud, y bueno, evidentemente el resultado de la operación matemática en cuestión, es decir, 200+200, será necesariamente 400. Ahora bien, quiero volver a hacer el recorrido de las operaciones matemáticas e ilustrarlas con las unidades de longitud para entender de una manera mucho mas concreta lo que estoy explicando: la operación matemática “2+2” puede ser análoga a los milímetros, consecuentemente, la operación matemática “22+22” puede ser análoga a los centímetros, y la operación matemática “200+200” puede ser análoga a los metros, y así sucesivamente.

CELESTINO.

Entiendo, pero te pregunto, ¿cómo transponemos este ejemplo al caso que estamos tratando?, porque es que me ha quedado claro la analogía entre las dimensiones de las unidades de longitud y las operaciones matemáticas, pero no me ha quedado del todo claro como podemos aplicar estas dimensiones a la verdad.

HUGO.

Antes que nada, quiero aclarar que este caso se puede tergiversar, porque en este momento te podría decir que tal cosa es verdad o mentira de acuerdo a sus dimensiones, pues, señalando las dimensiones de alguna cosa de que trata x o y afirmación, pero no estaría hablando de la verdad en sí, sino de algo que existe dentro del enunciado; no obstante, creo que el ejemplo de las operaciones matemáticas no es insuficiente, pienso es que falta una parte de la argumentación con este ejemplo, y es la siguiente: si tenemos la certidumbre de que 2+2 es 4, y transponemos esta operación a su siguiente dimensión, el resultado será inevitablemente correcto, pero si tenemos una operación que es, por ejemplo, 2+3 y afirmamos que el resultado de esta operación es 4, y fuera de eso la transponemos a su dimensión mas próxima, pues, es inevitable que el error también se transponga.

CELESTINO.

¿Entonces es cierto que la verdad no tiene otra dimensión que las dimensiones que pueden tener las cosas o sucesos de que trata dicha verdad?

HUGO.

Eso parece, no obstante, también quise decir que si tratas sobre las dimensiones de las cosas o sucesos que componen una afirmación, y en su dimensión natural esta afirmación posee algún error de lógica o de expresión, o de algún tipo de información errónea, pues, este error se transpondrá a la dimensión requerida, como lo expliqué con el ejemplo de la operación matemática, pero para ilustrarlo de una manera más idiomática para la filosofía, pues, quiero exponer el siguiente ejemplo: “dos perros están peleando y se están mordiendo las alas”, bueno, esta afirmación es falaz puesto que es sabido que los perros no tienen alas, y yo creo que estamos totalmente de acuerdo en ello, aunque hay un punto que queda pendiente y es el de las metáforas, no obstante, si se tratase de una metáfora habría que tener en cuenta que ya no sería una falacia, y sin embargo, las metáforas son figuras literarias que no se pueden considerar falacias por sí mismas puesto que no significan lo que predican, pero si se podría juzgar de una manera lógica el verdadero significado de la metáfora, es decir que aunque la metáfora en sí no puede ser falacia, el significado detrás de la metáfora si puede ser falaz. Y bueno, otra dimensión del enunciado de los perros podría ser el siguiente: “dos hombres están peleando y se están partiendo las alas”, y pues, como era de esperarse, la falacia se ha transpuesto, puesto que es sabido que los hombres no tienen alas, y pues es innecesario volver a repetir que existe una posibilidad de que esta falacia sea en realidad una metáfora, pero ya he explicado ese asunto.

CELESTINO.

Quiero concluir de una vez por todas que la verdad no tiene dimensiones.

HUGO.

Eso parece.

CELESTINO.

De esta afirmación me surge una duda, y es la siguiente: ¿qué cosas tienen dimensiones?

HUGO.

Buena pregunta, ahora me da la impresión de que debimos formular esta pregunta desde el principio. Pues bien, opino que las cosas que tienen dimensión son todas las cosas que se pueden aumentar y disminuir, por ejemplo: si tengo un dibujo de un círculo, este círculo que tengo dibujado es el mismo círculo que veo en el sol, pues, visto desde la tierra, porque sabemos a ciencia cierta que el sol tiene una apariencia esférica, y esto es una aumentación abstracta, porque el círculo no es el sol ni el sol es un círculo, pues, el círculo es un círculo y el sol es el sol, pero si nos referimos a la forma en sí, ambos son círculos de distinto tamaño; y bueno, en relación con esa parte de mi respuesta que dice “y esto es una aumentación abstracta”, pues, creo que ya hemos hablado al respecto, es decir, acerca de las diferencias que resultan de la transposición de dimensiones, y sin embargo, me parece necesario dictaminar que estas transposiciones de dimensiones deben explicarse individualmente, y no de manera automática, como sería en el caso de las matemáticas.

CELESTINO.

Lo que entiendo es que el circulo tiene dimensiones desde el momento en que podemos dibujar o concebir círculos de diversos tamaños, hasta llegar a concebir un círculo del tamaño del sol y, además, entiendo que el asunto no es que el círculo sea una dimensión del sol, sino que la forma del sol es un círculo a escala, ¿no es así?

HUGO.

Efectivamente.

CELESTINO.

¿Entonces te parece que es correcto afirmar que el libro es una dimensión de la biblioteca?

HUGO.

Sí, me parece correcto, no obstante, quiero objetar que ya he dictaminado que cada caso debe analizarse por separado, sobre todo por las particularidades que resultan de la transposición de dimensiones. En este caso dichas particularidades son mínimas, con la excepción de que cada libro es distinto.

CELESTINO.

¿Crees que es correcto afirmar que un cabello es una dimensión de la cabellera?

HUGO.

Sí, creo que es correcto.

CELESTINO.

¿Crees que una persona es una dimensión de la sociedad?

HUGO.

Así lo creo.

CELESTINO.

Hugo, quiero retomar el ejemplo del dibujo del círculo. Pues, veras, me he figurado que, si pongo este dibujo de cara al sol, puedo encajar su figura con la figura del sol, de modo que ambos círculos se alineen como si fueran del mismo tamaño. Y esto me ha inspirado un caso similar, y es el siguiente: levanto mi mano de frente a un edificio, el cual se encuentra a una distancia considerable, luego cierro el puño y levanto mi dedo índice, y lo ubico de cara al edificio, y pues, se deduce que la figura del dedo y la figura del edificio es la misma, y me parece necesario explicar que no estoy afirmando que el edificio sea una dimensión del dedo, sino que la figura del dedo y la figura del edificio son las mismas pero en distintas dimensiones. Este mismo ejercicio del dedo y el edificio puede tener otras acepciones, una de ellas radica en cambiar el dedo por el antebrazo, y pues, se deduce que el resultado es el mismo, es decir, que la figura del antebrazo y la figura del edificio en efecto son las mismas, pues, con la diferencia de sus respectivas dimensiones. Y asimismo como acabo de exponer la acepción anterior, podemos figurarnos que sucederá lo mismo si cambiamos el antebrazo por una pierna o por el cuerpo entero, de lo que se concluye que estamos hablando de la misma figura, pero en distintas dimensiones, y a esta figura la llamaré de momento “línea recta”. Por otro lado, y retomando el caso del dibujo del circulo, pues, quiero afirmar que este círculo es un círculo tanto en el dibujo como en la forma del sol, y nunca una línea recta, y esta línea recta es una línea recta tanto en el dedo, como en el antebrazo, como en la pierna, como en el cuerpo entero y como en el edificio, pues, no es aceptable afirmar que el edificio sea un círculo desde ningún punto de vista, aunque hayan objetos con formas circulares y objetos con formas de “línea recta” que posean el mismo tamaño, por ende, es sensato deducir que el tamaño, es decir, la dimensión, no afecta la forma, o que lo que es círculo será círculo en todas sus dimensiones y lo que es línea recta será línea recta en todas sus dimensiones.

HUGO.

Celestino, creo que es inevitable hablar sobre las partes del cuerpo en este apartado, sobre todo lo que concierne a la vanidad y a la sexualidad, ¿no te parece?

CELESTINO.

No lo había sospechado, pero creo que el tema se ha presentado por sí solo. Quiero agregar y/o reiterar, que la calidad de la filosofía no depende de su temática, y que no tomo a mal tu propuesta, a sabiendas que la sexualidad es un tema de interés general, aunque intimista, claro está, y pues, te escucho.

HUGO.

Bueno, volviendo retomar aquello que hemos denominado “línea recta”, quiero hacerte la siguiente pregunta: ¿crees que la forma de un dedo se puede denominar como “línea recta”?

CELESTINO.

Sí.

HUGO.

¿Crees que la forma de un brazo se puede denominar como “línea recta”?

CELESTINO.

Sí.

HUGO.

¿Crees que la forma de una pierna se puede denominar como “línea recta”?

CELESTINO.

Sí.

HUGO.

¿Crees que la forma de un pene se puede denominar como “línea recta”?

CELESTINO.

Sí.

HUGO.

¿Y crees que la forma de un edificio se puede denominar como “línea recta”?

CELESTINO.

Sí.

HUGO.

¿Estás de acuerdo en que todas estas cosas tienen la misma forma pero distan en sus dimensiones?

CELESTINO.

Estoy totalmente de acuerdo.

HUGO.

¿Piensas que la forma de un cuello se puede considerar como una “línea recta”?

CELESTINO.

Sí.

HUGO.

Celestino, ¿acaso piensas que la forma de un cuello se asemeja a la forma de un brazo?

CELESTINO.

No, inconcebible.

HUGO.

¿Piensas acaso que un dedo no es largo porque no mide lo mismo que una pierna?

CELESTINO.

No.

HUGO.

¿Por qué?

CELESTINO.

Bueno, pensándolo detenidamente, creo que un dedo mide lo mismo que una pierna, solo que miden lo mismo en distintas dimensiones, o si sus medidas no son iguales desde este punto de vista abstracto, pues, seguramente serán muy similares.

HUGO.

¿Y eres consciente de que un pene no va medir nunca lo que mide una pierna y, sin embargo, tanto el pene como la pierna tienen la misma forma de “línea recta”?

CELESTINO.

Soy consciente de ello, además, creo que la respuesta para este punto es la misma que te acabo de dar, es decir, el pene y la pierna miden aproximadamente lo mismo, solo que en distintas dimensiones.

HUGO.

¿Crees que el pene, la pierna y el edificio miden lo mismo o aproximadamente lo mismo pero distan en sus dimensiones?

CELESTINO.

Eso es lo que creo.

HUGO.

Yo también opino lo mismo y, sin embargo, esto me recuerda el periodo de vida de ciertos animales como el de los perros, de lo que deduzco que ellos viven su infancia, su adolescencia, su adultez y su ancianidad a una velocidad distinta a la de nosotros; y te preguntaras, ¿cuál es el punto?, pues, verás, creo que uno debe tener claro que es lo normal y que es lo anormal, y habiendo dicho lo anterior podemos suponer que es anormal que los perros vivan 70 años, y en contraste, es normal que las personas vivan aproximadamente 70 años, teniendo esto en cuenta podemos reflexionar acerca del tamaño de los dedos, de las piernas, del cuello o del pene, en relación con las medidas que posea la mayoría de la gente. Y esto no quiere decir que yo ignore la importancia de las excepciones, como es el caso de la inteligencia, pues, es totalmente creíble que todas las personas piensan, pero no es creíble que todas las personas sean genios y, pues, esto mismo suele suceder con los atributos físicos; sin embargo, creo que hay algunos puntos que aclarar, por ejemplo, ¿la forma de la cabeza humana se te asemeja más al sol o al edificio?

CELESTINO.

A la forma del sol, Hugo.

HUGO.

¿Piensas que la forma de la cabeza humana tiene un prejuicio de tamaño como lo tiene el pene en el hombre o el busto en la mujer?

CELESTINO.

No, entiendo que el prejuicio del rostro radica es en su belleza, por más variable que esta pueda ser.

HUGO.

¿Y entiendes que una cabeza puede ser grande sin que mida lo mismo que una pierna?

CELESTINO.

Lo entiendo.

HUGO.

¿Entiendes que la pierna no tiene forma de círculo?

CELESTINO.

Claro lo entiendo.

HUGO.

¿Es correcto afirmar que el pene tiene forma circular?

CELESTINO.

No es correcto

HUGO.

¿Crees que las nalgas de la mujer tienen forma de edificio?

CELESTINO.

No tienen forma de edificio.

HUGO.

¿Entiendes que las nalgas de la mujer pueden ser grandes sin medir lo mismo que las piernas?

CELESTINO.

Lo comprendo claramente.

HUGO.

¿Entiendes que las pupilas dilatadas de los ojos se ven grandes pero que éstas son más pequeñas que el busto de una mujer?

CELESTINO.

Lo entiendo, y es que para que ese caso sea lógico, habría que comparar el busto de la mujer con otros bustos que se puedan considerar grandes.

HUGO.

Celestino, si recuerdas el caso del círculo y el sol, y tienes en cuenta que el círculo no es el sol ni el sol es el círculo, puedes concluir que las formas son un recipiente, pues, en este contexto erótico; es decir que el atributo x o y de una persona puede equivaler el círculo, y ese mismo atributo de otra persona puede equivaler al sol, aunque ambos posean la misma figura.

CELESTINO.

Ya sé que el tema erótico está de más en el debate, sin embargo, pienso que tiene toda la razón, incluso si uno apelara a los gustos personales.

HUGO.

Bueno, yo creo que eso ha sido todo, Celestino.

CELESTINO.

Tú lo has dicho.

Yo o de la filosofía

YO.

Habíamos acordado que hoy trataríamos el tema de la filosofía, ¿no es así?

DEMETRIO.

Si, y aquí estoy.

YO.

Bueno, para comenzar quiero aclarar que en esta discusión no hablaremos sobre x o y filósofo, sino que disertaremos sobre la naturaleza misma de la filosofía, sobre su importancia y, en resumen, sobre sus pros y sus contras, ¿estás de acuerdo?

DEMETRIO.

Sí, y quiero opinar que a lo que te refieres es a que hablaremos no del objeto en sí sino del mecanismo, y que esto es como la diferencia que hay entre que un poeta hable sobre el ocaso a que un astrónomo explique dicho fenómeno.

YO.

Elemental.

DEMETRIO.

Y ya que has sido tu el que me ha convidado para esta discusión, y el que la ha comenzado, quiero yo hacer la primera pregunta, y es la siguiente: ¿qué es la filosofía para ti?

YO.

Concibo la filosofía como la búsqueda de la verdad por medio de los argumentos.

DEMETRIO.

Pero me imagino que esta verdad es algo distinto y/o análogo a lo correcto y, por lo tanto, la mentira y el error serían igualmente distintos y/o análogos, ¿no lo crees así?

YO.

Quisiera escuchar tu punto de vista de una manera más detallada, Demetrio.

DEMETRIO.

Bueno, partiendo de tu definición de filosofía como “la búsqueda de la verdad”, he subrayado el término verdad, y lo he subrayado porque me parece que la verdad es algo que es correcto, y que hay cuestiones que son correctas pero que es impreciso denominarlas como verdad, por ejemplo: yo puedo decir que 2+2 es igual a 4, y que dicho resultado nos invita mas al termino correcto que al termino verdad, y es más, creo que hay una confusión en relación con el término correcto y con el término verdad dado que ambos son resultados, y esta confusión se consolida más aún si  los llamamos “resultados positivos”, pues, en relación con sus contrarios, que serían el error y la mentira; supongo que esto se debe a que ambas operaciones, es decir, la filosofía y las matemáticas, pues, son cuestiones de las cuales se obtiene un resultado positivo o negativo, o cierto o falso, según sea el caso, a diferencia del arte, cuyo resultado es forzoso llamarlo error o mentira.

YO.

Tu ya has dado una luz sobre este punto, y es que se pueden tratar los temas de distintas formas, como cuando dijiste que era distinto que un poeta hable sobre el ocaso a que lo haga un astrónomo; además, opino que la confusión de la que hablas se debe a que los términos que estamos tratando son sinónimos, y que no siempre los sinónimos son tan equivalentes y que además se puede caer en un prejuicio basado en el hábito, porque en realidad no es incorrecto decir “es verdad que 2+2 es igual a 4”, en relación con la otra opción que sería “es correcto que 2+2 es igual a 4”. Ahora bien, el prejuicio del que acabo de hablar trata sobre aquellas situaciones a las cuales asociamos el término mentira o el término verdad, por ejemplo: si yo te digo “mi esposa me ha dicho una mentira”, esto es mas común que decir “mi esposa me ha dicho algo incorrecto”, y aunque en teoría ambas opciones son iguales, es por el hábito que la primera suena más elocuente.

DEMETRIO.

Pero no puedes negar que el término mentira nos redirecciona es a una verdad ocultada adrede y no a un error, cosa que no pasa con el término error, el cual nos redirecciona es a un resultado entorpecido.

YO.

Tienes razón, Demetrio.

DEMETRIO.

¿Qué me puedes decir de los temas que trata la filosofía?

YO.

Me imagino que tu pregunta es producto de la idea de que los temas influyen a la hora de determinar si algo es correcto o verdadero, más sin embargo, ya hemos aclarado que cualquier tema se puede abordar desde varios puntos de vista, como en el ejemplo del poeta que habla del ocaso; no obstante, y habiendo recalcado este apunto, quiero decir que la filosofía puede abordar todo tipo de temas, ya que el carácter de los filósofos tienda más a ciertos temas, como los temas políticos o existencialistas, es distinto.

DEMETRIO.

Yo opino que aquello que las personas denominan como “ideología” no es otra cosa que una filosofía que no se ha desarrollado en un tratado.

YO.

Por eso digo que la filosofía se puede aplicar a todo tipo de temas, incluso en algo no tan trascendental como una “ideología”.

DEMETRIO.

Esto me hace recordar la idea de que todos somos filósofos por naturaleza.

YO.

Me imagino que dicho esto podemos afirmar que el inicio de la filosofía en el hombre es una cuestión connatural, tal como lo son los sentimientos y las emociones.

DEMETRIO.

Yo agregaría el arte, pues, me parece que el arte ha sido una necesidad del hombre desde la prehistoria.

YO.

Concuerdo en ello, y además creo que el resto de la cuestión connatural en el hombre es que existan quienes dediquen por entero su vida a dichos oficios.

DEMETRIO.

Muy simple, Yo. Pero ahora te pregunto, ¿la filosofía es la verdad?

YO.

Como ya lo he dicho, es la búsqueda de la verdad.

DEMETRIO.

Pero creo que tu respuesta suena muy vaga, no es algo como decir que 2+2 es igual a 4.

YO.

Tienes razón, y en relación con la filosofía puedo decir que esta es igual que las matemáticas, pero a escala, porque el fin de la filosofía es igual a una operación matemática, mas sin embargo, nadie se desorienta en la vida por una operación matemática, en cambio la gente filosofa connaturalmente sobre los temas que suele abordar la filosofía, y que depurar las respuestas que surjan en el proceso y el tener el porte y la gracia para expresarlo, pues, es el arte de nuestra materia. Y hablando de oficios análogos al nuestro, quiero hacer otra comparación con el arte de la pintura, pues, habiendo dicho que la filosofía es connatural al hombre, la filosofía resulta como la pintura, o sea, desde muy temprana edad todos pueden hacerse un bosquejo de la realidad que les es mas inmediata o necesaria, o de aquella realidad que mas les interesa, no obstante, estas realidades se pueden depurar tanto como se depura una pintura, e incluso puede darse el caso de que el principio de las conjeturas sea muy similar al resultado final.

DEMETRIO.

El caso de la pintura me parece idóneo, y creo que lo que intentas expresar es, por ejemplo, que si un niño dibuja un perro, este perro es un perro igual que el perro que podría dibujar un pintor consumado, no obstante, es la maestría y detalle con que lo pinta lo que diferencia la pintura del niño con la pintura del pintor consumado.

YO.

Muy simple.

DEMETRIO.

Pero dime, Demetrio, ¿no nos ha llevado nuestra discusión a admirar el talento de estos oficios?

YO.

Ciertamente.

DEMETRIO.

¿Y no es conveniente desde cierto punto de vista esto para aquellos hombres?

YO.

Seguramente, Demetrio. Por otro lado, quiero expresar que esa parte de tu comentario que dice “desde cierto punto de vista”, se refiere es a que en realidad no le estamos prestando ningún servicio a estos oficios ni mucho menos a estos hombres; no obstante, desde un punto de vista global, se puede decir que a muchos sino a todos, pues, les conviene que la gente se detenga a apreciar su oficio con minuciosidad.

DEMETRIO.

Aunque bien podrían admirarlo con escrúpulo y minuciosidad y de una manera despectiva.

YO.

He aquí donde nuestro oficio entra con sus gigantes apreciaciones metafísicas, o sea, es de esperarse que, si se analiza un oficio, pues, este oficio pueda criticarse de una manera positiva o negativa, no obstante, también se podría dar el caso que las personas solo vean cosas positivas en un oficio, o bien, que solo vean cosas negativas, pues, a fuerza de capricho y soberbia y no de reflexión. Además, que habría que diferenciar entre el oficio y el individuo, porque habría que recalcar si es que se critica el oficio en sí o si es que se critica a un individuo en sí, ¿o es lo mismo el arte que el artista?

DEMETRIO.

De ninguna manera.

YO.

¿Es lo mismo el ciudadano que el estado?

DEMETRIO.

El ciudadano es una parte del estado más no es el estado.

YO.

¿Es lo mismo el filósofo y la filosofía?

DEMETRIO.

Que estén relacionados no quiere decir que sean la misma cosa.

YO.

Ahora bien, habiendo dictaminado que el objetivo de la filosofía es la verdad, quiero saber si piensas si la verdad depende solo de sí misma o si depende de algo ajeno a ella para ser más exacta o inexacta.

DEMETRIO.

Explícate.

YO.

Por ejemplo, ¿una verdad cualquiera puede ser menos cierta si alguien la expresa con timidez?

DEMETRIO.

No, siempre y cuando se tenga la certidumbre de que esta verdad es en realidad cierta, aunque por instinto uno pensaría que quien habla tímidamente no esta seguro de lo que dice y que esto se debe es a un porcentaje elevado de probabilidades de estar en un error o que en su defecto se trata de una mentira premeditada, por ende, es entendible que una persona suponga que si otra persona habla con seguridad es muy seguramente porque tiene la razón. Pero retomemos nuestro ejemplo básico de matemáticas y meditemos sobre si el resultado de la operación 2+2 puede variar de acuerdo a la forma en que expresemos dicha operación, ora que sea con solemnidad o con vergüenza.

YO.

Deduzco que el resultado de la operación no cambiara, aunque la expresemos de forma solemne o avergonzada. No obstante, y como se expresó anteriormente, el caso de las matemáticas parece ser una cuestión a escala en relación con los temas que suele abarcar la filosofía, sin ánimo de desmeritar dicho oficio, porque no me parece tan evidente que estos escrutinios se tengan en cuenta a la hora de meditar sobre la congruencia de un discurso político, por ejemplo.

DEMETRIO.

Quiero opinar que es muy consecuente deducir que el talento del político radique es en su capacidad para gobernar y no en su raciocinio ni en su oratoria, no obstante, tu apreciación acerca de los discursos políticos en relación con las matemáticas me parece en suma interesante.

YO.

¿No crees que esto es como decir que un político puede desempeñar bien su cargo a pesar de su ineptitud?

DEMETRIO.

En primer lugar, hay que señalar que el político puede ser político sin ser filósofo como el filósofo puede ser filósofo sin ser político, y en segundo lugar hay que señalar que el asunto de la política recae no solo en los gobernantes sino también en el pueblo. Dicho esto, podemos figurarnos que el pueblo puede ser inepto en relación con la filosofía y aún así ser un buen pueblo, del mismo modo que el político puede ser un buen político aunque sea inepto en relación con la filosofía, pero esto es como decir que un reloj puede carecer de minutero y solo subsistir a base de su segundero y horario.

YO.

¿Entonces cual es el mérito del político?

DEMETRIO.

Yo diría que el pueblo es al político lo que el caos es al filósofo, por ejemplo, cuando hablamos de un mar, pues, nosotros no somos ese mar y, análogamente, el político maneja los asuntos del pueblo pero no es el pueblo mismo, no obstante, el caos no es una genialidad por ser caos y el filósofo no es este caos, pero el filósofo si es genio en tanto que resuelva de la mejor manera este caos, asimismo, el político no es el pueblo, y su talento es el supremo arte de desarrollar al pueblo como el filósofo desarrolla el caos, y este desarrollo no es otra cosa que el éxito.

YO.

¿Qué me puedes decir acerca de que el filósofo desarrolla este caos solamente en su mente mas no en la realidad?

DEMETRIO.

Es una objeción comprensible, pero la incapacidad del filósofo de poner en practica sus razonamientos es algo que no depende enteramente de él.

YO.

¿Qué cosas dependen enteramente de nosotros?

DEMETRIO.

Bueno, en relación con los filósofos, depende enteramente de nosotros el llevar a buen término nuestros razonamientos sin infringir las leyes de la lógica, tal como depende enteramente de nosotros nuestro aseo personal y el cuidar de nuestra salud, pero en relación con esta última opción puedo objetar que sí podemos prevenir lesiones o enfermedades mediante la buena alimentación o tomando ciertas medidas de seguridad, pero esto no nos exime de sufrir algún tipo de accidente o contraer algún tipo de enfermedad. Otro ejemplo que resulta mas ilustrativo es el de aquellas personas que se dedican a pronosticar desastres naturales, pues, su oficio radica es en la predicción de un desastre natural determinado, y el talento de estas personas radica es en la precisión con la que predicen estos siniestros, este oficio es necesario para tomar medidas preventivas con el fin de evitar, en lo posible, la perdida de vidas humanas y daños materiales, pero en ningún momento depende de quien predice el fenómeno natural el poder evitar su aparición o el poder contenerlo. No obstante, el filósofo, no siendo el caos mismo y no pudiendo controlarlo, sí sugiere métodos para transustanciarlo en orden y en armonía.

YO.

Quiero retomar el tema de la expresión.

DEMETRIO.

Te escucho.

YO.

Íbamos en que la verdad sigue siendo verdad si se expresa con vergüenza o con solemnidad, ¿no es cierto?

DEMETRIO.

Sí.

YO.

Ahora te pregunto, ¿qué opinas de los casos en que una mentira se plasma en la sociedad y perdura en la historia?

DEMETRIO.

Opino que sigue siendo mentira, aunque las personas puedan objetar que se trata de un malentendido o de una metáfora o de un prejuicio. Pero dame algún ejemplo que te parezca idóneo para el caso, para debatirlo.

YO.

El caso del universo me parece interesante, pues, en relación con su antigüedad, con su tamaño, con las cosas que en él existen o con la materia que lo constituye.

DEMETRIO.

Me parece que es un estudio que como mucho otros, ha tenido una diversidad de opiniones considerable y que con el tiempo estas opiniones han ganado detalle o corrección, como sucede en otros oficios, como el de la medicina. Sin embargo, me parece que este caso tiende más es al error que a la mentira, y sino me equivoco en este tipo de materias existe el término teoría, el cual hace referencia es a una suposición y no a una verdad.

YO.

Sí, entiendo.

DEMETRIO.

En relación con el término suposición quiero decir que lo que hace que estas suposiciones no sean errores es el término afirmación, porque solo las afirmaciones pueden ser errores o aciertos. Y este caso es como el caso de la omisión, que es como pensar en cometer un crimen pero no cometerlo.

YO.

Bueno, otra pregunta, ¿qué hacer en un caso en que una verdad no nos convenga?

DEMETRIO.

Buscar una solución para superar aquello que no nos conviene. Además, quiero ahondar en tu pregunta y agregar que lo que quieres decir es que la filosofía se puede volver contra nosotros, ¿no es cierto?

YO.

Sí, y bueno, ¿qué pasaría si no encontramos una solución para superar aquello que no nos conviene?

DEMETRIO.

Si no encontramos una solución para algo que no nos conviene, pues, consecuentemente nos perturbaremos, por lo que lo mas sensato sería dejar de pensar en aquellas cosas que no podemos cambiar bajo ninguna circunstancia; como el caso de las personas que se dedican a predecir los desastres naturales, pues, lo único que está en su poder es el poder predecirlos, y si la persona que hace dichas predicciones se perturba por no poder contrarrestar por sí sola aquellos fenómenos, muy seguramente sufrirá en vano.

YO.

¿No crees que el hombre pueda encontrar alguna forma de controlar los fenómenos naturales?

DEMETRIO.

Posiblemente, pero no es ese el quid del asunto.

YO.

Tengo otras preguntas en mente que me parecen simples pero necesarias. Una de estas preguntas es: si hubiera una guerra y cada bando tuviera una idea por la cual luchar dicha guerra, ¿quién tendría la razón sino el bando ganador?

DEMETRIO.

Pienso que tu pregunta malogra este caso, porque el caso que nos incumbe no es quien gane la guerra, sino que la idea en cuestión sea correcta, y bien podría tener la razón el bando ganador como el bando perdedor, como también podría darse el caso de que ninguno de los dos bandos tuviera razón. Por otro lado, opino que desde el punto de vista de quien guerrea debe ser mas importante ganar la guerra que tener un argumento, puesto que el talento del guerrero no es otro que ganar guerras.

YO.

Aunque eso de que el talento del guerrero no es otro que ganar guerras no me parece que sea tan congruente, pues, como ya habíamos expresado, la filosofía es connatural al hombre, y lo es justamente por necesidad, del mismo modo que tenemos ojos para ver, ¿no lo crees así?

DEMETRIO.

Si, pero quiero agregar que sí es congruente la idea de que el guerrero solo debe centrarse en ganar su guerra, lo que sucede es que dicha idea solo posee la mitad de la verdad, y opino que la otra mitad de la verdad deben ser los motivos por los cuales va a esa guerra, los cuales deben ser congruentes como todas las demás cosas en la vida. Por otro lado, opino que en nuestro debate existen en negativo algunos prejuicios, por ejemplo, que el guerrero no puede filosofar, y esto es como decir que el filósofo no pueda guerrear.

YO.

O como que el hombre de carácter no pueda ser cobarde o que el cobarde no pueda mostrar coraje.

DEMETRIO.

Tú lo has dicho.

YO.

Basado en este último punto se me antoja la siguiente pregunta: ¿qué sería de nosotros sin la filosofía?

DEMETRIO.

Me imagino que tu pregunta se debe a que tú deduces que desde algún punto de vista menos reflexivo es coherente pensar que el guerrero no puede filosofar o que el filósofo no puede guerrear, y que esto reduce nuestra comprensión de la realidad, ¿no es así?

YO.

Exacto, y que esta reducción de la comprensión de la realidad no es otra cosa que subdesarrollo.

DEMETRIO.

Entonces podemos afirmar que la filosofía contribuye al desarrollo intelectual del hombre, y que este desarrollo intelectual influirá decisivamente en el desarrollo de la sociedad, por lo tanto, podemos concluir que el resultado de una sociedad que es ajena a la filosofía es inevitablemente el subdesarrollo. Sin embargo, y retomando los términos que analizamos al principio de nuestro debate, quiero objetar que la sociedad también puede verse desarrollada a base del método, el cual es análogo a la filosofía, y que nos recuerda nuestro ejemplo de las matemáticas, no obstante, tampoco se puede negar que la filosofía tiene un mecanismo metódico, el cual es la lógica, y que los números de las matemáticas no son sino una versión arcaica de los temas que suele abordar la filosofía.

YO.

¿Y solo es necesaria la filosofía para desarrollar la sociedad?

DEMETRIO.

A ver, digamos que vivo en una época prehistórica, y tengo una necesidad de tener una vivienda donde pasar las noches, ahora bien, ¿por qué me es necesario tener esa vivienda?

YO.

Seguramente porque has sentido el dolor que causa la inclemencia del clima, y has razonado en favor de excluir ese dolor de tu vida, es decir, que entre sentir dolor y no sentir dolor es mas razonable no sentir dolor, y la forma de dejar de sentir ese dolor consiste en evadir la inclemencia del clima por medio de la vivienda.

DEMETRIO.

Muy bien, Yo. Ahora bien, ¿no crees que esa vivienda se construye con un método y no con filosofía?

YO.

La vivienda se construye con un método, el cual conocemos por el nombre de arquitectura.

DEMETRIO.

¿Y el motivo por el cual yo construiría dicha vivienda no es por la gracia de los razonamientos que he tenido luego de querer excluir el dolor que me proporciona la inclemencia del clima?

YO.

Es por la gracia de los razonamientos que has tenido luego de querer excluir el dolor que te proporciona la inclemencia del clima.

DEMETRIO.

Y si alguien entrara en mi vivienda sin mi autorización, ¿cuál crees que sería mi reacción?

YO.

En primer lugar, supongo que habría una reacción de preservación ante la sospecha de un ataque y, en segundo lugar, supongo que podría haber una sensación de injusticia en relación con el esfuerzo que te exigió la construcción de dicha vivienda. Pero el asunto aquí es muy simple, y es que de las reacciones de esta situación es necesario hacer un análisis filosófico, sobre las cuestiones morales que implica el defenderse ante una amenaza o el aclarar si es justo el compartir una vivienda, pues, teniendo en cuenta los esfuerzos que tener una vivienda implican.

DEMETRIO.

Entiendo, y es que el asunto de que la filosofía hace parte del desarrollo de la sociedad se puede ver claramente en este ejemplo, en el cual yo he construido una vivienda con un método que conocemos como arquitectura, pero la he construido después de una reflexión filosófica. Del mismo modo, luego expusimos el caso de que alguien entra sin mi autorización en mi vivienda, y si tenemos en cuenta el contexto del ejemplo, el cual tiene lugar en la prehistoria, podemos imaginarnos que el personaje que entra en mi vivienda sin mi autorización no tiene una vivienda propia, y muy seguramente este buscando un lugar para protegerse de la inclemencia del clima, de lo que se deduce que este acto es el resultado de haber razonado acerca de lo indeseable que puede ser el dolor y de lo estimable que puede ser el confort, por lo que podemos concluir que ambos tuvimos la necesidad de evitar las inclemencias del clima, pero solo yo encontré la solución para este inconveniente. Además, y como ya lo hiciste notar, luego de percatarme de la presencia de este individuo en mi vivienda, pues, podría darse el caso de que me tuviera que defender ante una amenaza, y que esta situación merece un análisis filosófico sobre la posible mortalidad que esto pueda ocasionar, además que aunque la razón pueda validar muchos actos como legítimos, la justicia del estado puede entrar a hablar a favor de la moral, tanto en mi defensa como en defensa del intruso, por lo que ya tenemos no solo la creación de la vivienda sino también la creación de la justicia del estado. Por otro lado, también esta ese otro punto que señalaste que versa sobre el compartir una vivienda con otra persona, pues, por caridad, a lo que puedo responder que la solución a este punto es que la caridad tiene una mitad de coherencia y una mitad de moralidad, por lo que este tipo de acciones son juzgadas neutralmente tanto por la justicia del estado como por la filosofía.

YO.

¿Quién juzga neutralmente la caridad?, ¿la filosofía en general, algún filósofo en particular o tu?

DEMETRIO.

Lo confieso, soy yo quien la juzga de una manera neutral. Pues, pienso que cada quien es libre de practicar la caridad tanto como también es libre de no practicarla, y pienso que esto está de acuerdo tanto con la justicia del estado como con la filosofía, es decir, pienso que la justicia del estado no me puede obligar a hacer obras de caridad, aunque tampoco me lo puede impedir, y es porque el hacer obras de caridad no hace parte de mis deberes constitucionales, y el impedirme hacer obras de caridad vulnera mi derecho a la libertad. Análogamente, opino que desde el punto de vista filosófico es consecuente que una persona actúe de un modo prosistema, como quien asea su habitación, y es mucho más consecuente si se tiene en cuenta que esta persona puede obtener algún tipo de retribución moral, no obstante, también se puede objetar al respecto que el hacer obras de caridad no es una práctica justa desde el momento que no es recíproca, además, que es justo que alguien carezca de aquello que no ha ganado y es justo que una persona se niegue a compartir sus frutos con alguien que no los merece. Y pues, de lo dicho anteriormente vuelvo a concluir que ambas posturas quedan igualmente justificadas.

YO.

Me parece interesante esa parte de tu argumentación que dice: “también se puede objetar al respecto que el hacer obras de caridad no es una práctica justa desde el momento que no es recíproca”. Y opino que tienes la razón, aún teniendo en cuenta que el hecho de no hacer obras de caridad puede llegar a parecer mezquino, pero observemos como por ejemplo la reciprocidad se presenta en un acto tan moral como el amor o en una práctica tan lucrativa como el comercio.

DEMETRIO.

Sin palabras.

YO.

Ahora que estamos hablando de la justicia del estado, pues, quiero aprovechar para hacerte la siguiente interrogante: ¿qué sucedería en el caso de que la justicia del estado comenzara a violar sus propias normas?, es decir, que esta justicia se tornase perversa.

DEMETRIO.

Esta pregunta se me antoja muy simple pero necesaria, y esto se debe a que este caso se ha tornado mórbido en un sinnúmero de ocasiones, y del cual ha surgido la frase “abuso de autoridad”. Pero quiero que recuerdes el caso del guerrero y el filósofo, en el que decíamos que es consecuente concluir que el guerrero puede filosofar del mismo modo que el filósofo puede guerrear; asimismo, el hecho de que la justicia del estado imparta justicia para el pueblo no quiere decir que no pueda impartir injusticia para el mismo.

YO.

Esto es como decir que si el pueblo obedece las leyes del estado, pues, no las pueda desobedecer.

DEMETRIO.

En efecto, Yo.

YO.

Demetrio, te tengo otra pregunta capciosa, y es la siguiente: ¿no es posible que quien se comporta de una manera lógica lo hace con la intención de que los demás se comporten de la misma manera con su persona?

DEMETRIO.

Sí, y esto es como decir que si lanzo una manzana al aire, pues, sea sospechoso que espere que esta manzana caiga, y es que la única forma de que la manzana no caiga sería que no hubiera fuerza de gravedad, como en el espacio exterior; y del mismo modo que no nos es posible vivir en el espacio exterior, asimismo no podemos convivir sin un porcentaje mínimo de coherencia en cualquier tipo de relación. Además, quiero hacer un paréntesis en mi apreciación, y es que quiero subrayar esa parte de mi argumento en la que dije “asimismo no podemos convivir sin un porcentaje mínimo de coherencia en cualquier tipo de relación”, y es que opino que incluso entre las gentes mas primitivas hay un porcentaje mínimo de coherencia, pues, partiendo de la afirmación que ya hemos hecho en este debate, la cual nos dicta que la filosofía es connatural al hombre, y en contraste, igualmente podemos encontrar entre la gente mas sofisticada un porcentaje mínimo de incoherencia, pues, partiendo de que es el estado perpetuo de estupidez lo que nos ha inscrito la filosofía en nuestro ser como un instinto natural.

YO.

Muy bien, Demetrio. Ahora otra pregunta: ¿cuál crees que es la diferencia entre la lógica y la filosofía?

DEMETRIO.

La diferencia entre la lógica y la filosofía es la misma diferencia que hay entre el sonido y la música.

YO.

¿Qué hacer en el caso de querer refutar una verdad?

DEMETRIO.

Si un razonamiento se puede refutar es porque no es verdad, es decir que las verdades no se pueden refutar.

YO.

¿Y qué me puedes decir de la ambigüedad?

DEMETRIO.

La ambigüedad se puede presentar por una mala expresión de quien expone el razonamiento o por una mala interpretación de quien recibe dicho razonamiento.

YO.

Pero si existe una sola verdad y la ambigüedad es algo similar a un error, ¿cómo es que existen tantos filósofos?

DEMETRIO.

Esto se debe a que las situaciones que se pueden analizar desde un punto de vista filosófico son “infinitas”, además que se puede analizar una misma situación desde distintos ángulos, por ejemplo: habiendo hablado de política, podríamos imaginar que podemos disertar desde el punto de vista del político, o desde el punto de vista del pueblo, o de desde el punto de vista de un historiador, y asimismo se podría disertar sobre la importancia o inutilidad de la política, sobre los distintos movimientos políticos, o de la importancia de la política en relación con otros temas como el arte, la ciencia o la belleza física.

YO.

Excelso, Demetrio.

DEMETRIO.

Ahora yo seré quien formule la siguiente pregunta, ¿cómo puedes identificar los niveles de complejidad de la filosofía?

YO.

Bueno, opino que la retórica y la oratoria suelen ser muestras contundentes de un filósofo consumado, no obstante, opino que estas facultades son una parte del talento del filósofo mas no es el total, por ejemplo: una obra musical no es mejor solo por la dificultad que supone su interpretación, y análogamente, la complejidad retórica no hace que la filosofía sea más elevada, ¿me hago entender?

DEMETRIO.

Sí.

YO.

Demetrio, lo que quiero decir es que es una cuestión abstracta el determinar la complejidad de la filosofía, y que la única forma de expresar el desarrollo intelectual del filósofo, pues, es por medio de la galanura del lenguaje, pero como acabo de decir, esto no es sino una parte del talento del filósofo, mas no es el total.

DEMETRIO.

Yo creería que un buen filósofo es aquel que no comete ningún error de lógica, es decir, que no incurre en falacias.

YO.

Yo agregaría que el caso de no incurrir en falacias es tan vital como el saber formular las preguntas correctas; y esto es como que el médico debe saber tanto diagnosticar como curar.

DEMETRIO.

Concuerdo en ello.

YO.

Y pienso que nuestro debate está llegando a su fin, Demetrio.

DEMETRIO.

En efecto, Yo. Sin embargo, me parece adecuado que expongamos una conclusión sobre nuestro debate.

YO.

Te escucho.

DEMETRIO.

Concluimos que la filosofía es la búsqueda de la verdad por medio de los razonamientos, y que el método por el cual alcanzamos esta verdad no es otro que la lógica, ¿no es así?

YO.

Sí.

DEMETRIO.

Concluimos también que la verdad que busca la filosofía es distinta a las cosas correctas que son producto de un método, como lo son los resultados de las operaciones matemáticas, ¿no es así?

YO.

Por supuesto.

DEMETRIO.

Concluimos que la filosofía es connatural al hombre y, por lo tanto, también es connatural a la sociedad; asimismo, concluimos que la filosofía ha hecho parte del desarrollo de esta sociedad junto con el método y, además, como respuesta a todos los inconvenientes que se pueden presentar a la hora de llevar la filosofía a buen término, se ha instaurado la moral y la justicia del estado.

YO.

No pudo haber sido de otra manera.

DEMETRIO.

Y no siendo más, nuestro debate ha terminado.

Dexter o del pesimismo

DEXTER.

¿Cuál crees que sea la razón por la cual existe el pesimismo?

NICOLÁS.

Supongo que se debe al carácter del pesimista.

DEXTER.

¿Quieres decir que el pesimista es pesimista no por la razón sino por la emoción?

NICOLÁS.

Dexter, dije claramente que lo suponía, no estoy aseverando que esto sea así, pero a lo que me refiero es a que es la emoción del pesimista lo que dirige sus razones.

DEXTER.

Ciertamente que no es creíble que nadie tome algún partido sin razones, así estas razones no sean válidas, y aun teniendo en cuenta que la persona en sí las tome como ciertas, y esto es así incluso en los casos en los que las personas afirman que actúan de una manera ajena a la lógica, y me atrevo a aseverar que ha sido justo la razón la que los inspiró a no dar tantas vueltas a un asunto debido a su escasa capacidad intelectual, por lo que les resulta mucho más práctico tomar decisiones más inmediatas.

NICOLÁS.

Es de suponer que el caso del optimista sea análogo, es decir, que el optimista es optimista en parte por su forma de sentir, aunque tenga sus argumentos para ser optimista.

DEXTER.

Seguramente.

NICOLÁS.

Pero dime, Dexter, ¿cuál de las dos posturas crees que sea más consecuente?

DEXTER.

En primer lugar, quiero expresar que como muchas otras conclusiones, este caso se basa en las probabilidades, es decir, que tanto el pesimista como el optimista tienen razón en pensar lo que piensan, aunque sea o no cierto que su forma de sentir intervenga directamente en sus pensamientos, por ejemplo: ¿es o no es cierto que si salimos a la calle podemos ser víctimas de un ataque?

NICOLÁS.

Es posible, ese tipo de cosas pasan todos los días.

DEXTER.

¿Y no es posible, en contraste, que al salir de nuestro hogar no nos pase nada malo?

NICOLÁS.

Bueno, hablando de probabilidades pienso que aunque acabo de responder que sí es posible que si salimos a la calle nos puede pasar algo indeseado como un ataque, también es posible que no nos pase nada, y ciertamente son muchos más los casos en los que no nos sucede nada que los caso en los que sí, tanto así que los casos en los que no nos pasa nada son la regla y los casos en los que nos pasa algo perjudicial son la excepción.

DEXTER.

Entonces no hay nada de extraño que las personas se centren en lo negativo puesto que es consecuente pensar en este tipo de cosas para prevenirlas.

NICOLÁS.

Aquí podríamos afirmar que es optimista pensar que todo lo negativo se puede prevenir, cuando es del todo posible que haya casos en los que un suceso desafortunado nos tome por sorpresa, y que esta forma de razonar es la que justifica la postura del pesimista, cuando este diga que no solo lo negativo es posible, sino que también es inevitable.

DEXTER.

Yo opino al respecto que lo más sensato sería concluir que lo negativo hace parte de nuestras vidas y que a veces las cosas negativas se pueden evitar y otras veces no se pueden evitar; lo mismo sucede con lo positivo, o sea, lo positivo hace parte de nuestras vidas y a veces estas cosas se pueden evitar y otras veces no, pero no es muy verosímil que la gente evite cosas positivas, puesto que lo positivo es deseable y no es lógico que alguien rechace algo que desee.

NICOLÁS.

Quiero objetar al respecto que se pueden dar los casos en que una persona rechace algo que desea, como por ejemplo en las relaciones eróticas o sentimentales, pues, a sabiendas de que se rechaza lo que no se desea y que se desea solo lo valioso, se puede dar la ocasión de que alguien rechace a otra persona para restarle valor y así disminuir la sensación de incompatibilidad.

DEXTER.

Pues, Nicolás, creo que ese tipo de artimañas existen, y aunque no se puedan corroborar a ciencia cierta se vuelven muy evidentes en la charla, este tipo de apuntes se me antojan como los hechos que se pueden corroborar como hechos pero de los cuales no tenemos una explicación, y que en tiempos remotos fueron la razón de ser de los mitos, pues, que con el paso del tiempo alcanzaron la explicación teórica, no obstante, es de suponer que este tipo de indiscreciones no sean dignas de un estudio científico.

NICOLÁS.

Quiero agregar al respecto que este tipo de estratagemas tienen su veneno en que, si se vuelve muy evidente que se rechaza con el fin de evadir impuestos, es igualmente verosímil que se rechaza por falta de interés, por desagrado y por incompatibilidad. Además, quiero opinar acerca de tu apreciación sobre el estudio científico, o sea, opino que ese comentario desmerita nuestras apreciaciones, y es que el talento del filósofo no radica en la magnanimidad de sus temas sino en su escrutinio y discernimiento, es como pensar que quien analiza los virus tiene un talento microscópico y quien analiza el universo tiene un talento macroscópico.

DEXTER.

Soy de tu dictamen, Nicolás. Además, quiero agregar que hay otro efecto o ilusión en este caso del estudio científico, y es que se puede pensar que el talento que se enfoca en lo importante es mas grande que el talento que se enfoca en lo que no es importante, aunque sea un poco desabrido dedicar esfuerzos a algo sin importancia, y ciertamente es falaz hacer ese tipo de asociaciones, como por ejemplo, curar una enfermedad es algo importante y en cierta medida es algo de interés colectivo, pero esto no quiere decir que quien cura una enfermedad tenga un talento mas vasto que un pintor.

NICOLÁS.

Retomando el hilo de la conversación, te vuelvo a preguntar, ¿quién puede tener objetivamente la razón entre el pesimista y el optimista?, ¿o qué bando te parece más consecuente?

DEXTER.

Creo que ambos tienen sus razones, y es que muchas cosas en la vida pueden ser macabras y desesperanzadoras tal como también pueden ser elocuentes y gratificantes, no obstante, ahondemos un poco en este tipo de tendencias: ¿qué opinas si te digo que el hedonismo puede no satisfacer a una persona?

NICOLÁS.

Bueno, en primer lugar, me imagino que tu pregunta va es por el lado del pesimismo; pues, opino que es posible dicho caso, y que es aquí donde la gente suele diferenciar entre el placer y la felicidad, por lo que el hedonismo puede catalogarse mas como vicio que como felicidad, dado que este vicio subyuga a la persona en vez de liberarla, y en otras palabras, la idea de que el hedonismo puede no satisfacer a una persona se  vuelve totalmente creíble por parte de la persona pesimista.

DEXTER.

Imaginando que soy yo dicha persona pesimista y figurándome que quiero sustentar mi punto de vista acerca de que el hedonismo puede no satisfacer a una persona, pues, quiero argumentar que se podría decir que dichos casos dependen en gran medida del carácter de cada quien, es decir, que se podría dar el caso en el que el hedonismo sea el estado natural y más sano de los seres humanos como también darse el caso en el que el hedonismo no sea mas que un martirio del cual se descansa en cuanto nos es posible, pero a esto se puede objetar, pues, a favor del pesimismo, que el hedonismo busca el placer, y que este enunciado nos afirma que este placer se busca desde el no placer, es como decir que el conocimiento se busca desde la ignorancia, por lo que se puede afirmar que el principio del hedonismo es la insatisfacción y/o el no placer, y que esta insatisfacción es el estado natural y la regla, en contraste, el placer que promete el hedonismo es el estado alterado y la excepción, además, también se puede decir que la búsqueda del placer puede tener objetos que no siempre son asequibles, por lo que es considerado con uno mismo formarse una doctrina que nos glorifique la vida abstinente, no sin dejar de lado la certidumbre de que existe la falta de deseo y la apatía, y aunque se podría afirmar que esta falta de deseo es el mismo glorificar la abstinencia que acabo de mencionar, también se puede afirmar sin lugar a dudas que no todas las personas tienen los mismos gustos ni los mismos vicios, y podemos corroborar esto con las preferencias gastronómicas, pues, si es que se piensa que el no exhibir un vicio determinado es solo el producto de la más simple mojigatería. Visto así el asunto podemos figurarnos que no es solo sentimiento sino razón lo que forja el pesimismo.

NICOLÁS.

Ya que has disertado acerca del hedonismo desde un punto de vista pesimista, quiero yo opinar sobre el mismo tema, pero visto desde el punto de vista optimista, y no para altercar en balde, sino para ampliar las miras de nuestra discusión. Pues bien, creo yo que tu comentario acerca de que el hedonismo tiene como principio la insatisfacción tiene cierta connotación negativa, me explico, es muy simple el entender que el deseo no es otra cosa que una necesidad, y que hay distintos tipos de necesidades, y que el abandonar mucho tiempo una necesidad puede devenir en sufrimiento, por ejemplo, tomar agua es una necesidad básica de los seres vivos, y si estos no toman agua por mucho tiempo, pues, es de esperarse que esto los perturbe física y psicológicamente, pero esto no quiere decir que el deseo sea exactamente un sufrimiento, puesto que nadie sufre por no tomar agua. Por otro lado, pienso que siempre que se habla del tema del placer se hace una diferenciación entre el término placer y el término felicidad, pues, pienso yo que el placer no es otra cosa que otro tipo de felicidad, me explico: así como no es igual el amor que una persona siente por su profesión que el amor que una persona siente por su cónyugue, tampoco es igual el placer sexual que el placer que proporcionan los estupefacientes, y aunque la gente asocia el placer mas con lo efímero y superfluo y el amor más con lo trascendente y duradero, opino que en esencia son de la misma naturaleza, solo que socialmente el uno se puede llegar a considerar nocivo y vulgar y el otro social y preferible, y que si se quiere, esto es tan verosímil que incluso se pueden trocar los términos sin que se pierda el significado de lo que se dice, por ejemplo, podemos decir que una persona ama los estupefacientes tanto como podemos decir que es adicta a estos, del mismo modo podemos decir que una persona ama a otra persona como podemos decir que es adicta a dicha persona, no obstante, lo que levanta sospechas en estos casos es la cuestión moral, es decir, que entre amar a una persona y amar los estupefacientes se entiende que lo primero es moral y lo segundo inmoral, pero esto es como decir que un color cuya tonalidad es oscura no es color porque hay colores cuya  tonalidad es clara, pues, en efecto ambos son colores a pesar de las diferencias que se presentan entre ellos, y que incluso podríamos asociar los colores de tonalidad oscura con las cosas negativas y los colores cuya tonalidad es clara con las cosas positivas, sin embargo, aunque hiciéramos estas asociaciones y estas fueran ciertas o no, o solo fueran impresiones y prejuicios basados en todos los motivos que se te ocurran, pues, aún así, ambos colores seguirían siendo colores; lo que quiero decir, Dexter, es que el amor y el placer son de la misma naturaleza, aunque el uno se asocie a cierto tipo de cosas que socialmente se consideran positivas y que el segundo se asocie eventualmente con cosas que pueden resultar tóxicas, no obstante, el amor no es mas que una preferencia, tanto como lo es el placer, ya que esta preferencia sea moral o inmoral o que esta preferencia sea crónica o aguda es distinto. De lo dicho anteriormente quiero resumir que es la necesidad lo que impulsa a desear y no el sufrimiento, y que dependiendo de la importancia de esta necesidad, pues, en el caso de que no se satisficiera, podría esta devenir en sufrimiento, que es distinto a afirmar que es el sufrimiento el estado primero del deseo, además de que lo que motiva al deseo es la complacencia y/o la felicidad que se espera obtener con lo que sea que se desee y no el mero hecho de dejar de sufrir, como tu lo explicas, porque es muy creíble que en medio de la hambruna nos asalte el antojo y no solamente la idea de la preservación de la propia vida, y que incluso en este caso prevalece la idea del placer por encima de la idea de evitar el dolor, y esto último en segunda instancia también se puede considerar hedonista, es decir, evitar el dolor que podría producir la hambruna.

DEXTER.

Creo que lo que señalaste de mi apreciación fue una leve exageración de mi parte, pero creo que tomando el asunto del optimismo en contraste con el pesimismo, pues, desde una perspectiva filosófica, se vuelva muy evidente que ambos partidos exageran sus enunciados, posiblemente por la intensidad de sus pasiones, porque se me hace difícil catalogar tus apreciaciones como optimistas, pues, generalizando y tomando el significado del término optimista de la manera mas común en la que se presenta en la sociedad.

NICOLÁS.

¿Sabes que pienso?

DEXTER.

Dímelo, Nicolás.

NICOLÁS.

Pienso que ambos puntos de vista podrían expresarse de otra manera y en otro contexto, y muy seguramente así podríamos apreciar el carácter que nos figuramos que le corresponde a cada postura.

DEXTER.

Seguramente.

NICOLÁS.

Por otro lado, pienso que nadie siente con furor a la ligera ni cree ciegamente en nada por cualquier motivo, o sea, que no es el mero sentimentalismo lo que mueve ya sea al pesimista o al optimista, sino que es por sentido común que estas posturas existen, ya que en algún momento tanto el uno como el otro no tengan las facultades de defender sus puntos de vista en un debate filosófico es distinto, y que alguno de estos dos partidos no tenga las facultades para defender sus inclinaciones no nos asegura que estas inclinaciones sean incorrectas, nos hablan es en cambio de la ausencia de aptitudes filosóficas de quien se toma por optimista o por pesimista.

DEXTER.

Nicolás, estas afirmando que alguien puede tener la razón sin que tenga que explicarlo o comprobarlo.

NICOLÁS.

Si, eso estoy diciendo.

DEXTER.

Pienso que tu afirmación da una ventaja a quien no debería tenerla, pues la ventaja la debe tener quien tiene la razón y la desventaja quien no tiene la razón, aunque pienso que realmente es cierto, no porque alguien no posea las facultades para explicar lo que piensa quiere decir que este en un error, y me figuro que en estos casos los debates se truncan, puesto que aunque hay dos personas solo una de las dos se encuentra activa, pues, en el caso de que la otra persona este activa, porque si se diera el caso en el que en un debate ninguna de las partes tuviera aptitudes filosóficas, pues, el debate no llegaría a ningún lado y simplemente no se podría denominar como debate. Este caso me recuerda a cierta practica de la ley del estado, la cual dictamina que un acusado de delito se considera inocente mientras no se compruebe su culpabilidad, y en relación con el caso que estamos tratando, pues, podría yo afirmar que quien no sabe explicar o comprobar lo que asevera, no tiene la razón sino hasta que lo compruebe, no obstante, también se podría decir que alguien que afirma algo y no lo explica o lo comprueba podría tener la razón hasta que otra persona compruebe lo contrario, pero este tipo de situaciones nos recuerdan la faceta arlequinesca de los hombres, y es que si esto fuera así, cualquier persona podría afirmar todo tipo de ocurrencias y simplemente no dar el mas mínimo motivo y solo resignarse a que otra persona desenrede sus caprichos; por ejemplo, un caso histórico es el de la religión, en la cual afirmaron la existencia de unos entes sobrenaturales y, que no pudiendo los ateos comprobar la inexistencia de dichos entes, se dio por cierta su existencia, cuando en realidad lo más sensato era que los religiosos comprobaran la existencia de sus deidades.

NICOLÁS.

Pienso que tienes razón en lo que dices, Dexter.

DEXTER.

En síntesis, se puede concluir al respecto que el hecho de que una persona no sepa expresar sus puntos de vista, pues, no es prueba de que dichos puntos de vista sean incorrectos, pero que esto tampoco es un argumento para afirmar que sean todo lo contrario, porque lo más sensato sería pensar que si alguien no es capaz de explicar lo que piensa es muy seguramente porque no sabe de lo que habla, y por consiguiente esté en un error. Sin embargo, en el caso del individuo que no se sabe expresar o que no se quiere expresar con palabras, queda también el lado de comprobar lo que dice, porque también se puede dar el caso de que se compruebe que algo es cierto sin necesidad de argumentación, pero si alguien no puede explicar lo que afirma y tampoco lo puede comprobar, muy seguramente esta persona este en un error, y es más, en el caso de que el individuo que no se sabe expresar o que no se quiere expresar con palabras, pues, presentara pruebas para sustentar lo que dice, esto no sería un argumento para afirmar que tiene la razón, porque las pruebas se presentan para corroborar que algo es cierto, pero el solo hecho de presentar pruebas no quiere decir que estas pruebas sean válidas. Lo correcto sería que, si alguien afirma algo, esta persona lo explique y lo compruebe, no que alguien afirme algo y sin explicar ni comprobar nada espere a que otra persona lo tome por cierto, por lo que la idea de ser condescendiente a favor de la persona que afirma algo pero no lo sabe explicar queda si no rebatida, debilitada.

NICOLÁS.

En fin, no nos perdamos en digresiones y sigamos ilustrando nuestro tema principal. Dexter, ¿No es cierto que uno de los motivos por los cuales estamos vivos es el miedo a la muerte?

DEXTER.

Ciertamente, aunque me parece que volvemos al punto de la expresión, observa como en tu pregunta se aclara que el miedo a la muerte es uno de los motivos mas no es el único, y si apelamos a la imagen estereotipada del individuo pesimista podríamos figurarnos que este nos afirmaría que el miedo a la muerte es el único motivo.

NICOLÁS.

Elemental.

DEXTER.

En este punto de la charla se me antoja aclarar que la neutralidad no es la salida al aparente extremismo de las posturas que estamos tratando, y que este efecto de extremismo no es otra cosa que falta de objetividad en el raciocinio.

NICOLÁS.

¿Y cuál sería entonces un punto de vista optimista de acuerdo a la pregunta que estamos tratando?

DEXTER.

Bueno, sin ánimo de caricaturizar las posturas que estamos tratando, yo diría que si estamos vivos es justo para vivir, del mismo modo que tenemos pies para caminar, y que esto hace parte de la elocuencia de la naturaleza, y que la muerte también hace parte de esta elocuencia, pues, imaginando que esta naturaleza tenga en su entendimiento el sufrimiento que eventualmente se presenta en la vida, y que la muerte puede significar un descanso natural al fluir de la felicidad y los infortunios. Y es que la idea de que es solo el miedo a morir lo que nos mantiene con vida es una afirmación de que eventualmente algunas personas desean morir, y de aquí se puede concluir que la muerte es tan natural a la vida como el vivir la vida misma.

NICOLÁS.

No podría ser de otra manera.

DEXTER.

Analicemos un caso más práctico, ¿qué me dirías si yo te digo que todas las personas mienten?

NICOLÁS.

Te diría que es cierto.

DEXTER.

¿Es decir que las personas nunca dicen la verdad?

NICOLÁS.

Que todas las personas mientan no quiere decir que nunca digan la verdad y, es más, lo más cuerdo es pensar que todas las personas mienten y que todas las personas dicen la verdad, es decir, que a veces mienten y a veces dicen la verdad.

DEXTER.

¿Y por qué crees que mienten?

NICOLÁS.

Me imagino que las personas mienten por los mas diversos motivos, como por ejemplo por conveniencia, por discreción o por hipocresía, y en el caso de que digan la verdad me imagino que es por sentido común, es decir, todo depende del contexto, como por ejemplo que yo te pregunte si tienes hambre para invitarte a comer a mi casa, pues, podría darse el caso de que te de pena aceptar la invitación y mientas y digas que no tienes hambre, o que simplemente no tengas hambre y digas que no tienes hambre. Por otro lado, quiero recalcar el aire negativo de la mentira, es decir, que es de esperarse que el pesimista hubiese dicho que todos mienten todo el tiempo, pero mira que en la vida me ha pasado y yo mismo lo he hecho, pues, decir la verdad para ofender, no obstante, tampoco es objetivo irse al extremo de pensar de que todos dicen la verdad con el fin de ofender, sino que tanto mentir como decir la verdad depende del contexto y de la persona.

DEXTER.

¿No crees que tanto el pesimista como el optimista basan mas sus razonamientos en su propia vida más que en la sociedad en general?, por ejemplo, en el caso del pesimista no es que piense que todas las personas mientan, sino que piensa que todas las personas le mienten a él o a ella.

NICOLÁS.

Podría ser que se den ambos casos, que una persona pesimista piense que todos mienten en general y que otra persona pesimista piense que todos le mienten a él o a ella.

DEXTER.

Esto es como cuando uno escucha a una persona decir que la vida es una mierda, pues, habría que preguntarle a la persona si es que piensa que su vida es una mierda o que en general la vida es una mierda; no obstante, es poco creíble que dicha afirmación pueda ser objetiva cuando mucha gente vive vidas sublimes, por lo que es mas creíble que o se refiere a su propia vida o está divagando.

NICOLÁS.

Pero según lo que acabas de decir se podría afirmar que el pesimista no miente en cierto modo ni tampoco está equivocado, porque el hecho de que a ti no te importe algo no quiere decir que a otros tampoco les importe, o sea, que si el pesimista dice que todo en su vida es dolor, esto no es falso hasta cierto punto y siempre y cuando aclare que se trata de su propia vida y no de la vida en general. ¿Pero entonces cómo es la vida si no es como nos la presenta ya sea el optimista o el pesimista?

DEXTER.

Bueno, para responder esa pregunta primero debo decir que, aunque la vida es una, esta se presenta en una diversidad vastísima de seres, aunque es la de la seres humanos la que nos importa en este debate, ahora bien, si tomamos en cuenta todos los factores que se presentan en la sociedad en la cual vivimos los seres humanos, nos daríamos cuenta que aunque existen similitudes en las vidas de muchos, también existen diferencias en las vidas de otros, por lo que resultaría forzoso decir que la vida es fácil cuando puede ser difícil o viceversa. Lo que quiero decir, Nicolás, es que la vida de algunos si puede encajar en la descripción que te podría dar de la vida un optimista o un pesimista, pero dada la diversidad de destinos sería muy vago el afirmar que la vida en general es de una manera o de otra, y en general, resultaría mucho más conciso afirmar como es la vida de una persona en concreto.

NICOLÁS.

¿Crees entonces que el pesimismo y el optimismo no es otra cosa que una forma falaz y sensible de razonar?

DEXTER.

Es justo esa la razón por la que iniciamos este debate, y es que en tu pregunta parece demasiado obvio que ese es el quid del asunto, solo que había que aclarar que tanto el pesimista como el optimista tienen sus motivos para razonar de dichas maneras, y tanto como el pesimista como el optimista tienen parte de verdad en sus enunciados, en tu pregunta también se sobreentiende solo una parte de verdad, y es que en realidad el pesimista incurre en todo tipo de falacias, no obstante, el resumir el asunto como lo resumes en tu pregunta retórica tampoco es lo más exacto que se pueda “opinar”, porque como dijimos, a veces el asunto solo se resume a una mala expresión, además que se puede creer que el termino sensible puede alterar la veracidad de un enunciado, sea para bien o sea para mal, y esto es como creer que la buena expresión y la parsimonia solo producen razonamientos verdaderos.

NICOLÁS.

Yo opino que las situaciones pesimistas y optimistas pueden tener lugar en la vida de cualquier persona, pero dada la omnipresencia de la neutralidad en la vida de la mayor parte de la gente, sería difícil afirmar que la vida es como nos la puede presentar el optimismo o el pesimismo, y que son las sensaciones las que pueden crear una fijación en alguna de estas dos posturas.

DEXTER.

Yo creo que el término fijación es muy adecuado, porque bien podrían presentarse las situaciones pesimistas u optimistas y no tener una fijación con alguna de estas dos posturas, así como no vivir exactamente situaciones pesimistas u optimistas y tener una fijación con alguna de estas dos posturas; no obstante, quedan los casos en los que individualmente el asunto si es tal como la persona lo pueda retratar, es decir, que en efecto una persona viva una vida en la que todo sea trágico o que una persona viva una vida en la que todo sea sublime.

NICOLÁS.

Es de suponer que tanto el optimista como el pesimista pueden imaginar que la mayoría de las personas viven una vida de acuerdo a sus conclusiones, y que muy seguramente esto sea parte de su argumentación, aunque personalmente pienso que determinar si la vida de la mayoría de las personas es positiva o negativa es una cuestión harto vaga, puesto que como tu lo has dicho, podrían tener vidas negativas y no percibirlas como tal, tanto como tener vidas positivas y no concebirlas como tal, igualmente podríamos imaginar que resulte una masa considerable de personas cuyas vidas transcurren en la neutralidad, lo que opacaría en gran medida los argumentos pesimistas y optimistas acerca de la vida.

DEXTER.

Bueno, no hay mucho que decir al respecto, creo que nuestro debate ha terminado. De todos modos quiero resumir finalmente que el pesimismo y el optimismo tienen parte de verdad, quizá dramatizada, quizá mal expresada, quizá generalizada erróneamente, pero esta parte de verdad es el pilar de dichas posturas. Y es que las sensaciones juegan un papel bastante extraño en este caso, es decir, tal vez yo no sienta el pesimismo, pero eso no es prueba ni argumento para decir que mi vida es maravillosa, ni tampoco es la base para negar que la maldad o las desgracias pueblan nuestro mundo, porque uno podría caer en el error de pensar de que todo esta bien solamente porque uno se siente bien y viceversa.

NICOLÁS.

Yo también pienso que hemos llegado al fin de nuestro debate, Dexter. Yo por mi parte concluyo que muy seguramente estos personajes no sean filósofos, aunque el hecho de que no sean filósofos no quiere decir que estén en un error, como tampoco el ser filósofo significa poseer siempre la razón, no obstante, pudimos dilucidar que el pesimismo y el optimismo carecen de objetividad a la hora postular sus respectivas “doctrinas”. Y un punto que queda sin explorar es el de que ni tu ni yo somos abiertamente pesimistas u optimistas, es decir, que estamos hablando atrevidamente en nombre de estas personas, sin detenernos a escuchar de su propia boca los argumentos que los inducen a estas posturas, no obstante, pienso al respecto que esto no es similar a un proceso judicial, en el que el acusado debe estar presente y exponer su propia defensa, puesto que nuestro interés aquí no es la justicia sino la verdad, y es a la verdad a la que nos hemos referido.

DEXTER.

Convengo ello.

NICOLÁS.

Que así sea.

Cirilo o de la igualdad

CIRILO.

¿Es cierto que todos desean por defecto la igualdad?

DAVID.

Creo que las personas desean todo tipo de cosas.

CIRILO.

Pero dime, ¿a qué crees que se deba esto?

DAVID.

Me figuro que es una cuestión de intereses, ¿y tú qué opinas?

CIRILO.

Opino lo mismo, ciertamente es una cuestión de intereses, y ya que nadie desea lo que ya posee, es muy simple concluir que quien desea la igualdad seguramente no la posee.

DAVID.

Es un conflicto que no explicaste en tu pregunta pero que se sobreentiende.

CIRILO.

¿Y no te parece muy evidente y/o creíble que el deseo de igualdad esté acompañado de una actitud resignada frente a la ambición?, es decir, si estuviéramos en un conflicto en el que no podemos ser ambiciosos porque tenemos todas las de perder, ¿no es creíble que nuestra actitud fuese una muy distinta si tuviésemos todas las de ganar?

DAVID.

¿Lo que intentas decir es que las personas desean la igualdad solo cuando se encuentran en estado de indefensión?

CIRILO.

Sí, y además pienso que si el caso fuese al contrario la persona no desearía la igualdad sino la injusticia, puesto que esta injusticia o esta desigualdad le convendría.

DAVID.

Seguramente, y por mi parte pienso que no es creíble que un individuo en medio de la desigualdad, y teniendo en cuenta que esta desigualdad estuviese en su contra, pues, adoptase una actitud activa como la de la ambición, o no es congruente.

CIRILO.

Aunque se podría dar el caso que una persona que esté en medio de la amenaza de la desigualdad, es decir, de la injusticia, pues, adoptase una postura semejante.

DAVID.

No es por pasar por supersticioso cuando hablo sobre cosas que son tan difíciles de comprobar, pero me figuro que si se diera el caso sería una actitud similar al heroísmo.

CIRILO.

Esto es como si un indigente, que no teniendo nada en el mundo más que su propia vida, pues, se enardeciera en arengas progresistas.

DAVID.

Tu ejemplo ilustra a la perfección mi comentario, no obstante, y entre paréntesis, tengamos en cuenta que el hecho de que una situación como la que acabas de exponer resulte incongruente o contraproducente para el individuo que declama el susodicho discurso, pues, no nos dice nada a favor o en contra de sus argumentos, en razón de que estos sean verdaderos o falsos, mas sin embargo la buena lógica nos dicta que no solo no debemos hablar sobre lo que no sabemos sino que tampoco debemos hablar sobre aquello que nos agosta, puesto que la razón se muere sin bases en el primer caso y la credibilidad se pierde en el segundo.

CIRILO.

Según lo que acabas de decir no podría yo hablar acerca de la muerte porque no la he experimentado, y porque además esta muerte le dará fin a mi existencia, y dado que este fin delata mi debilidad al no poder contenerla, pues, se puede considerar esto como un argumento para no dar credibilidad a mis palabras acerca de la muerte; y es que esto es como negarse a ser curado por un médico por el hecho de que este se ha enfermado un sin número de veces en su vida y fuera de eso algún día morirá.

DAVID.

Elemental.

CIRILO.

Pero bueno, retomando el tema podemos concluir que la ambición es una actitud activa en relación con la resignación, además que la ambición es solo un deseo mas no es un método ni algo que se le asemeje, y que nadie consigue lo que sea que quiera conseguir solamente deseándolo, a menos que sea algo que suceda de forma natural, como que una persona deseara que el tiempo pasase mas rápido y pues, definitivamente el tiempo pasará, no rápido, pero pasará.

DAVID.

Eso sucede porque en esos casos la ambición se ve beneficiada por la casualidad, a más que el esfuerzo y la casualidad también pueden ir de la mano.

CIRILO.

Pero bueno, respóndeme francamente, ¿qué es lo igual?

DAVID.

Creo que es lo mismo, Cirilo, como lo son dos manzanas. ¿Pero no crees que en tu pregunta se difumina un poco el término igualdad con el término igual?

CIRILO.

David, eso sucede seguramente porque la igualdad trata de lo igual, solo que, sin ser conscientes de ello, el término igualdad nos redirecciona a temas sociales, aunque se podría aplicar también a muchos otros temas, como el de la relativa igualdad que hay entre dos manzanas.

DAVID.

Muy simple.

CIRILO.

¿Y a qué crees que se deba esta simpleza?

DAVID.

Bueno, ya que ha quedado claro que el término igual es una variación del término igualdad, opino que la simpleza se debe al número de factores a tener en cuenta a la hora de concluir si en una situación hay o no igualdad, y dado que la manzana no pertenece a una sociedad, es de esperarse que carezca de todos los beneficios y percances que generan desigualdad en los seres humanos, y por lo tanto podemos afirmar que la ausencia de esta sociedad y de estos beneficios y percances es lo que hace que sea simple el determinar la relativa igualdad entre las dos manzanas, además, cuando pronunciaste el término relativo al hablar sobre la igualdad de las manzanas, me figuro que te referiste a las pequeñas diferencias físicas de las manzanas, y dado que no es común que una manzana tenga un tallo de 11cm y la otra tenga un tallo de 3cm, o que una manzana pese 6kg y la otra manzana pese 2lb, pues, las diferencias físicas que pueden resultar serían similares a las crestas papilares.

CIRILO.

Soy de tu dictamen.

DAVID.

Pero no nos apresuremos, Cirilo, creo que puedo esclarecer este punto de la siguiente manera: lo igual es aquello que tiene exactamente las mismas características que lo otro, tanto en calidad como en cantidad, y que si existen variaciones en estas características, pues, estas variaciones deben ser naturales como las ya citadas crestas papilares y que, para ser mas precisos, debemos diferenciar el término igual del término réplica, porque si tomáramos las crestas papilares o detalles tan ínfimos para negar la igualdad, pues, no encontraríamos ni ser ni cosa igual en la creación, incluso si tomamos en cuenta los productos industriales creados en masa o la mismísima clonación, además, en el caso de que alguien se tomara la molestia de hacer una réplica totalmente exacta de lo que sea que fuere, esto no negaría la igualdad y encajaría más en el término réplica.

CIRILO.

Opino que la aclaración viene del rigor de la lógica, es decir, que si yo digo que una cosa es igual que otra, estas cosas no deben ser parecidas sino iguales, y es más, se puede agregar que esto es una errata tanto de lógica como de semántica, puesto que es comprobable que aquellas dos cosas no sean totalmente iguales, y que si no son totalmente iguales son por lo tanto diferentes, de aquí que podamos afirmar que estoy dando un juicio falso y/o utilizando un término inexacto; en este caso debí utilizar el término parecido en vez del término igual, porque no es lo mismo decir muerto que moribundo.

DAVID.

Cirilo, es que es evidente que la discusión se torna más compleja en relación con el número de factores a tener en cuenta. En el caso de la manzana podríamos tener en cuenta su peso, su tamaño, su color, su sabor, su tallo y demás, pero el término igualdad nos redirecciona inevitablemente a temas relacionados con la sociedad, y es esta sociedad la que multiplica varias veces el número de factores a tener en cuenta para poder concluir que existe igualdad en relación con algo.

CIRILO.

Mi querido David, opino que esto se debe a algo tan simple como a que no es por ser idénticos físicamente la razón por la cual hayan existido desde tiempos ancestrales los conflictos entre los hombres, sino a la ambición de ser más o tener más y el dolor de ser menos o tener menos que otros individuos. En este punto podemos comentar ciegamente y sin temor a equivocarnos que estas ambiciones de ser más o tener más son alimentadas por el interés, como ya habíamos comentado, y aunque las personas tienen los más diversos intereses tampoco se puede negar que hay asuntos de interés general y que incumben incluso a aquellas personas a las que nada les importa.

DAVID.

Ahora que lo mencionas, es decir, aquello de los asuntos de interés general, pues, se me vienen a la mente algunos casos como la política, la economía, los conflictos armados, entre otros, y no es por pasar por superfluo, pero se me viene a la mente el caso del aspecto físico, pues, en relación con el tema de la igualdad.

CIRILO.

Te escucho.

DAVID.

Ciertamente el arte ha plasmado su visión del mundo con una diversidad de opiniones y con formas variadísimas de expresión, unas veces para magnificarlo y otras veces para criticarlo y caricaturizarlo; y el caso en especifico que tengo en mente es el del género de terror, sea en el arte que sea, pues, el caso es que el aspecto físico es un tema más que recurrente en este género, por lo que podemos deducir que el aspecto físico es algo que causa terror y que no está en los intereses de nadie aterrorizarse por su propio aspecto.

CIRILO.

Y según tú, ¿por qué causa terror el aspecto físico?

DAVID.

Bueno, en primer lugar, quiero decir que para nadie es un misterio la “existencia” de la vanidad, como tampoco es un misterio el saber que esta vanidad nos causa placer cuando es complacida y dolor cuando es vulnerada, y aunque la vanidad puede verse excitada por innumerables motivos, los cuales se basan en los intereses de cada quien, es inevitable el asociar el término vanidad con el aspecto físico, y esto es tan inevitable como no asociar el sexo con la vanidad y con el amor; y debo aclarar que estas asociaciones son prejuicios que habitan en nuestra mente por una cuestión de probabilidades, tal como asociamos más fácilmente el término igualdad con asuntos sociales y no con manzanas. Ahora bien, tal como traje a colación el tema del aspecto físico valiéndome del género de terror, ahora me valdré de la pornografía para evidenciar la trascendencia del sexo; pues, como todos sabemos, el sexo tiene una especifica función reproductiva, aunque también se sabe a ciencia cierta que el cuerpo humano está dotado de manera tal para que el sexo se convierta en una de las experiencias físicas más placenteras, y si tomamos en cuenta que el aspecto físico está ligado prejuiciosamente a varias de las experiencias mas placenteras, podemos figurarnos que es muy viable pensar que el no poseer x o y aspecto nos puede amputar de nuestras vidas dichas experiencias. En relación con el tema del sexo quiero opinar entre paréntesis que, partiendo de lo ya dicho, podemos figurarnos que el aroma maligno que suele exhalar el sexo proviene de este juego macabro, en el que las ansias por la desigualdad positiva en relación con los atributos de los amantes quedan totalmente declaradas, tanto que sea uno en persona quien posea un aspecto dado o que nuestra amante sea quien posea cierto aspecto, puesto que no es creíble que en relación con la lujuria todos quieran verse iguales o mucho menos ser réplicas. Por otro lado, y ya que toqué el tema de la función reproductiva del sexo, quiero agregar que incluso la apariencia de nuestros padres debe cumplir con ciertos parámetros, en contraste, esto me hace recordar filmes sobre niños que son hijos de dioses malignos y cuya apariencia es terrorífica, y además, hablando de procreación, no olvidemos como se crearon los androides que hoy en día cumplen incluso la función de conyugues; y es que las burlas en relación con el aspecto físico no son otra cosa que una afirmación que trata sobre no ser apto para algo como la familia o la sexualidad, aunque nuestra apariencia no sea un reflejo de nuestra verdaderas facultades…ah!, y si crees que hablo nimiedades, mira por ejemplo como en el reino animal las manadas se reúnen solo en razón de su misma especie.

CIRILO.

Soy de tu dictamen.

DAVID.

Incluso las escenas sangrientas en el género de terror, sea en el arte que sea, son invasivas no solo por su brutalidad sino por el aspecto de las víctimas, es decir, cuando se presentan imágenes de mutilaciones o casos similares, y es que uno podría decir que es en realidad el imaginarse en carne propia el dolor ajeno, pero el preciosismo de las escenas nos demuestra que en realidad hay una fijación visual con ese tipo de material.

CIRILO.

David, lo que intentas decir es que el hecho de que el género de terror haya tomado como uno de sus ingredientes predilectos los aspectos más monstruosos, pues, sea una prueba contundente de que el aspecto físico hace parte de los intereses de la gente en general, y que es muy consecuente hacer una asociación entre el dolor y el terror, de lo que se deduce que las escenas terroríficas no son otra cosa que ese dolor llevado al extremo; además, no siendo del interés de nadie el dolor, es de esperarse que la gente conciba una ambición alrededor del aspecto físico, o por lo menos de cómo la sociedad los percibe, ¿o no es así?

DAVID.

Tú lo has dicho, Cirilo. Además, y como habíamos señalado anteriormente, hay ciertos prejuicios ocultos en nuestros enunciados, y es el hecho de que nuestro discurso sobre el aspecto físico nos redirecciona a cierto tipo de actitudes que aunque son aplaudidas por ciertos círculos sociales, también son criticadas por otro tipo de personas, y es aquí donde aparece el término superficialidad, o sea, la idea de que nuestro aspecto nos hiera sobremanera o nos envalentone es tildada de superficial, no obstante, eso no es nuestro asunto, nuestro asunto va es por el análisis de la igualdad y qué es lo que hace que unos la deseen y otros la censuren. Y es que la respuesta acerca de los motivos de estos dos bandos la hemos dado ya al principio de nuestra discusión, pues, dijimos que las personas suelen abogar por la igualdad cuando las desigualdades se vuelven contra ellos, y que suelen abogar por la desigualdad cuando esta les conviene, palabras más, palabras menos; es decir que las personas que optan por glorificar la vanidad lo hacen para quienes cuenten con las características necesarias para llevar la vanidad a buen término, no sin dejar de lado la idea de que lo hagan con intenciones tóxicas, no obstante, y en cualquier caso, este tipo de practicas se manejan en la sociedad a modo de alimento psicológico, mientras que otro tipo de personas optan por desvirtuar el tema de la vanidad, sea porque es una cuestión irrelevante en relación con otro temas o sea porque piensan que este tema crea malestar en la sociedad, puesto que mucha gente no posee las características necesarias para satisfacer los cánones de belleza “impuestos” por esa misma sociedad, y tal como los cánones de belleza sobrepasan el aspecto de la gente del común, los aspectos de las historias de terror no son otra cosa que la representación de una desigualdad extrema e inversa a la de los ya citados cánones.

CIRILO.

Tus últimas palabras me recuerdan el término réplica, o sea, la réplica sería el extremo de la igualdad, y supongo que es a eso a lo que te refieres con el ejemplo del terror.

DAVID.

Ciertamente, pero quiero agregar que lo del aspecto físico y sobre todo ligado a los conflictos sociales no se limita solamente a la vanidad, es decir, que hay cosas que nos parecen mas o menos agradables, como por ejemplo los paisajes, pues, no podemos negar que existen paisajes que son visualmente siniestros, aunque no exista dolor ni maldad alguna en dichos paisajes, del mismo modo que no hay placer ni bondad en los paisajes que son visualmente hermosos, supongo que son meras impresiones.

CIRILO.

Podría argumentar que hacemos una especie de asociaciones mentales de manera subconsciente sobre el aspecto de los paisajes, como el paisaje árido con la desnutrición o el paisaje hermoso con la lozanía, mas sin embargo no tengo como comprobarte que dichas asociaciones se lleven a cabo en nuestro cerebro, por lo que yo también llego a la conclusión de que son meras impresiones.

DAVID.

Cirilo, y es que estas impresiones son las que determinan la igualdad tanto para bien como para mal, y pues se me ocurre así de momento el ejemplo de la comida, o sea, el aspecto de la comida no nos dice mucho acerca del sabor de la misma, no obstante es por instinto y no por estupidez que las personas se guían por la apariencia, es como cuando alguien se asoma a un abismo, y es por la sospecha que tenemos de que podemos caer en él lo que nos inspira el vértigo.

CIRILO.

¿Pero no es acaso cierto que los prejuicios se forman en nuestra mente gracias a un cúmulo de recuerdos de coincidencias?

DAVID.

¿A qué te refieres exactamente?

CIRILO.

Es decir, si en algún momento una persona tiene un vago juicio sobre otra persona basándose únicamente en su aspecto físico, ¿acaso esto no se debe a que la primera persona posee en su mente el vago recuerdo de una serie de casos en los que ciertas personas con ciertos aspectos tenían caracteres similares o vidas similares?

DAVID.

Por supuesto, y esto mismo es lo que sucede en el caso del abismo, pues lo más probable es que la persona que siente el vértigo posea en su saber casos en los que personas hayan caído o se hayan lastimado luego de caminar sobre un abismo o sobre un vacío. Y me imagino que el término que quieres traer a colación es el término probabilidad, y es que si decimos abismo no pensamos en otra sino en caer, aunque haya probabilidad de otras opciones, y es que lo mismo sucede con el caso de la apariencia física, por ejemplo, no hay muchas probabilidades de que un neonato te mienta, por lo que no hay una especie de prejuicio al respecto con los neonatos, o no es creíble que cuando alguien menciona el término neonato todos piensen en que éste miente, puesto que la experiencia que forma el prejuicio no nos invita a semejante suposición.

CIRILO.

Es como la apariencia física que reina en las cárceles, no es común que estas gentes posean rostros afables, aunque por otro lado existen intelectuales, artistas y hasta políticos cuya apariencia raya en lo salvaje.

DAVID.

Justo por eso hable de probabilidades, o sea, en el caso que expones es evidente que los primeros poseen características de los segundos, aún teniendo en cuenta que son individuos relativamente diferentes, no obstante, es bastante congruente llegar a la conclusión de que no por el hecho de que una persona esté en prisión, pues, se pueda catalogar de maligna, en contraste podemos encontrar artistas dedicados a la expresión de la maldad y de lo grotesco, como también políticos corruptos, dictadores sanguinarios o intelectuales que conciben doctrinas que incluso llegan a ser dudosas en sus propias vidas.

CIRILO.

El caso de la prisión ilustra nuestra teoría de las probabilidades mucho mejor, y aunque bien dices que no porque una persona caiga en prisión se la puede tachar de perversa, opino que es inverosímil o mucho menos probable que los santos caigan en prisión.

DAVID.

Que los santos caigan en prisión es mucho menos probable.

CIRILO.

¿Pero no estamos afirmando acaso que el aspecto de una persona determina su carácter?

DAVID.

Implícitamente lo estamos afirmando, Cirilo, y es que la cuestión nos remite de nuevo a las probabilidades, aunque no podamos aseverar que una persona sea de una manera porque tiene cierto aspecto tal como no podemos afirmar que una comida tenga cierto sabor por su apariencia, a menos que se conozca el sabor de dicha comida de antemano, no obstante, tampoco podemos negar que existen los casos en los que el aspecto de una persona nos ilustra acerca de su carácter.

CIRILO.

¿Y a qué viene que las personas de cierto aspecto busquen personas de su mismo aspecto?, pues, según tú.

DAVID.

A mi parecer es una sencilla y compleja interrogante, o sea, el aspecto físico no solo está estigmatizado por los prejuicios que estamos tratando, sino que también está ligado a otros asuntos mas concretos como la edad, y esta edad esta ligada a su vez a una serie de asuntos que surgen con la vida en sociedad como la cultura, la profesión, la religión o la filosofía, o incluso otros más invasivos como los círculos sociales o las tribus urbanas; pues, como ya lo habíamos hecho notar con el ejemplo de las manzanas, en este punto nos podemos figurar que surgen ya muchos otros factores a tener en cuenta a la hora de hablar de igualdad. Además, Cirilo, lo que subyace en esta opinión es el término compatibilidad, y es que en relación con este término quiero decir que no necesariamente es compatible solamente lo igual, y que es de esperarse que lo igual sea compatible como regla y que lo diferente o desigual sea compatible como excepción.

CIRILO.

Es decir que también se puede dar el caso de que dos cosas iguales sean incompatibles como también darse el caso de que dos cosas distintas sean compatibles.

DAVID.

En efecto.

CIRILO.

¿Entonces se puede afirmar que las diferencias de toda índole son las que distancian a las personas entre sí?

DAVID.

Opino que sí, y opino también que no es necesaria la distancia como tampoco lo es la cercanía, ¿y tú qué opinas?

CIRILO.

Soy de tu mismo dictamen en cuanto a la distancia y la cercanía, además opino que la diversidad de gustos puede alejar a las personas, no obstante, no creo que sea tan simplista el asunto como en primera instancia parece, o sea, en muchas ocasiones estos gustos conllevan ciertos requisitos como por ejemplo una vestimenta, un estilo de vida o cierto tipo de caracteres, como por ejemplo los caracteres que son comunes en la gente rumbera, o el nivel de cultura que es adecuado para un círculo de intelectuales, y es más, se sabe y se sobrentiende que la gente de las clases altas o privilegiadas de la sociedad prefieren socializar con otras personas de su mismo estatus socioeconómico, sea por la razón maligna o por la razón lógica da igual, no obstante, me explico: por un lado, tenemos la arrogancia que suele generar la desigualdad positiva y, por otro lado, tenemos la compatibilidad; y es que quien no posea un estatus socioeconómico equivalente a las personas que le rodean, pues, ciertamente se verá envuelto en un sinnúmero de situaciones bochornosas.

DAVID.

Pero bueno, ¿Cuáles son exactamente los efectos secundarios de la desigualdad?

CIRILO.

La exclusión y la predilección, dependiendo del caso.

DAVID.

Explícate, mi querido Cirilo.

CIRILO.

Pienso que las desigualdades suelen generar exclusión cuando son negativas y predilección cuando son positivas. Ahora bien, retomando el sencillo ejemplo de las manzanas podemos figurarnos que no existirá exclusión por parte de la primera manzana hacia la segunda manzana, pues, en razón de que la segunda manzana posea una diferencia notable, como por ejemplo que la primera manzana fuese roja y la segunda manzana fuese verde, y es fácil concluir que no existirá dicha exclusión puesto que las manzanas no piensan, y si no piensan es cuerdo concluir que no tienen intereses, por lo cual sus intereses no pueden ser vulnerados, además de que no hay entre las manzanas un prejuicio que indique que la de un color es mejor o preferible que la otra del otro color, y al no tener las manzanas la facultad del intelecto, no podría la una envilecerse por su color o incluso intentar engañar a la otra de ser mejor o preferible por su color.

DAVID.

¿A dónde quieres llegar?

CIRILO.

Al engaño, David. Ahora responde, ¿por qué una manzana intentaría engañar a otra manzana “diciéndole” que es más valiosa por su color?

DAVID.

No lo sé, dímelo tú.

CIRILO.

Mi conjetura es que, siendo el color la diferencia más invasiva entre las dos manzanas, pues, la primera opte por postular su color como el preferible en relación con el color de la segunda, haciéndose no solo con la preferencia sino también adelantándose a la exclusión de la cual puede ser víctima, y es que este comportamiento tiene su explicación en las probabilidades, las cuales nos dictan que las diferencias generan exclusión o predilección.

DAVID.

Es creíble.

CIRILO.

En relación con la sociedad quiero decir que, si se tiene en cuenta el papel protagónico de las diferencias en los casos de discriminación, es consecuente que las personas suelan tomar las medidas que apreciamos en el ejemplo de las manzanas como un instinto natural y como un alimento psicológico mediante el cual pueden cebar su vanidad, pues, magnificando aquello que los diferencia y, a expensas de la dignidad ajena.

DAVID.

Muy elocuente, Cirilo. Por mi parte quiero señalar el término exclusión, pues como ya hemos dicho la desigualdad deviene en exclusión, sin embargo, recordemos como los seres humanos excluyen de manera muy distinta a los animales.

CIRILO.

Los excluyen de manera impersonal.

DAVID.

Exactamente, pero a lo que quiero llegar a es que nunca se ha discriminado o excluido a un grupo de animales de la misma manera que ha sucedido entre los seres humanos, y es que hay algo muy personal y venenoso en la discriminación que hay entre los seres humanos, indiferentemente si se trata de asuntos trascendentales o intrascendentes; y esto es así incluso cuando se trata de exterminios, los cuales distan mucho de ser similares a los exterminios de animales, los cuales se llevan a cabo es para la industria alimentaria. Y si los seres humanos y los animales son tan diferentes, ¿por qué han existido las guerras consignadas en la historia?

CIRILO.

A lo que te refieres es a que si las desigualdades nos alejan, deberíamos por lo tanto estar más alejados del animal que del hombre; y aunque la situación no es tan trágica como la pintas, pienso que sí es cierto que esas guerras han existido, existen y seguirán existiendo hasta el final de los tiempos.

DAVID.

Creo yo que esto se debe a los prejuicios, es decir que el ser humano da por hecho muchas cosas en relación con sus semejantes, me explico: el hecho de que una persona pueda robarte cuando salgas a la calle es un prejuicio basado en las probabilidades, del mismo modo no hay probabilidades de que un animal haga una cosa parecida, y asimismo pueden darse un sinnúmero de situaciones que pueden resultar perturbadoras para la gente, además que estas situaciones se acumulan en nuestra mente y forman un prejuicio sobre la sociedad en general; otros casos podrían ser, por ejemplo, que las personas se burlen de tu forma de vestir, de tu aspecto físico, de tus sentimientos, de tus pensamientos, de tu familia, de tus preferencias sexuales, de tus gustos musicales, del color de tu piel, o de tu nacionalidad…y bueno, un larguísimo etcétera en el cual los animales son totalmente ajenos e indiferentes.

CIRILO.

Supongo que la conclusión de tu respuesta es que la mezcla de todas estas probabilidades es la razón por la cual existe la discriminación, la cual es uno de los efectos secundarios de la desigualdad, y que esta discriminación existe a modo de defensa y anticipación, además que esto explica el tratamiento que se tiene para con los animales, con los cuales no estamos a la defensiva en relación con este tipo de temas.

DAVID.

En otras palabras, lo que dices es que las personas tratan con reserva a otras personas y de acuerdo a ese cúmulo de recuerdos que han formado su noción de la sociedad, y pues que a los animales se les trata es más como a cosas, a pesar de que no existen ese tipo de reservas con ellos.

CIRILO.

Justamente eso quise expresar.

DAVID.

Ahora, pienso yo que es necesario traer al debate un término más.

CIRILO.

¿Qué término?

DAVID.

El término equivalente.

CIRILO.

Te escucho.

DAVID.

Pienso yo que hay muchos otros casos con los cuales podemos analizar el tema de la igualdad, así como muchas otras cosas a tener en cuenta a la hora de un exponer un sano dictamen, no obstante, quiero abordar el tema desde otro ángulo, y para ello quiero retomar el ejemplo de las manzanas. Al analizar el ejemplo de las manzanas tomamos en cuenta solamente las características de dos manzanas, pero al momento de transponer a la sociedad este ejemplo nos tendremos que enfrentar no solo a muchos otros factores a tener en cuenta sino a distintas clases de seres, y no solamente las diferencias que existen entre los seres humanos y los animales, las cuales resultan mucho más marcadas que las diferencias que podemos encontrar entre los seres humanos, sino también en las especies y subespecies de estos seres vivos, por ejemplo, los factores a tener en cuenta para desarrollar nuestras conjeturas se verían multiplicados en el ejemplo de las manzanas si al caso invitásemos una sandía, de lo cual resultarían muchas otras diferencias físicas, las cuales nos alejarían por completo del término réplica; ahora bien, otro asunto sería discutir si dichos factores son cualidades o defectos, y a sabiendas que estas cualidades y estos defectos son indiferentemente diferencias y/o desigualdades, deberíamos también tener en cuenta el término equivalente, pues, bien seguros de que estas dos frutas no pueden ser del todo iguales y mucho menos una manzana ser la réplica de una sandía, sería necesario concebir que algo y otra cosa, no siendo lo mismo sino todo lo contrario, se puedan considerar en sano juicio de la misma naturaleza y valía.

CIRILO.

Dame un buen ejemplo en el que dos cosas sean diferentes y equivalentes al mismo tiempo.

DAVID.

Bueno, el arte es un buen ejemplo de ello, la poesía no es pintura pero ambas pueden ser equivalentes, aunque la una se lea y la otra se observe; negar esta comparación sería como decir que es inválido comparar a la música con la filosofía, puesto que no es propio de la naturaleza de la música la razón ni es propio de la naturaleza de la filosofía ni el sonido ni los instrumentos. Además, cabe señalar que no quiero yo dar por aceptada la calidad artística de las artes que acabo de mencionar, pues trato este ejemplo es de acuerdo al tema que estamos discutiendo.

CIRILO.

Lo que quieres decir, David, es que aquello que hace a las cosas equivalente es la especie, puesto que aunque la manzana y la sandía son en suma distintas se puede afirmar que ambas son frutas, y asimismo con el caso de la poesía y la pintura, además, explicas que es justo esa familiaridad lo que las hace equivalentes, y que son equivalentes sin ser iguales y sin ser réplicas. Pero según tu apreciación podríamos aseverar que todos los animales son equivalentes porque son animales y no son insectos, o que todos los seres humanos son equivalentes porque son seres humanos y no plantas. Lamentablemente y como ya hemos comentado, el término igualdad nos redirecciona a temas sociales, y es en este contexto en el que es complejo el afirmar en buena lógica tus apreciaciones, y para ilustrar mejor lo que acabo de decir quiero traer a colación el término competitividad. Esta competitividad es la glorificación de la desigualdad, además de ser la motivación saludable de muchas personas en la sociedad, por lo que la idea de que dos personas sean equivalentes por ser personas y no seres inanimados, por ejemplo, es contraria a la idea de la competitividad, puesto que la naturaleza de la competitividad es ganar o perder por desigualdad.

DAVID.

No es por apretujar la discusión con más términos, pero quiero traer a colación el término injusticia, pues, inspirado en el término competitividad y en relación con la igualdad, que es el tema primero de nuestra discusión.

CIRILO.

No hay problema, ¿qué me puedes decir acerca de la injusticia?

DAVID.

La justicia es el antónimo de la injusticia, para comenzar, además, la justicia trata ciertamente de la igualdad. Por otro lado, yo sé que quieres llegar al punto de que no todo lo justo es lo que debe ser ni todo lo que debe ser es justo, como sucede en el caso de la competitividad, en el que un individuo competitivo triunfa por encima de alguien que tiene poco o ningún mérito; y es que se puede dar el caso de que la competitividad aplaste a una persona o a un grupo de personas, y luego argumentar de que es justo darle una parte igual a quien no la ha ganado y quitársela a quien tiene el mérito, aunque personalmente opino que es como quien quiere tener mas años sin haberlos vivido.

CIRILO.

¿Y entonces qué se debe hacer en esos casos?

DAVID.

La respuesta es el término compartir, es decir, siempre que este compartir sea por voluntad propia, pues, se considerara el caso como ajeno a la justicia o a la injusticia, y que esto se explica mas como un tributo o un estimulo para quien no ha tenido tan buena fortuna; en el caso contrario, es decir, en el caso en el que se opte por quitarle a quien más tiene para darle al más necesitado, pues, lo correcto sería utilizar el término supervivencia.

CIRILO.

Quiero señalar que es posible que haya una actitud saludable de supervivencia como una actitud corrosiva al respecto. Por otro lado, te pregunto, ¿no es esto como decir que debe ganar el equipo perdedor en un juego?, ¿o acaso no es como decir que debe ganar el luchador más débil?

DAVID.

Convengo en ello, Cirilo, pero si retomamos el prejuicio al que nos redirecciona el término igualdad puedes intuir sin ni siquiera nombrar los casos que eso depende del contexto; por ejemplo, no es la misma igualdad que hay entre las dos manzanas en relación con su aspecto, que la igualdad que hay entre los derechos humanos, los cuales deben ser iguales para cada individuo, y asimismo no es la misma igualdad que hay entre el equipo ganador y el equipo perdedor, pues, el juego mismo consiste en que resulte un ganador y un perdedor, y muy seguros de que va ganar el más apto, podemos concluir entonces que es justo que pierda el que tiene menos mérito.

CIRILO.

Si, el contexto, David, y es que hablando de la justicia del estado, se entiende que esta es un poco impersonal en relación con cierto tipo de cosas, como por ejemplo el aspecto físico, el cual nunca se toma en cuenta en la constitución de ningún país, a menos que se trate de la raza, no obstante, se pueden encontrar en dichas constituciones decretos menos específicos como aquellos que versan sobre practicas vejatorias, mas no suele ser común que se especifique el aspecto físico como se especifica en el género de terror. Por otro lado, quiero traer otro término para ilustrar mejor tus conclusiones, dicho término es hipocresía; bueno, el ser hipócrita no puede ser sino gracias a los intereses, es decir que no es creíble que alguien vaya a un estadio a ver que ganen ambos equipos o ambos luchadores, cuando lo cierto es que todos asisten a dichos eventos con la idea de que alguien va a ganar y alguien va a perder, y que esto no es otra cosa que desigualdad, además que es en este tipo de casos en los que se puede originar la admiración, y que esta admiración bien podría ir de la mano con la hipocresía, pues entre admirar a una persona que posee una gran fortuna y poseerla uno, pues, es más consecuente que uno piense que esa fortuna debería ser propia. Los casos que prueban nuestras conjeturas y las excepciones son tantas que quiero expresar que en esta conversación solo se expondrá una serie muy mezquina de lo que en realidad podría ser; he aquí otro caso que nos habla del término admiración, figurémonos que un hombre admira a una mujer por su aspecto físico, aquello que subyace en esta situación no es que el hombre que la admira quiera ser así, sino que se entiende que el quid del asunto va por el hecho de que en vez de desearla en realidad quiera poseerla, y es esto a lo que hemos llamado hipocresía, y es esta la predilección de la desigualdad positiva, puesto que esta mujer es más hermosa que las demás y es por lo tanto desigual a estas, y asimismo se podría objetar que el hombre sea quien quiere ser deseado, puesto que hay un desbalance entre solo admirar y no ser admirado. Otro caso similar se presenta con los intelectuales, pues, que una persona admire a un intelectual, sea cual sea el talento que este haya cultivado, no quiere decir que esa persona desee ser intelectual, no obstante existe una desigualdad positiva entre el intelectual y el admirador, y esta “desigualdad positiva” la consideramos aquí y en esta conversación como tal, pues, partiendo del hecho de que en vez de causar perjuicios causa beneficios, los cuales podrían ser la misma admiración o el placer de disfrutar de x o y talento, además que el término desigualdad se ve eclipsado en estos casos por el mérito, al cual bien podríamos denominar de una manera más dramática, como por ejemplo, con el término sacrificio. Otro caso de desigualdad positiva podría darse en el caso de las empresas, o sea, que si bien estas empresas se lucran del consumo de sus productos, pues, las mismas compensan esta desigualdad con la generación de empleos y con el consumo de materia prima, y es que de este caso se puede argumentar que cuando una persona compra un producto, es correcto afirmar que dicha persona no posee la misma riqueza que la empresa que elabora el producto, por lo que es viable concluir que existe una desigualdad entre el comprador y la empresa, no obstante, hay que tener en cuenta que dicha empresa genera empleo, y que la empresa se lucra del empleado y el empleado de la empresa, y que la primera empresa se lucra de la materia prima que compra a la segunda empresa, como la segunda empresa se lucra de venderle la materia prima a la primera empresa, asimismo como el consumidor común se lucra de su compra y la empresa se lucra de su venta, aunque este consumidor no posea el mismo poderío económico de la empresa a la cual compra su producto; también cabe señalar que el producto que compra el consumidor común no tenga nada que ver con el poderío económico de la empresa en cuestión, por ejemplo, que el susodicho producto fuera una caja de leche, pues, nada tiene que ver el valor del producto con el poderío económico de la empresa que provee la leche, de lo que podemos concluir que la inversión del comprador común es del mismo valor del producto y no del valor de la empresa, y es que esto es como ir al mar a sacar agua con un balde, y aunque el mar posea toda el agua que alcanzas a apreciar, solamente puedes llevarte el agua que el balde te permita, y cabe aclarar que el balde del ejemplo equivale al dinero del comprador y el mar equivale a la empresa, es decir, que el comprador se lleva un producto que corresponde con su inversión, y muy seguro de que la desigualdad que hay entre él y la empresa está cabalmente justificada.

DAVID.

Y es que ha quedado claro que el término igualdad puede presentarse de muchas maneras;  en este momento se me ocurre es el caso de la idoneidad por desigualdad, me explico: digamos que se da el caso de que dos personas tienen una edad distinta, pero el uno es un maestro y el otro es un alumno, o que el uno sea el padre y el otro sea el hijo, o que exista una atracción sexual basada en la diferencia de edades. Y en contraste, pienso que pueden resultar otros casos como en los que la igualdad negativa se vuelve el factor decisivo a la hora de determinar la idoneidad, como en los casos en los que la pobreza extrema hace las veces de idoneidad para los habitantes de la calle.

CIRILO.

Me parecen notables tus apreciaciones, David.

DAVID.

Pero dime, Cirilo, ¿qué piensas de los casos en los que una persona toma la justicia por su propia cuenta, es decir, el caso de los asesinatos?

CIRILO.

Te refieres es a las venganzas…pues, opino que no es del interés de nadie morir o ser asesinado, a menos que sea un suicida, y si no es del interés de una persona el dejar de vivir, es cuerdo pensar que es injusto que alguien le arrebate la vida, además que la justicia del estado se encarga de penalizar estos casos, indiferentemente de quien se trate o por las razones que sean, puesto que ante la ley todos somos iguales, no obstante, nosotros no somos la justicia del estado y no es nuestro asunto el regular la sociedad, por lo que el hecho de que sea justo que todos sean juzgados de la misma manera se vuelve una cuestión malsana en ciertas ocasiones y cuando se ve desde el punto de vista personal. Retomando la frase “no es nuestro asunto”, quiero decir que es congruente pensar que no es asunto de la justicia del estado los motivos por los cuales una persona comete un crimen, como tampoco es asunto de la empresa de las cajas de leche lo que el comprador haga con la leche, es decir que los puntos de vista filosóficos son nulos delante de la justicia del estado, puesto que no es propio de la naturaleza de la justicia del estado el indagar en el saber y la verdad sino el regular la sociedad para su buen funcionamiento.

DAVID.

¿Entonces la justicia del estado está por encima de la filosofía?

CIRILO.

No, esto es como decir que el hambre está por encima de los seres vivos.

DAVID.

¿Son entonces equivalentes la filosofía y la justicia del estado?

CIRILO.

Yo utilizaría el término análogo, mi querido David, puesto que la filosofía busca es la verdad, que es lo correcto, mientras que la justicia busca la regulación, lo cual también es correcto, sin embargo, y como ya lo hemos expresado, la sociedad nos llena de una serie de factores que vuelven difuso no solo el hecho de dictaminar si hay igualdad en algo, sino también si hay o no justicia en algo. Es como los casos en los que una persona atropella a otra y esta persona muere, e imaginando que este hecho fue un accidente y no un asesinato, podemos figurarnos que la justicia no mirará la culpabilidad de quien atropelló a la otra persona sino el hecho en sí, y es aquí donde la filosofía tiene un interés en la verdad, el cual es que dicho hecho no es un crimen, pero también es donde la justicia tiene un interés en la regulación, el cual es que dicho hecho sucedió y la persona perdió la vida.

DAVID.

Contundente.

CIRILO.

Bueno, esa es la idea, no digo que la justicia del estado siempre lleve a buen término sus deberes, pero si no lo hace es o por negligencia o por corrupción, pero se entiende que esa es su tarea.

DAVID.

A veces cuando estoy a solas observando con tono irreverente las noticias, pues, hago comentarios sobre la susodicha corrupción, acerca de que se me antoja la mayoría de las veces como la mas descarada de las negligencias, y es que, si otro fuera el contexto, pues, esto sería otro comentario sarcástico, pero en ocasiones veo también analogía entre la justicia del estado y la medicina; y es que como filósofo se me antoja más colorida la estupidez que la malignidad.

CIRILO.

Creo que nuestra discusión a llegado a su fin, David, y en relación con tu última apreciación opino que la estupidez es al filósofo como lo que es la enfermedad al médico, ¿no te parece?

DAVID.

Soy de tu dictamen.

La iglesia de los siete demonios

Las breves historias hasta ahora relatadas han tenido lugar en el siglo XXXI, y como el lector habrá podido apreciar, estas historias suelen describir el contexto histórico en el que se desarrollan, pues, el caso de la siguiente historia tiene que ver es con las religiones, que como ya había mencionado, se mantuvieron en pie a pesar del tiempo y los cambios sociales que tuvieron lugar luego de que el hombre abandonara el planeta tierra; a pesar de que las religiones se han dado naturalmente en todas las culturas a lo largo de la existencia de la humanidad se tiene documentado que estas no siempre han estado en movimiento en relación con sus máximas figuras, es decir, que el flujo de profetas, mártires o dioses que han pasado a la historia de dichas religiones en algún momento ha cesado y dichas religiones han seguido sus actividades sin que nuevas figuras enriquezcan su historia, pues, luego de abandonar el planeta tierra surgió un renacimiento filosófico debido al conocimiento a posteriori que se alcanzó con la relativa conquista del universo más próximo, y aunque las religiones no se pronunciaron públicamente acerca de este hecho histórico y de los sucesivos avances tecnológicos, un notable flujo de pensadores, gurús, filósofos y místicos tuvo inicio a mediados del siglo XXVII, este movimiento se debió en parte al nuevo estilo de vida al que los conduciría la revolución científica tanto para bien como para mal.

El protagonista de la siguiente historia es Aldo, este hombre cuenta con 50 años de edad, vive en el planeta Marte, en un país cuyo nombre es Corinto y su casa está ubicada exactamente en el distrito No.7, en la cual vive una vida ascética y solitaria; Aldo es maestro de filosofía y entre sus méritos se encuentran el haber publicado un sin número de libros acerca de cuestiones filosóficas concernientes al nuevo orden mundial marciano, libros acerca de la filosofía del arte y cómo criticar el arte de manera objetiva, además de libros que tratan acerca de sus pensamientos filosóficos en relación con las doctrinas de algunos pensadores, místicos y filósofos antiguos y contemporáneos considerados como tal desde la conquista de Marte y el haber sido maestro personal de presidentes y emperadores. Aldo conoció a Fedro en Urano hace ya unos 6 años, en relación con Fedro se puede decir que es un sacerdote perteneciente a La Iglesia de los Siete Demonios, y en relación con esta iglesia se puede decir que es una institución religiosa fundada a finales del siglo XXII en el planeta tierra; esta iglesia profesa la racionalización de las creencias religiosas como una necesidad atemporal del hombre, como también profesa la necesidad del culto, del misterio y de la idolatría. Como lo dije anteriormente, Aldo conoció a Fedro en Urano, pues, en aquel entonces Fedro se encontraba por orden y auspicio de La Iglesia de los Siete Demonios recolectando artilugios religiosos para vender en subastas y haciendo unas investigaciones sobre la crisis mundial en ese planeta, el cual en la actualidad está casi deshabitado por poseer un clima inadecuado para la vida humana a pesar de todos los recursos tecnológicos que responden a este tipo de necesidades, pues, según las declaraciones de los medios de comunicación; Aldo por su parte se encontraba en Urano porque es de ese tipo de personas aficionadas a viajar constantemente, y gracias a que las noticias habían documentado la hecatombe, pues, Aldo decidió que quería vivir en carne propia ese momento histórico en el que la gestante sociedad de Urano comenzaría a evacuar el planeta, además de aprovechar la ocasión para conseguir documentos, artilugios y testimonios como parte del material que utilizaría en algunas de sus futuras obras literarias. Aldo y Fedro se conocieron exactamente en una de las estaciones del metro de Alameda, uno de los tres grandes estados formados en Urano, pues, mientras Aldo esperaba el metro vio aparecer a Fedro, e inquietado por el porte y la vestimenta de Fedro se acercó a él para preguntarle si era una especie de ocultista y, para su sorpresa, éste lo reconoció gracias a la pequeña pero significativa fama de Aldo en el mundo literario, luego ambos mantuvieron una conversación que se extendió no solo en el metro sino también por algunos meses mientras ambos concluían sus respectivos asuntos, y al final quedaron de contactarse vía internet para futuros encuentros o para cualquier novedad que resultase acerca de sus mutuos intereses. Hace dos meses poco más o menos Fedro publicó en su sitio web que había sido trasladado a la sede marciana de La iglesia de los Siete Demonios en Corinto para oficiar allí sus ceremonias religiosas, y Aldo no tardó en escribir a Fedro que sería grato verse de nuevo en persona y ambos concretaron una cita.

Es martes y es el día en que Aldo irá a visitar a Fedro, son las 2:00 pm, el día está grisáceamente nublado y una llovizna abúlica se cierne sobre la parte sur de Corinto; Aldo está vestido con una camiseta manga larga y semi formal de color negro, esta no posee botones, es gruesa y de cuello alto, también luce un elegante pantalón negro y tanto la camiseta como el pantalón están levemente ajustados al cuerpo, sus zapatos son de un opaco y negro cuero y además luce numerosos anillos en sus manos; en relación con el aspecto de Aldo se puede decir que es un hombre alto, mide aproximadamente 1,80 m, su tez es de color blanquecino y su textura es farinácea, su cabello es corto, grueso, liso y de color negro y está cortado meticulosamente, sus cejas son gruesas y están naturalmente organizadas, sus labios son purpurinos y semi carnosos, su nariz tiene una forma levemente irregular y a un mismo tiempo es delgada y afilada, sus ojos son negros y meditan tranquilamente en la perpetua oscuridad de las ojeras que revisten sus cuencas, está afeitado al ras y el resto de su cuerpo posee una contextura enjuta. Aldo ha dejado el computador encendido para escuchar las noticias, de momento el presentador habla acerca de una persecución en la quinta avenida del distrito No.11, y Aldo escucha atentamente las noticias junto con el susurro pluvial mientras se sirve algo de café; el departamento de Aldo está repleto de pinturas siniestras, de libros y revistas culturales esparcidas desordenadamente por todas partes, de artilugios esotéricos y curiosidades arqueológicas que ha conseguido en subastas y mercados de dudosa reputación. Aldo se sienta en un asiento al frente del escritorio, lugar donde está ubicado el computador y escribe: “Fedro, estaré en la iglesia en media hora poco más o menos”, a lo que Fedro responde, “Listo, estaré atento a tu llegada”, pues, Aldo termina de organizar algunos documentos en el computador mientras se toma el café junto con un par de huevos y lonchas de tocino, y luego de terminada la merienda Aldo activa una lista de reproducción con sus canciones favoritas, apaga la luz y parte rumbo a la iglesia. Aldo entra en un carro de color blanco, de porte simple pero solemne, se sienta en uno de los asientos traseros de este y dicta la dirección al computador del carro para que este lo lleva a su destino y el carro arranca; Aldo observa por la ventana del carro el fluir de las personas, de los carros y de la metrópolis misma hecho una mancha ininteligible por la velocidad del movimiento y su calor corporal hace que los vidrios del carro se empañen. Luego de un rato Aldo llega a La iglesia de los Siete Demonios, la cual está ubicada al frente de una avenida repleta de rascacielos y de una considerable contaminación auditiva, pues, el carro de Aldo se detiene en la entrada de la iglesia y Aldo baja la ventana del carro y presenta su cédula a un androide que cumple la función de guarda de seguridad, y luego de que el androide verifica la identidad de Aldo, el cual ya estaba anunciado en la portería, procede a abrir las puertas y a devolver la cédula a Aldo, Aldo toma su cédula y sube la ventana del carro, luego el carro entra y recorre un largo sendero en el que se aprecian algunos monumentos de los personajes más sobresalientes de dicha iglesia y una variedad de flora que está acompañada por un cartel que reza sus respectivos nombres científicos. Después de llegar al parqueadero Aldo se baja del carro y se dispone en dirección a la iglesia; en relación con el aspecto de la iglesia se puede decir que es una edificación que ha sido construida inspirada en las más íntimas intenciones religiones, pues, esta está subdividida en diversas secciones, entre las que se destacan una biblioteca exclusiva para autores dedicados a temáticas lúgubres, esotéricas o filosóficas, cuenta también con diversos auditorios que se utilizan para conversatorios, exposiciones y conciertos, además de poseer un museo que exhibe la historia de La Iglesia de los Siete Demonios no solo en Corinto y en Marte sino también en otros planetas, además de una vasta cripta subterránea en la que se encuentran los restos de siniestros personajes marcianos que han pertenecido a dicha iglesia y, por supuesto, el templo religioso en el que se ofician misas diariamente. Luego de haber recorrido el parqueadero bajo la llovizna Aldo sube unas escaleras que están en la entrada de la iglesia, pues, entra en la iglesia y se encuentra con Fedro, ambos personajes se saludan con un apretón de manos y luego ambos se disponen a caminar por el ala derecha de la iglesia; en relación con el aspecto de Fedro se puede decir que es un hombre de aspecto espiritual e intelectual, mide aproximadamente 1,76 m, la contextura de su cuerpo es medianamente atlética, su cabello es largo, brilloso y ondulado, de textura etérea, de color miel y de una extensión que abarca por completo su espalda, sus ojos son de color rojo, sus cejas son finas y están naturalmente organizadas, sus labios son pequeños, lívidos y áridos y está minuciosamente afeitado, además está vestido con un traje formal de color negro, una camiseta de color negro y cuello redondo debajo de un blazer abotonado, una correa negra y delgada adornada con una fina hebilla de oro, un pantalón negro con pliegues frontales y unos zapatos negros de punta afilada y, además, cuenta con 39 años de edad. «Señor Aldo, ¿cómo ha estado?», pregunta Fedro, «muy bien, gracias, ¿y usted?», responde Aldo gravemente y pregunta, «bien», responde Fedro con laconismo, «eso es lo importante», comenta Aldo y continúa, «he notado que tus publicaciones en internet son siempre cosas acerca de la iglesia y nunca cosas acerca de tu vida privada», «bueno, esta iglesia suele ser muy liberal en ese sentido, con la vida privada y ese tipo de asuntos, más sin embargo es común que los miembros de esta religión posean una faceta harto grave y de lo cual yo no soy la excepción, de modo que mi reserva se debe es a una elección personal y no a una imposición», responde Fedro mientras ambos caminan y observan pinturas y esculturas de demonios, de personajes místicos y de escenas de las sagradas escrituras de dicha religión, las cuales estaban sumidas en las sombras y resaltadas por la tenue iluminación que se filtraba por los ciclópeos vitrales de la iglesia, «volviéndote a ver reafirmo mi impresión de que es notable tu porte y tu actitud ocultista», comenta Aldo retomando la charla, «dices, en palabras más castizas, que te extraña que exhiba mi carácter ocultista y que posea una faceta filosófica, y que siendo tu caso el de un filósofo que posee una faceta ocultista, pues, llegas a la conclusión de que somos el mismo individuo pero con una de las dos facetas declaradas, al punto de que una de las dos ha sido el oficio al cual hemos consagrado nuestras vidas», responde Fedro, «en ningún momento he dicho tales cosas», exclama Aldo y agrega, «sin embargo, opino que el gusto por la razón o por lo oculto es más que todo una fijación, una fijación como la que los artistas tienen con la belleza, y que a veces se pretende teorizar o justificar dichas fijaciones, o sea, en el caso del ocultismo lo que sucede es que a una tendencia ingénita por lo siniestro se le atribuyen magnos significados, y en el caso de la filosofía lo que sucede es que nunca ha sido un misterio que cualquier individuo puede razonar en pro de lo que le cautiva y en contra de lo que le importuna», «seguramente», responde Fedro mientras invita a Aldo a sentarse en uno de los bancos destinado para la congregación y ambos se sientan. «No creo que el término “fijación” sea equívoco para este caso», dice Fedro, retomando el hilo de la conversación y prosigue, «pues, muchos asuntos se apoderan de la mente humana, como la ambición o la vanidad, y siendo la lógica tan simplista a cada quien le parece que su fijación es contundente en extremo; en mi caso y en el caso específico de la religión puedo decir que la cuestión radica en la necesidad del ritual y del misterio porque no es la mera protección de una entidad imaginaria, porque para eso existen las armas o la policía, es la necesidad de un ente superior. Este caso se me antoja muy similar al de la educación pública, que como ya sabemos ha sido desde siempre obsoleta y reemplazable por las tradicionales clases particulares o por el aprendizaje autodidacta mediante las bibliotecas o el internet», «es el pathos la razón por la cual nunca se le han dicho este tipo de cosas a las iglesias de la senda de la luz», objeta Aldo y continúa, «porque en relación con el ejemplo de la educación pública se puede afirmar que si las personas pueden aprender en conjunto también lo pueden hacer en solitario, por lo que los planteles educativos son obsoletos en este aspecto, como ya lo dijiste, e igualmente los rituales de alabanza y todas las demás pasiones religiosas pueden realizarse tanto en la iglesia como a solas, de lo que se deduce que la iglesia es innecesaria, y si esto es así, ¿por qué las cosas han sido como han sido?, pues, todo apunta a que en verdad hay una necesidad de culto y de ritual, porque si no se le encuentra sentido a aprender en conjunto lo que se puede aprender en solitario ni a realizar rituales en conjunto cuando se pueden realizar a solas, el sentido sería que tanto la educación pública y la iglesia son instituciones basadas en la necesidad del ritual, un ritual de carácter colectivo, y esto, claro está, dejando de lado las conspiraciones y los significados ocultos e impronunciables en los que se escudará principalmente la religión», «un ejemplo que encuentro más ilustrativo es el de la sexualidad: aparte de los atributos físicos de los amantes, muchas personas encuentran cierto deleite en experimentar una sensación de depravación o de sublimidad en sus relaciones sexuales», afirma Fedro y continúa, «y esto es similar a lo que sucede en las iglesias en relación con la sensación de benignidad o de malignidad, por lo que no quiero que subestimes el término “ritual”, porque en ciertas instancias las fijaciones de las personas pueden adquirir proporciones mentales superlativas», «recuerdo que una vez…», dice Aldo, hace una leve pausa y continúa, «yo estaba en el Coliseo en uno de esos shows de lucha libre, no sé si alguna vez has asistido, el caso es que habían unos hombres en el público fornicando con tres mujeres, pues, de aquellas que se presentan como parte ornamental del show, y resulta que de un momento a otro estos individuos comenzaron a comérselas vivas», «¿y qué pasó?», pregunta Fedro fríamente, «terminaron por comérselas hasta dejarlas hechas un montón de huesos con algunos jirones de carne sanguinolenta; Fedro…pienso que este suceso tiene algunas particularidades que pueden ilustrar nuestros razonamientos, pues, pienso que ese acto funciona de la misma manera que funciona la catarsis de los rituales colectivos, y pienso que no hubiese surtido el mismo efecto si dicho acto hubiese sucedido en solitario», explica Aldo, «convengo en ello», expresa Fedro, «también opino que comer carne cruda, medio tibia y sin ningún tipo de guisante no es algo que pueda considerarse apetitoso, por lo que deduzco que tu comentario acerca de que no subestime las dimensiones que pueden alcanzar las fijaciones, sean coherentes o no, se ve reflejado en esta anécdota; además opino que aparte del efecto del ritual en masa de esta anécdota también se puede señalar como factor clave la sensación de malignidad», concluye Aldo. «No olvidemos el tema de la idolatría», comenta Fedro cambiando el tema y prosigue, «siendo la religión un hecho o una ficción, es innegable que las personas adeptas a una religión practican la idolatría mediante las oraciones, los cánticos e inclusive los sacrificios, y que si negáramos la religión como un hecho, es decir, con la existencia de todos los ángeles, demonios, infiernos o paraísos, lo cierto es que el deseo de un culto idólatra ha sido genuino aunque se afirme y compruebe que ha sido basado en una mentira o que todo se resume a una serie de metáforas y alegorías indescifrables», «lo que quieres decir, Fedro…», comenta Aldo mientras ambos centran su atención en el ensayo del oscuro coro de la iglesia, «es que el sentir del creyente es real aunque la religión sea un invento o una alegoría», «y aunque la religión fuera un embuste esta se mueve también por compatibilidad de caracteres y estilos de vida», objeta Fedro y prosigue, «lo mismo sucede con la imaginería religiosa o con las representaciones, que si bien nadie ha confirmado que los demonios o los ángeles sean representaciones, pues, en el caso de que lo fueran sería congruente concluir que se trata de la naturaleza espiritual de las personas», «del mismo modo que procede la ficción en la literatura», comenta Aldo, «aunque la literatura tampoco ha confesado que la ficción trate de representaciones», objeta Fedro, «no lo ha confesado», responde Aldo y agrega, «además que dichas imágenes podrían hacerse en solitario pero deduzco que la explicación a esto es la misma de la anécdota acerca del canibalismo en el Coliseo, es decir, que todo se resume a una catarsis pública», «tú lo has dicho», responde Fedro, y luego ambos se detienen un momento para escuchar el susurro mesurado de la llovizna acompañado de los truenos y los cánticos corales, y para observar el claroscuro de los visitantes que deambulan por la iglesia. «El ateísmo es otro asunto que persigue a las religiones, me figuro que las alegorías son una especie de vacuna contra este tipo de posturas», comenta Aldo rompiendo el silencio, «Aldo, la cuestión es muy elemental, surgen incongruencias porque estamos hablando, primero que todo, de la claudicante naturaleza humana y su esquivo intelecto y, segundo, porque la religión es un negocio», responde Fedro, «no puede ser de otra manera», exclama Aldo y prosigue, «esta discusión me recuerda la ley de atracción, posiblemente estas y otras críticas se inspiran en la grandilocuencia sinigual a la que se han entregado de manera pasiva las religiones, ¿no lo crees así?», «sí, estoy de acuerdo con tu dictamen en el punto de que las religiones son en extremo grandilocuentes», responde Fedro y continúa, «más sin embargo La Iglesia de los Siete Demonios dice al respecto que este tipo de actitudes altivas pueden practicarse siempre y cuando quienes las practiquen no se vean involucrados en asuntos legales y que inculpen a la iglesia, también dice que estas actitudes son un rasgo connatural de las personas y que la filosofía no puede cambiar, y dice que el hecho de que una persona se comporte de dicha manera no quiere decir que sea una persona egocéntrica y, en contraste, también dice que el hecho de que una persona posea un temperamento parsimonioso no significa que no sea altiva o vanidosa, pues, como tú lo acabas de expresar, las religiones, más que ninguna otra institución, han ostentado tanta solemnidad a pesar de sus altruistas intenciones, dice además que las personas son libres para comportarse como les plazca y que comentarios como el tuyo pueden crear una atmosfera represiva, sea para que las personas sean humildes a la fuerza o para que sean altivas artificialmente», «lo acabo de notar, es decir, eso de que puedo crear una atmosfera represiva con mi comentario», opina Aldo, pensativo, «además de que es una falacia», reanuda Fedro, «que las religiones sean graves en extremo no dice nada a favor o en contra de estas», «concuerdo contigo», responde Aldo; y luego Fedro invita a Aldo a caminar por las instalaciones de la iglesia y ambos se levantan del banco y se disponen en dirección a una puerta mientras Aldo observa algunas proyecciones de escenas religiosas en la alta bóveda de la iglesia.

Luego de pasar por una puerta Aldo y Fedro penetran en un neblinoso pasillo sostenido por pilares, cuyo techo es de la misma altura que el de la iglesia y del cual pende una hilera de lámparas de fuego, este pasillo mide alrededor de 12 metros de ancho y está alfombrado con una alfombra negra, además, a un lado del pasillo se encuentra una pared de color blanco y al otro lado del pasillo hay un prolijo jardín en el que ondea un ceniciento césped. «¿Qué es la depravación?», pregunta Aldo, «la depravación no es otra cosa que la desviación y/o la adulteración de lo que es natural…me explico, que un asesino salve vidas es algo depravado, que la filosofía no razone es algo depravado, sin embargo, hay asuntos que se entienden universalmente como depravados como la drogadicción, pues, la gente dice que es natural que el hombre busque el placer, mas no es natural que este placer lo subyugue y lo consuma, y es más, el depravado, aparte de gozar de sus fetiches, necesita aspirar el aroma de la malignidad y sus sentidos producen este aroma en relación con sus prejuicios», responde Fedro, «es decir que sin prejuicios la depravación se debilita», sugiere Aldo, «se debilita en el sentido poético pero el vicio sobrevive», objeta Fedro, y de pronto, Aldo alcanza a percatarse de la presencia de unos hombres que pasan por su lado y los cuales están vestidos con blancas ropas anchas y capuchas, «Fedro…¿qué son esos seres?», pregunta Aldo intrigado, «son hombres y no están muertos, tengo entendido que a basa de ciertas prácticas han logrado vivir más de lo normal y que su edad ronda los 500 años», Aldo se detiene absorto mientras asimila un aroma que nunca antes había olfateado a la vez que observa el rojo firmamento marciano, «sigamos», propone Fedro, a lo que Aldo obedece, «intuyo que la depravación se censura a modo de precaución, pues, con el fin de modelar la naturaleza del hombre en razón de que esta no se deforme, además pienso que el sentido común es una de las herramientas clave para modelar esta naturaleza», opina Aldo, «explícate», dice Fedro, «por supuesto», responde Aldo y continua, «la ambición, por ejemplo, ha llevado al hombre a la creación de la sociedad, y la ha creado puesto que le es posible, y el hombre no piensa en crear el universo puesto que no le es posible, ¿no es así?», «posiblemente…», responde Fedro, «es decir que mientras el hombre desee aquello que le es posible su ambición será saludable y coherente, pero si esta se deprava terminará subyugándolo y consumiéndolo como el ya citado caso de la drogadicción», añade Aldo, «convengo en ello», responde Fedro, «pero miremos el asunto desde otro ángulo», sugiere Aldo y prosigue, «¿quién no se ha imaginado a sí mismo destruyendo la mismísima creación en un arranque de ira?», «yo no, pero resulta sencillo figurárselo», responde Fedro, «bueno, ¿y donde quedarían nuestras emociones cuando no podamos hacer otra cosa que crispar nuestros puños?», inquiere Aldo, «en la inopia», responde Fedro, y luego vuelve a pasar otro grupo hombres vestidos de la misma manera que los anteriores, «es como si la idea de los aliens se hiciera real», comenta Aldo y pregunta, «¿son muchos?», «no lo sé», responde Fedro con algo de vaho saliendo de su boca a causa del frío, «bueno, no importa», comenta Aldo, «prosigue, por favor», dice Fedro, «y es necesario que la filosofía moldee hasta donde le sea posible nuestra naturaleza para no resultar vulnerados con semejantes tumores emocionales, los cuales son efecto del deprave, y saber diferenciar entre la objetividad y la deformidad», argumenta Aldo, «en relación con el ejemplo de la creación de la sociedad quiero expresar que no todo en la sociedad tiene el mismo mérito, aún con el entendimiento de que existen distintas clases de mérito, además de que la sociedad es un cúmulo de creaciones individuales y la forma en la que lo expresaste da la impresión de que una persona debe inspirarse para hacer su trabajo individual basado en un trabajo colectivo», comenta Fedro, «excelente», exclama Aldo, y luego vuelve a pasar otros grupo de hombres vestidos de la misma manera que los otros, «¿son inmortales…?», pregunta Aldo con incredulidad y aguantando la respiración para no inhalar el olor invasivo de aquellos individuos, «no, no son inmortales», responde Fedro y agrega, «no sé qué los motiva ni quién está detrás de ese fenómeno pero me imagino que el tema de la inmortalidad tiene mucho que ver, hoy en día ese tipo de ideas han tomado un realismo nunca antes visto y cada vez se hacen más y más posibles», «de modo que la inmortalidad se encuentra gestante en el seno de la iglesia de la oscuridad, que irónico», comenta Aldo, «no quiero sacar conclusiones apresuradas, pero si ese fuese el caso me imagino que las razones por las cuales esas personas se encuentran internadas aquí es por  los procedimientos que se deben estar utilizando», «entiendo…», comenta Aldo.

Aldo y Fedro llegan a un gran salón de aspecto imperial y se disponen en dirección a un ascensor, luego Fedro llama el ascensor y ambos esperan algunos segundos, luego el ascensor llega y se abre la puerta, pues, entran y la puerta se cierra, Fedro dirige el ascensor al piso 14 y ambos vuelven a esperar en silencio por algunos segundos, luego la puerta se abre y Fedro y Aldo penetran en otro salón que está conectado a la terraza y ambos recorren el salón para salir a la terraza. Ya casi van a ser las 6:00 pm y el cielo de Marte se presenta ya despejado y con un intenso rojo y acompañado de una gigantesca luna que parece palpitar frente a Aldo y Fedro. «Qué hermosa vista», comenta Aldo, «sabía que te gustaría», responde Fedro, «¿y en qué íbamos?», pregunta Aldo y reanuda, «ah, sí…pienso que el pecado es la sublimación de lo depravado», «sé a dónde quieres llegar pero prosigue», responde Fedro, «pienso que un término más adecuado para el pecado es “error” pero no se le llama así sino pecado por el prejuicio moral, además pienso que la intensidad de este prejuicio genera una energía simbólica que bien puede complacer a quien perpetra el pecado o irse en su contra, que es lo que conocemos como cargo de consciencia», argumenta Aldo, «en otras palabras se puede decir que sin prejuicio no hay pecado sino error y que sería dificultoso sentir placer por un error», opina Fedro, «también se puede decir que el pecado podría no ser un error sino un acierto», responde Aldo, «podría darse el caso, es por eso que existen las iglesias de la senda de la luz y las iglesias de la senda de la oscuridad, porque eventualmente resultan discrepancias intelectuales y emocionales en relación con la religión», objeta Fedro, «y qué me puedes decir acerca del sexo en relación con el pecado?», inquiere Aldo, «opino que el tema del sexo en relación con el pecado se resume de la misma forma que el tema de la depravación, o sea, que las personas pueden deformar su naturaleza con deseos irrealizables y que en última instancia puedan ser hirientes tanto con ellos mismos como con los demás», argumenta Fedro, «magistral», exclama Aldo, «y encima, el sexo posee una naturaleza banal y efímera, pues, luego del calvario pasional el sexo caerá en una inevitable futilidad, la cual puede desilusionarnos o desilusionar a los demás», concluye Fedro, «es decir que el sexo se censura porque puede avergonzarnos con sus exigencias y defraudarnos con su caducidad y con su intrascendencia», opina Aldo, «en el peor de los casos…», responde Fedro.

Luego hay unos minutos de silencio en los que Aldo y Fedro contemplan el paisaje; «¿has visto la gente del planeta tierra?», pregunta Fedro, «sí», responde Aldo observando la neblinosa metrópolis, «considero que hemos cambiado mucho y que esto se debe al cambio de ambiente», comenta Fedro, «sé a qué te refieres…», dice Aldo, «lo que sucedió en Urano no fue solo una cuestión ambiental», dice Fedro, «el planeta los cambió…y es posible que haya sucedido lo mismo en otros planetas», responde Aldo, «a veces sospecho que la falta de música y de iluminación nos impide convencernos de lo evidente», afirma Fedro y pregunta, «¿hay algo más que quieras decir?», «no podemos comprobar ninguna de estas conjeturas pero creo que las cosas sucedían a una velocidad distinta en Urano, no podría ni siquiera insinuar si eran más rápidas o más lentas de lo normal», responde Aldo, «¿algo más?», inquiere Fedro, «no», responde Aldo fríamente.

Desiderátum

En el planeta Venus del siglo XXXI, lugar donde se desarrolla la siguiente historia, podremos apreciar un ambiente híbrido entre la antigüedad y la modernidad debido a que muchas cosas siguieron igual a pesar de los avances tecnológicos, artísticos y culturales que acaecieron luego de abandonar el planeta tierra, como por ejemplo las diferencias socioeconómicas, los grupos terroristas, la inesperada presencia de las religiones y de bibliotecas con libros impresos en papel, además de otras menos significativas como la presencia de restaurantes y el trabajo presencial en contraste con el trabajo online. Aunque era de esperarse que las diferencias socioeconómicas perduraran al igual que la violencia, y en el caso de esta última no solo por parte de grupos al margen de la ley sino también como una faceta del ser humano, lo extraño del caso de las religiones es que estas nunca se pronunciaron acerca de que el hombre haya abandonado el planeta tierra, teniendo en cuenta que fue el suceso más importante de la historia de la humanidad después del renacimiento, sino que estas hicieron caso omiso y siguieron con sus actividades. Por otro lado, la presencia de las bibliotecas con libros impresos en papel es significativa si se piensa que dichos libros impresos en papel comenzaron a ser obsoletos desde finales del siglo XX y reemplazables por los libros digitales, se deduce que estos libros impresos en papel se mantuvieron en la sociedad a modo de ceremonia. El caso de los restaurantes es igualmente extraño, luego de la invención y la evolución de las esferas alimenticias que terminaron por volver obsoletos a los alimentos tradicionales, la industria alimentaria y los restaurantes siguieron funcionando de la misma manera a causa de que la comida se siguió consumiendo a modo de ceremonia como sucedió con los libros impresos en papel.

Alberto es un abogado y cuenta con 44 años de edad, en relación con su oficio se puede decir que sucede lo mismo que sucede con la religión y con las otras cosas anteriormente mencionadas, es decir, que su oficio es atemporal en la sociedad, pues mientras en una sociedad exista el crimen existirá la justicia. Alberto se encuentra en una biblioteca pública esperando a Cándido, el cual es un detective de la policía; en relación con Cándido se puede decir que cuenta con 45 años de edad y en relación con su oficio se puede decir exactamente lo mismo que del oficio de Alberto, o sea, que sigue siendo un oficio atemporal a pesar de los avances tecnológicos. Ahora bien, Alberto es un hombre de aspecto inmaculado, el tono de su cabello es blanco y su textura es eléctrica, sus ojos son negros y aunque no poseen venas brotadas, la esclerótica de estos tiene un afiebrado color amarillento, sus labios son escasos y de una textura que recuerda las hojas marchitas, está escrupulosamente afeitado,  su nariz es aquilina, sus cejas son delgadas a un mismo tiempo que son espesas y la contextura de su cuerpo es famélica y marcial; este hombre está vestido con una camisa manga larga de color blanco, un pantalón de color negro sujetado por una fina correa de color castaño y unos zapatos de color negro adornados con una formidable hebilla metálica que se entreve mientras este camina. Alberto se encuentra en el sexto piso de la biblioteca observando por un ciclópeo ventanal los contrastes de la metrópolis, con la atención erecta a la que induce el prejuicio que inspiran las bibliotecas, y pasados unos 15 minutos de espera aparece Cándido, Alberto le hace una seña con la mano para revelar su ubicación y Cándido se dispone en dirección hacia donde este se encuentra, pasando por una amplia sala llena de bibliófilos, bibliotecarios, androides y titánicos estantes saturados de magnos volúmenes. Ambos hombres se saludan con un apretón de manos y se disponen a visitar las atracciones de la biblioteca; Cándido tiene un aspecto muy similar a Alberto, y si Alberto tiene un aire de licenciado militar, Cándido tiene un aspecto de ilustrado beligerante; pues, Cándido es un hombre alto, su musculatura nos recuerda la contextura de los artistas marciales, su cabello posee el color de las tinieblas, está cortado de manera lineal y relampaguea férreamente por efecto del fijador, sus ojos son grisáceos y las cuencas en las que estos viven sumergidos están maquilladas de aridez y de insomnio, sus cejas se ven como el rugido de un tigre, su prominente mandíbula nos sugiere un hombre primitivo y el color sus labios pulposos no se diferencia de mucho del tono solar de su rostro, además, Cándido luce una gabardina de cuero de color negro, y por lo que se entreve, su pantalón es similar al de Alberto, también de color negro como son también similares sus zapatos a los de Alberto. «Tiempo sin vernos», dice Cándido apretando la mano de Alberto una vez hubo llegado, «¿cómo has estado?», pregunta Alberto con una leve sonrisa, «no me puedo quejar», responde Cándido y agrega, «¿y que ha sido de tu vida?», «pleitos y más pleitos», responde Alberto a la vez que hace un ademán con la mano para que ambos sigan por un pasillo, y lo hacen. «La última vez que estuve aquí fue para una exposición de fotografía acerca de las sociedades que han colapsado en otros planetas», comenta Cándido mientras ambos caminan por un silencioso pasillo sombreado tenuemente con luces doradas, cuyo techo era alto y cuyo piso estaba adornado con una monumental alfombra de color negro, «¿y qué tal estuvo?», pregunta Alberto, «interesante, incluso vino la prensa para admirar la exposición y la cátedra de historia», responde Cándido, «yo opino que debieron esperar más tiempo, es decir, que aunque tenían la posibilidad de llegar e instalarse en un planeta determinado, la cuestión era exactamente esa, que tenían la posibilidad y no la certidumbre. Incluso los más calificados historiadores e investigadores tuvieron la oportunidad de viajar a los planetas en cuestión y solamente apoyados por las más grandes empresas dedicadas a este tipo de expediciones, es decir, que, si se toma con rigor el asunto, incluso hoy en día el viaje al espacio exterior sigue siendo una cuestión en la que hay que tomar máximas precauciones», opina Alberto, «se dice que en aquel entonces la comunicación por medio satelital era mucho más arcaica, y que los datos que se pudieron obtener eran muy poco ilustrativos a causa de su escasa resolución y por lo tanto poco confiables, sin embargo, la cantidad inaudita de pruebas terminó por convencer al vulgo de la desgracia mientras que las entidades que se ocupaban del tema guardaron silencio; con el tiempo los expertos estimaron que las vidas humanas que se extinguieron en esas expediciones doblaba la suma de vidas humanas que se podían contar en el planeta tierra», expone Cándido, «entonces tenemos entendido lo mismo», dice Alberto y continua, «por mi parte yo nunca he salido de Venus, y ahora que hablamos de calamidades me parece que Venus no pasa por su mejor momento», comenta Alberto, «sé a qué te refieres y a donde quieres llegar», interrumpe fríamente Cándido, a lo que Alberto responde con un corto silencio y prosigue, «la sociedad venusina se encuentra demasiado agitada y me da la impresión de que esto se debe a que la sociedad moderna es mucho más grande que la sociedad que existía en el planeta tierra, la cual se abandonó en medio de un colapso, a lo que me refiero es a que el volumen de la sociedad moderna necesita un tratamiento de acuerdo a sus necesidades, puesto que si es cierto que se ha creado más sociedad desde que se abandonó el planeta tierra, también es cierto que se ha destruido en la misma medida», «a eso me refería», exclama Cándido y dice, «creo que la idea de que la sociedad en la que vivimos pueda llegar a colapsar es una idea verosímil, puesto que uno se figura la historia solo por sus parte álgidas, es decir… ¿cómo no podríamos imaginar que en algún momento, dos hombres como tú y como yo tuvieron esta misma charla en alguna de esas sociedades que colapsaron?», «seguramente sucedió», exclama Alberto, «a diario o soy testigo, o me entero o soy parte activa de allanamientos, de extorsiones, de condenas, de secuestros, de asesinatos…», comenta Cándido observando la puerta que daba fin al suntuoso pasillo y concluye, «y me parece que es excesivo no solo por lo supurativo de la violencia, sino por la imagen global que arrojan estas cifras, y en otro orden de cosas, es de suponer que la paranoia que ha generado el encabezado “sociedades colapsadas” tenga a muchos con la idea de emigrar a otros planetas», «sin embargo hay una mayoría que afirma que el presente es mucho más eficiente que el pasado», objeta Alberto y prosigue, «es posible que este caos sea un efecto secundario del progreso como lo son los dolores de un parto…», ambos interrumpen la charla al terminar de recorrer el pasillo y penetran en una excelsa sala de exposiciones.

La atmosfera de la sala está suavemente ahumada con música docta contemporánea, la cual acompaña una exhibición de pinturas y de fotografías acerca de temas bélicos relevantes en Vila, la ciudad donde se encuentran Alberto y Cándido; además, también se alcanzan a apreciar vastas esculturas que retratan casos históricos en que la experimentación con seres humanos tuvo lamentables efectos secundarios, como también pinturas acerca de la cultura que floreció con la tecnología androide y otras curiosidades del siglo XXXI como el súmmum de la clonación. Cándido y Alberto recorren la galería observando las obras artísticas con mediana atención y pasados algunos minutos Alberto comenta, «un poco trágico, ¿no lo crees?», «efectivamente», responde Cándido y sugiere, «¿qué te parece si debatimos al respecto?», «tu dirás», responde Alberto, «¿qué es lo sublime?», interroga Cándido, «supongo que es lo máximo de lo positivo, como lo es la verdad», responde Alberto sin apartar la vista de la exposición, «bueno, ya que has diferenciado de manera subliminal el concepto de lo positivo como una cuestión moral del concepto de lo positivo como una parte opuesta a otra, pregunto, ¿puede haber algo inmoral que se pueda considerar como sublime?», indaga Cándido, «para poder responder a esa pregunta es necesario tener la certidumbre de que la moral de la que se habla es sublime, y según tu definición de lo sublime, esta moral no podría ser otra cosa que una doctrina lógica para poder ser considerada como tal, por lo que se deduce que si no fuera una doctrina lógica entonces sería una mentira y es bastante sensato creer que no hay mentiras sublimes, y en el caso de que se siguieran las leyes de una moral que no se puede considerar sublime por su falsedad sería estar bien apartados de la sublimidad y mucho más próximos al fanatismo; por dichas razones concluyo que un acto puede ser inmoral y sublime siempre y cuando la moral este en un error de acuerdo a las leyes de la lógica, y que quien la transgreda cuente con el favor de la verdad», argumenta Alberto mientras observa a los demás visitantes de la exposición y continúa, «no obstante, deduzco que lo que tu pregunta insinúa es que es factible creer que los actos perversos puedan ser sublimes dado que existe cierta clase de belleza en lo inmoral», «son aseveraciones, no podrías comprobar que yo haya pensado semejante cosa», objeta Cándido mientras ambos siguen recorriendo la sala de exposiciones, «tampoco podría comprobar que ha sido el matiz funesto de la exposición lo que te ha inspirado para iniciar el debate», objeta Alberto plácidamente, «no importa que no lo puedas comprobar», exclama Cándido y añade, «en el caso de que yo haya querido decir que hay un tipo de belleza en lo maligno, opino que la belleza se puede manifestar tanto en el bien como en el mal, es como pronunciar una falacia con todas las galas del buen decir o expresar una genialidad a los trancazos», «o sea que el bien o el mal pueden ser parte de un todo en el que la belleza puede verse o no incluida», conjetura Alberto con desgano, «indudablemente», responde Cándido mientras se aparta de Alberto para observar un video bélico que se reproduce en un estante de oro de la misma manera en que los bustos de los filósofos se presentaban en bases de mármol en la antigüedad, y continúa, «también es válido pensar que en realidad no hay belleza en lo maligno en sí, sino que es nuestro gusto el que lo hermosea, como también es válido pensar que la belleza del mal consiste es en la manera en que este se expresa o la manera en que este es retratado», «lo mismo podríamos decir de la bondad, que no es que la bondad sea divina en sí, sino que todo radica en nuestros gustos y en la forma en que esta se expresa o en la forma en que esta es retratada», comenta Alberto, «en este apartado es muy sencillo concluir que se tilda de sublime aquella de las dos que es más conveniente, y que es harto elocuente elegir lo más conveniente», concluye Cándido. Habiendo recorrido la sala de exposiciones y luego de dejar algunos comentarios a los artistas, Alberto y Cándido se dirigieron a la delicatessen, compraron licor y algunos pasteles de hojaldre con lonchas de jamón y de queso, y luego se dirigieron a una sala donde proyectan videos de interés general para comer y descansar. Ya en la sala de audiovisuales nuestros protagonistas se encuentran con una proyección en 3D sobre la historia de la llegada del hombre a Venus y ambos se sientan en unos puestos al final de la sala; en la sala, que estaba a oscuras, había otros individuos durmiendo, otros cuantos observando las proyecciones y algunos otros absortos en sus aparatos de realidad virtual. Cándido y Alberto consumen su merienda mientras observan videos sobre la historia de Venus y sobre las novedades artísticas y culturales de Venus y de otros planetas con los que Venus tiene un contacto estable. Luego de una hora poco más o menos, Cándido recibe una llamada de emergencia del departamento de policía al que pertenece, por lo que se retira de la sala para poder hablar cómodamente; Cándido se queda de pie por largo rato enviando documentos y discutiendo con sus colegas acerca de los más corruptos casos, y pasada otra hora poco más o menos, Cándido hace una seña a Alberto para que se marchen de la biblioteca, puesto que la llamada era importante y ya se acercaba la hora a la que la biblioteca cerraría.

Ya en la calle y al caer la tarde Cándido termina su llamada y Alberto comienza a fumar (otra de las curiosidades anacrónicas del siglo XXXI) y, acto seguido, ambos se disponen a deambular por Vila. Vila es una ciudad relativamente pequeña, con una población estimada de 6 millones de personas aproximadamente, su economía es notablemente prospera, aunque no es ciertamente un atractivo turístico debido a que una parte de su economía se debe a dineros mal habidos y otra parte a la brutal industrialización, eso sin contar la miseria extrema en la que vive cierta parte de su población. Luego de caminar algunas calles repletas de vendedores ambulantes e indigentes, Cándido y Alberto llegan a una anchurosa avenida donde el tráfico se había paralizado y ambos se disponen a caminar en un andén ubicado al lado de la avenida y con un soberbio ocaso a sus espaldas, difuminados por la muchedumbre y azotados por un ambrosíaco vendaval; «hablábamos de lo conveniente, acerca de que la bondad es sublime porque es más conveniente que la maldad y es por lo tanto más lógica, sin embargo, es fácil deducir que la maldad es conveniente para la parte que la perpetra e indeseable para la parte que la sufre, y planteada así la cuestión se puede discernir que la maldad es sublime para el primero, puesto que para él esto es lo conveniente y es por lo tanto lo lógico, no obstante, una definición más amplia de la moral nos puede explicar la supuesta falacia de este apartado», opina Alberto mientras inhala el vaho que desprende la horda y que se mezcla con el fragor del tráfico y continua su discurso, «la moral es un compendio de conductas que pretenden proteger la dignidad no solo del individuo sino del colectivo, por lo que la divergencia que surge es reemplazada por los intereses generales, y puede colegirse de lo dicho que el victimario ha sido protegido desde siempre por la moral, del mismo modo que ha protegido la dignidad de su víctima», «se me viene a la mente la idea de que no solo la moral pueda tener sus quiebres ante la leyes de la lógica como en los casos en los que esta no es sublime, sino también que la dignidad de un individuo se pueda ver pisoteada por ser de una naturaleza caprichosa, y que quien lo vulnera lo hace como una reacción ante el absurdo», comenta Cándido, «espléndido», exclama Alberto y continua, «en relación con el ejemplo que acabas de exponer, quiero añadir que es necesario clasificar los actos perversos para entender mejor tanto a la víctima como al victimario. Los actos perversos se pueden clasificar de la siguiente manera: los actos perversos que son producto de la ignorancia, los actos perversos que son producto de la venganza, los actos perversos que son producto del sadismo y los actos perversos que son producto de intentar resolver el caos. Basados en el primer punto, aquel que versa sobre los actos perversos producto de la ignorancia, podemos figurarnos que el personaje de tu ejemplo cuya naturaleza es caprichosa puede ser o no consciente de su capricho, es decir que, según su dictamen, él está actuando de manera lógica y moral o, por el contrario, ser consciente de que está haciendo o diciendo algo indebido. Siguiendo con tu ejemplo y en relación con quien vulnera al individuo cuya naturaleza es caprichosa, se puede decir que es posible tanto que este resolviendo la errata como es posible que esté utilizando el estupor del individuo para dar rienda suelta a su sadismo, como también se puede considerar sádico que el primer individuo cometa actos indebidos por capricho y a consciencia. Para condensar lo dicho opino que puede darse el caso en que la moral posea puntos débiles en relación con las leyes de la lógica y que sean las personas quienes procedan sublimemente, o que puede darse el caso en que la moral sea en suma sublime y que sean las personas quienes procedan erróneamente de acuerdo a las leyes de la lógica», «quiero traer a colación el término “inocencia”», objeta Cándido mientras evita algunos escombros que se encuentran en el piso y continúa, «¿no es inocente aquel que comete un crimen siendo ignorante de que lo comete?», «sin duda», responde Alberto, «¿y no consiste la inocencia más que en la ignorancia?», pregunta Cándido, «únicamente en la ignorancia», responde Alberto, «ahondemos todavía un poco más», dice Cándido, a la vez que mete sus manos en los bolsillos de su gabardina y continua, «cabe anticipar aquí que el término “inocencia” significa que alguien es libre de culpa, aunque otra acepción sugiere que es sinónimo de cándido, y es justamente cándido por la ignorancia y por la inexperiencia, ¿y no son la ignorancia y la inexperiencia el negativo del conocimiento y la experiencia?», «la ignorancia y la inexperiencia son antónimos del conocimiento y la experiencia respectivamente», responde Alberto, «y apelando a la acepción del término inocencia que denota una cualidad de cándido, ¿cómo podríamos tomar por sublime a la inocencia cuando es el negativo del conocimiento y la experiencia?», indaga Cándido, «no podemos tomar por sublime a la inocencia en ninguna de sus acepciones, me figuro que es una cualidad muy somera», responde Alberto.

Luego de una caminata por la avenida, Cándido y Alberto terminan por llegar a un gran puente y se ubican en el andén de este para admirar el paisaje desde lo alto; ambos observan los rápidos de carros y de naves cuyas luces se avivan con la caída de la noche y encuentran en la polución del ambiente una insolente nostalgia. «Me temo que hay puntos débiles en nuestros enunciados», dice Cándido, retomando el debate, «¿a qué te refieres?», pregunta Alberto, «verás, habíamos dicho que el conocimiento es el negativo de la ignorancia», expresa Cándido y anota, «pero a esto se puede objetar que no se puede saber todo y por lo tanto algo se ignora, y siendo esto así, nada impide afirmar que todos seamos ignorantes e inocentes y por lo tanto ajenos a la sublimidad, pero esto es más similar a un puzle que a un razonamiento serio, porque no se puede decir que ese rascacielos no es alto solamente porque no recorre todo el universo», «ciertamente», opina Alberto y añade, «pero creo que nos hemos desviado por los prejuicios acerca del aire grave y solemne que debe tener aquello que se considera sublime; al comenzar estas reflexiones señalé que lo sublime es aquello que es máximo y positivo, como lo es la verdad a la mentira o como lo es la luz a la oscuridad, pero me figuro que hay otros asuntos que pueden llenar los requisitos de lo sublime como la economía, ¿qué opinas al respecto?», «pues, siendo la economía lo contrario de la pobreza y la primera deseable y conveniente y la segunda indeseable e inconveniente, además de provechosa tanto a nivel individual como colectivo, no veo porque no se la pueda considerar como sublime», responde Cándido, «será porque la economía hace parte de un todo en la sociedad, al igual que concluimos acerca del tema de que puede haber belleza en lo moral o en lo inmoral dado que en esos casos la belleza se ha presentado como parte de un todo», dice Alberto, con un velo de cabellos revueltos por el céfiro nocturno y continua, «no se necesita mucho seso para concluir que la mera economía no sería suficiente para determinar que una sociedad fuera sublime, me parece que otros factores esenciales podrían ser la tecnología, el arte, la cultura o los recursos naturales», a lo que Cándido responde mientras observa el carro que viene a recogerlo, «Alberto, la cuestión ahora parece muy evidente, la definición de lo sublime tiene un aspecto minimalista, pero a la hora de aplicarla a cualquier cosa se vuelve compleja al punto de que estamos imaginando una utopía; quizá la idea implícita que tenemos de lo sublime como un todo formado por diversas partes se forma en nuestra mente por la sensación que nos inspira la experiencia, y en el momento en el que intentamos transponer la sensación que nos inspira la experiencia a otra cosa como a una ciudad, se vuelve imposible porque la ciudad no es un todo en el estricto sentido de la palabra como lo son nuestros cuerpos. En cuanto a la idea de que la verdad es sublime en relación a que tenemos un concepto de lo sublime gracias a la sensación que nos inspira la experiencia, hay que tener en cuenta que para que esta verdad sea sublime y sea expresada satisfactoriamente se necesitan otros factores como un idioma, un alfabeto, ortografía, gramática, retórica, lógica, oratoria y experiencia, y siendo cada uno de estos factores un mundo, es de esperarse que si esto mismo se aplica a una ciudad, que como ya he mencionado no es un todo en el estricto sentido de la palabra, se vuelva una cuestión utópica», «impecable», comenta Alberto con una leve sonrisa. Un carro lujoso y antiguo de color rojo llega a recoger a Cándido, por lo que ambos hombres se despiden con un apretón de manos, y un momento después el carro se pierde en el oleaje del tráfico nocturno junto con Cándido; por su parte, Alberto tira la colilla de un cigarrillo y se dispone a encender otro para seguir absorto en las más draconianas disertaciones.

Inmortalidad

El señor Abraham tiene 55 años de edad, es un hombre de las tinieblas que se ha retirado sano y salvo de sus siniestros negocios con una jugosísima fortuna ya hace algún tiempo, por otro lado, su hijo John tiene 14 años de edad y es hijo de la hija de uno de los secuaces de su padre, un rufián que se hace llamar Micifuz, si bien no era la intención de este hombre que el señor Abraham se fijara en su hija cuyo nombre es Hilda, Micifuz no hizo la más mínima repulsa a la hora de dejar a Hilda a merced del señor Abraham, ya sea por miedo o por interés, y el señor Abraham no solo impresionado por la virtuosa beldad de Hilda sino también por sus prematuros atributos y su elevado talento para el puterío, pues, la dejó preñada a los 13 años de edad, y no teniendo más la cándida ilusión acerca de la familia que en un pasado tuvo, fundó una familia con John e Hilda. El señor Abraham era de ese tipo de hombres que olía a mundo, a sangre y a glamour, incluso la natural parsimonia que adopta en ocasiones la gente con los años hacía imaginar a quien lo mirara por largo rato, el velo de llagas de su obscura vida, en relación con su aspecto, era un hombre alto, barbado, robusto a punto y sin ser grasiento, como un mercenario, su cabello era negro y eléctrico, y sus ojos eran venosos y maquillados con las más despreciables ojeras, el señor Abraham no era un hombre brillante pero estimaba de lejos al hombre intelectual, por lo que se puede deducir que su concubinato con Hilda se debía a un sentimiento similar, o sea, que era más un tributo a su belleza que un capricho erótico. Se advierte al lector que la siguiente historia se desarrolla en el siglo XXXI, en Venus.

Luego de una tarde de clase de filosofía, una voz femenina en el estudio del joven John anuncia que la clase ha terminado e invita al doctor Eustaquio y al joven John a pasar al comedor para cenar; acto seguido ambos se levantan de sus respectivos asientos, se desperezan y se van caminando en silencio por un neblinoso pasillo hasta que llegan al comedor donde se encuentran charlando el señor Abraham y la joven Hilda, y ambos se sientan; el comedor era vasto, más largo que ancho y en el ala izquierda del comedor estaban algunos de los secuaces del señor Abraham charlando y carcajeándose grotescamente. «John, ¿cómo te ha ido en la clase?», pregunta austeramente el señor Abraham, «bien», responde lacónicamente John, con un dejo precoz que denota hilaridad y disciplina. El doctor Eustaquio creía que el señor Abraham intentaba equilibrar su no tan pasada vida criminal simulando con desgano una vida clásica y que este contraste lo practicaba como un ínfimo fetiche que lo haría saborear el amargo éxtasis del pasado. «Aunque a un precio muy alto, hoy en día es posible concebir la idea de ser un inmortal», comenta el señor Abraham, «primero se desarrollaron los androides, se degeneró la humanidad y se pudo vivir en el espacio exterior», responde el doctor Eustaquio y continúa, «no creo que la gente quiera ser inmortal, creo que le tienen miedo a la muerte porque la muerte se asocia al dolor, creo que la gente quiere obtener lo que desea y que la idea de vivir para siempre es lo último que se figuran, no obstante, supongo que usted piensa que la gente no desea la inmortalidad porque es una idea irrealizable, en otras palabras, el fatalismo en este sentido sería un sentimiento hipócrita e inducido por el sentido común que advierte la imposibilidad de la inmortalidad», «no es ese mi dictamen, doctor Eustaquio», comenta el señor Abraham y prosigue, «pienso que sería muy curioso y muy morboso ver un adelanto tecnológico semejante, aunque ahora que lo menciona… pienso que se puede disertar de manera más estricta sobre el tema de la muerte en relación con la inmortalidad. Pues bien, pienso que el hecho de superar el “obstáculo” de la muerte no nos exime de los inconvenientes naturales de la vida como las deficiencias intelectuales, el arte de las finanzas, la violencia en la sociedad, etc. «me atrevo a aseverar que la inmortalidad sería recomendable en el caso de que la persona pueda darse una vida fastuosa, por lo que se deduce que la inmortalidad sería contraproducente en el caso de que la persona lleve una vida menesterosa», opina el doctor Eustaquio, «son ese tipo de detalles los que impiden que los androides practiquen abiertamente la filosofía, me explico: su respuesta da por hecho que es la fastuosidad lo que enardece la vida de las personas y la miseria lo que las percude, y sin ánimo de contradecir a diestra y siniestra acepto que su respuesta se acerca mucho a lo que entiendo por cierto, pero pienso que estos dos factores hacen parte es del ecosistema en el que se desarrolla el individuo, ya que este ecosistema influya en mayor o menor medida en la vida de las personas es otro asunto», objeta el señor Abraham, «entiendo», replica el doctor Eustaquio y continua, «a lo que se refiere es a esas “huellas digitales” de la personalidad, unas veces hechas virtud y otras veces hechas vicio, esas huellas son las que llenan a quien nada posee, y que podrían inclinar a la muerte o a la inmortalidad sin razón aparente, es lo que lleva al idilio, a la inactividad, a la destrucción, al perfeccionismo, etc. Esto es lo que impide que los androides filosofen, puesto que no es algo que se emule con datos o con la razón, sino que es una tendencia aleatoria del carácter» «Sin embargo, veo muy factible que la inmortalidad se vuelva una realidad, y dado que ahora tengo tanto tiempo libre me he puesto a meditar al respecto, he pensado que quizá llegue ese día y que puede suceder un “apocalipsis” similar al que sucedió en la antigüedad cuando la tecnología androide estaba en gestación», concluye vagamente el señor Abraham. Dos sirvientas androides entran en el comedor y sirven la comida, ambas están desnudas y usan sandalias de tacón, sus bustos están a la altura del ombligo y su cabello es blanco y está a la altura de las nalgas; la comida es una esfera cristalina un poco mas grande que el puño de un hombre, esta comida produce los sabores que desee quien la come y llena y nutre de acuerdo a las necesidades de quien la come. «¿Apocalipsis?», pregunta irónicamente Hilda, hace una pausa y continúa, «hay estupideces históricas, estupideces cuya noticia llega hasta  nuestros días, no podemos darle valor a unos hechos ficticios suponiendo que el valor de estos sucesos equivalga a la sensación de peso que produce la suma del tiempo que ha transcurrido desde que sucedió hasta el día de hoy, ¡es una ilusión!», «es como pensar que soy menos porque he vivido menos», interrumpe John con su esfera en la mano y listo para clavarle el primer mordisco y prosigue, «aunque entiendo que hay cosas que evolucionan con el tiempo como el talento y otras cosas que con el tiempo se pudren como la comida…y en el caso de esta última deduzco que por eso ha sido reemplazada por estas substanciosas esferas», John concluye y muerde la esfera, luego los demás comienzan a comer. Luego de terminar de comer las esferas las sirvientas pasan a recoger platos, la familia se despide del doctor Eustaquio, el señor Abraham e Hilda suben a su dormitorio, mientras que John, acompañado de una sirvienta, acompaña a el doctor Eustaquio hasta la salida.

Reencuentro

Benjamín iba a visitar la tumba de su difunta esposa el fin de semana y citó a su amigo Omar para que lo acompañara puesto que hacía mucho tiempo que no se veían y quería aprovechar la ocasión para el reencuentro; de estos dos individuos se puede decir en resumidas cuentas que son arquitectos consagrados, por otro lado, debo advertir al lector que el siguiente relato transcurre en el siglo XXXI. Omar y Benjamín van en un carro de lujo que es conducido por una computadora. «¿Ya hace cuanto que murió tu esposa?», pregunta Omar a Benjamín, rompiendo un silencio de algunos minutos luego de entrar al carro, «3 años y medio», responde Benjamín, inmóvil, sin retirar la vista del paisaje que se le presentaba a escala de grises por la ventana del carro y prosigue, «hace rato ya que no nos veíamos…mi vida se ha tornado un tanto solitaria desde aquel entonces », «¿y esto se debe a la muerte de tu esposa?», pregunta Omar, «en eso pensaba… aunque frecuento clubes nocturnos lo hago como un espectro silencioso, es como una melancolía reposada y remisa al melodrama; cuando no vagabundeo en mi casa lo hago por las calles más bulliciosas y comerciales de la ciudad, unas veces más como un santo que como un filósofo y otras veces como un férreo calderón», recita Benjamín, «es como la vida que llevábamos de jóvenes pero con ese aroma adulto, y quizá te inquieta ese aroma por la costumbre de algunas personas de exteriorizar emociones que no concuerdan con su estado de ánimo, pues, que la gente no vagabundee por las calles no nos confirma el hecho de que no vagabundeen en su mente, a menos que quieras creer que son santos en vez de abstemios los individuos que viven en esos pabellones, esto es como confundir la sonrisa con la felicidad», «cuanta elocuencia», exclama Benjamín; ambos se quedan en silencio por un rato y mirando el brillo impersonal de las gafas del otro como si se estuvieran mirando a los ojos.

Luego de un sordo y veloz viaje llegan a un camposanto que se encontraba ubicado en lo alto de una glacial colina y retirado de la urbe; el carro pasa por una regia entrada y recorre un camino luengo y adornado con árboles paradisíacos; llegan al lugar en cuestión, bajan del carro y se van caminando en silencio, leyendo mentalmente las fechas y nombres inscritos en las lápidas hasta que llegan al lugar en el que se encuentra la difunta esposa de Benjamín; Omar se sienta en un banco destinado para los visitantes mientras que Benjamín se queda de pie, y luego de un rato dice: «¿y de qué sirve la elocuencia?, ¿de qué sirve tener la razón si es aquí donde terminamos?», pregunta Benjamín como quien desea disertar por deporte, «bueno, la cuestión es similar al hecho de saber a ciencia cierta como llegar a este camposanto, quizá si no hubiésemos utilizado el carro y nos hubiésemos tomado la molestia de llegar hasta aquí sin dirección, quizá algún día y con mucha dificultad hubiésemos llegado, aunque también es posible que no hubiésemos llegado nunca, aun si estuviésemos muy cerca, y claro está, contando con el hecho de que tu no supieras la ubicación exacta del lugar, o mejor aún, que no tuvieras ni el más mínimo indicio de donde queda este camposanto, y que mi caso fuese en suma, igual al tuyo; supongo que la dirección equivaldría a la razón en este caso y que el camposanto, y vaya extravagante ejemplo, equivaldría a los objetivos que tenemos en nuestra vida», responde Omar, «¿y entonces qué es el método?», pregunta Benjamín, «eso es una pregunta capciosa… me explico, el método es método porque utiliza la razón para realizar una tarea por completo, ya sea una ciencia o un arte determinado, lo que ocurre es que sin darte cuenta, cuando dices “tener la razón” piensas es un debate y que este debate se gana es con la razón, entonces no encuentras una conexión entre la razón y el método, pues en el debate no vemos el método, lo que “vemos” es argumentos, más sin embargo este método existe aún si las personas que debaten no son conscientes de este método», responde Omar, «lo acepto, la pregunta tuvo una mala intención, pero eso de que las personas utilizan un método sin saberlo me parece que es como que muchos cantan sin ser cantantes, es lo que se conoce como empirismo», responde Benjamín, «o que muchos piensan sin ser filósofos» comenta Omar y prosigue, «y ahora que hablas de arte, se me hace muy pertinente reforzar mi posición a favor de la razón con la constancia, porque como has dicho, hay quienes cantan sin ser cantantes, este empirismo se alimenta de la constancia pero imita un método que desconoce, análogamente, el cantante que es un estudioso del método debe someterse a la experiencia, de aquí que resulten aficionados y teóricos respectivamente», «¡pendejo!», exclama Benjamín y prosigue, «Omar, no es por desmeritar tu elocuencia, pero creo que lo que tratas de decir es que los argumentos funcionan metódicamente, pero creo yo que el uso metódico de los argumentos para resolver preguntas sobre el tema que sea, es lo que se entiende por razón, y que si ha quedado claro que el método no es la razón sino que la razón se utiliza metódicamente también cabe aclarar que el conocimiento no es ni razón ni método sino información, y me atrevo a aseverar que es con esta información que se razona metódicamente, concluyamos, entonces, que el método no es la razón en si mismo, ni tampoco es sinónimo de razón, que el método es el molde en el que se hornea la razón y el talento, pues, de acuerdo a los ejemplos que hemos expuesto, y que aquel que utiliza la razón, es decir, aquel que utiliza metódicamente los argumentos se le tiene por filósofo del mismo modo que aquel que utiliza metódicamente su talento se le tiene por artista»,  «has zangoloteado mi pompa», exclama Omar a la vez que retira las gafas aceradas de sus ojos y ambos ríen discretamente por largo rato.

El camposanto tenía un aspecto paradisíaco y primaveral, el día estaba tenuemente soleado, aunque el clima era diamantinamente gélido y la corriente de aire parecía estar muerta. «haciendo de lado los prejuicios acerca de la muerte», dice Benjamín retomando la charla luego de un rato mientras ambos contemplaban el paisaje, «me causa gracia pensar que si yo hubiese sido el difunto y mi esposa la viuda, mi fúnebre silencio le hubiera sacado en cara a ella el tamaño de mi verga en el caso de que se le hubiese ocurrido venir con un amante, ya sabes… la vanidad», «quizá te causa gracia porque esa idea es de ese tipo de ideas que todos conciben pero nadie expresa, sin ánimo de retomar el psicoanálisis», responde Omar y agrega «recuerdo que su busto era el más grande que jamás haya visto, no puedes quejarte, y no entiendo…bueno, si entiendo, pero me parece extravagante esa mezcla de dramatismo y de sexualidad en la que siempre te me presentaste», «tal vez tu psicoanálisis tenga sus motivos», comenta Benjamín, hace una pausa aleatoria y continúa, «pues, retomando tus apreciaciones acerca de que yo pueda creer erróneamente que son santos en vez abstemios aquellas personas que vivían en aquellos pabellones; serán facetas de la personalidad, creo yo»; ambos callan. Luego de una ascética contemplación del paisaje por largo rato, ambos se levantan del banco y suben al carro para partir del camposanto. Ya en el carro: «¿No has pensado “rehacer” tu vida?, digo… conocer otras mujeres con intenciones formales o hacerte a un androide femenino», pregunta Omar a Benjamín, «ya me esperaba ese tipo de pregunta; un día eres joven y al otro día eres viudo y buscas rehacer tu vida con androides», responde Benjamín sarcásticamente, «es como decía al principio, es el aroma de la vida adulta, es como la vida de los niños pero a escala», objeta Omar; el silencio se adueña de la escena, el viaje se alarga innecesariamente, el paisaje y las personas pasan delante de sus ojos como una película muda y a toda velocidad, incluso las sicalípticas ciudadelas subterráneas parecían diluvios de poesía bohemia. Llegan al lugar donde vive Omar al atardecer, este se baja del carro, la puerta se cierra, Omar hace un ademán de despedida con la mano y el carro arranca.

Acerca del poema No.50

El poema no.50 trata acerca del bien y del mal, mas aun, este poema es una octava real escrita en versos endecasílabos y sin rima alguna. El tema del bien y del mal es un tema cliché pero de gran trascendencia no solo en nuestras vidas  sino también en la sociedad, a pesar de esto yo opino que no hay mucho que se pueda decir al respecto pero también pienso que lo poco que se puede decir al respecto es inversamente proporcional en relación con el grado de dificultad que representaría llevar a la practica estas apreciaciones.

En el primer verso se afirma que tanto el bien como el mal pueden ser acciones, pues, esta idea esta ligada a lo que expresa el ultimo verso, es decir, estas acciones se consideran como tal únicamente y en relación al orden social, pues, si estas acciones lo afectan de una manera positiva o negativa, tengamos en cuenta que este orden social se puede ver alterado en distintas proporciones, ya sea a nivel individual o colectivo. Para definir lo bueno o lo malo primero debemos enfatizar que estas definiciones se basan en la ética, y que esta ética tiene como objetivo la excelencia del orden social, si bien esta ética puede ser cuestionada al punto de ser rebatida también es cierto que esto no viene al caso, lo que si viene al caso es que esta ética se establece como un manual de convivencia a escala, es decir, tanto a nivel individual como colectivo, por consiguiente, en el caso de que esta ética fuese rebatida esto seria mas un error de quienes la imparten y no del fin para el cual ha sido diseñada. Ahora confesemos la perogrullada de que siendo parte de una sociedad no queremos dolor sino placer, no queremos pobreza sino fortuna pero que en el transcurso de la obtención de estas delicias nos tropezaremos con los intereses ajenos y que bien puede darse el caso de que estos intereses sean totalmente remisos a cualquier cosa que nos concierna, como también puede darse el funesto caso de que los intereses de una persona transgredan los interés de otra persona sean cuales sean estos intereses y que el hecho de vulnerar estos intereses tanto que se nos vulnere es lo que podemos denominar como maldad, en concordancia, si los intereses ajenos tanto como los propios se nutren por el placer de cualquier índole es lo que podemos denominar como bondad, cabe subrayar que de este hilo argumentativo emerge una pregunta curiosa y es, ¿que seria entonces la conveniencia?, la respuesta a esto es que el bien es conveniente tanto para el individuo como para el orden social, en contraste, el mal no es conveniente ni para el individuo ni para el orden social y que si se da el caso de que el bien o el mal es conveniente para un individuo pero es perjudicial para otro individuo entonces a esto lo llamaremos caos, y lo identificaremos como la razón por la cual existe la ética, no obstante existe la creencia de que el bien se hace sin esperar nada a cambio o incluso a expensas del sacrificio personal, a mi parecer no es tanto el hecho de no ser sinceros con los demás y con nosotros mismos en relación con las posibles segundas intenciones que tengamos al momento de obrar de cualquier manera, sino de que es real la satisfacción que subyace bajo estas acciones, tanto que se puedan considerar buenas o malas y que las formas en que se accede a este satisfacción pueden ser muy diversas, como por ejemplo el caso de la venganza, la venganza tiene por objetivo causar algún mal a una persona que nos ha agraviado, y por supuesto, disfrutar la sensación del desquite, se puede sospechar en estos casos que las venganzas son parapetos que utiliza la gente con una moral mas o menos estricta para desfogar sus impulsos violentos contra los demás, en otras palabras, utilizan la venganza como una excusa para dar rienda suelta a su maldad y no ser victima del remordimiento al que los sometería su moral, a mas de los posibles efectos secundarios sociales que esto le pueda acarrear, en contraste, la moral recompensa con placer a quienes sirven a sus intenciones cuales quiera que estas sean, incluso si el individuo no las tiene del todo entendidas o que estas estén en lo cierto o no de acuerdo a las leyes de la lógica, y castiga con remordimiento a quienes infringen sus principios cualesquiera que estos sean, por lo tanto podemos dilucidar que estas acciones de bondad o son un llamado hedónico o son acciones en pro del orden social, en el caso de que las acciones sean en contra del orden social adrede o inconscientemente estas pueden tener argumentos lógicos o no pero tienen su naturaleza hedonista sea por infringir daño a algo o a alguien o desquitarse a modo de venganza, lo cual también denota la naturaleza hedonista de quien realiza dichas acciones y es en este punto en el que podemos afirmar que es conveniente el placer sea de la naturaleza que sea o que se consiga de la manera que se consiga, y cuando digo de la naturaleza que sea me refiero a que también nos es conveniente otras sensaciones placenteras como la tranquilidad o la felicidad, ya que unos consigan o intenten conseguir dichas sensaciones de maneras mas arbitrarias o metódicas, versátiles o infructuosas es un asunto que no voy a entrar a juzgar, a mas, hay otro caso que es bastante particular y que concierne también a la ética y a lo que es el bien y el mal y es el caso de ir en contra de los propios intereses o atentar contra la propia integridad, un ejemplo de este caso es el de la drogadicción, o casos en lo que esta tendencia llegar a ser mortal.

Otra apreciación del poema es que tanto el bien como el mal pueden ser estados de la mente, de acuerdo a lo anterior convengamos que eventualmente las personas intentan, si es que no lo logran, de dar una apariencia filosófica a su proceder, que este proceder no es una improvisación sino la esencia del mas depurado de los razonamientos, y es que esto ocurre indefectiblemente porque todos queremos actuar de manera coherente o por lo menos hasta donde nuestras facultades lógicas lo permitan y mas aun hasta donde nuestros intereses lo permitan, sin embargo, confesemos que hay situaciones, sea que le suceden al uno o al otro, en que las aptitudes lógicas de las personas hacen que este deseo de actuar de manera coherente o elocuente, si se prefiere, se vuelva complejo al punto de ser odioso por su dificultad de apariencia minimalista, pero nos nos perdamos en digresiones ni en minúsculas apreciaciones y retomemos esa idea del poema que nos dicta que la gente puede actuar de una manera que se considere éticamente como buena y aun así sentirse mala y viceversa, en mi opinión este fenómeno es similar a lo que sucede con el apetito sexual, el apetito sexual es el deseo de consagrarse al coito mas no es el coito mismo, no obstante, algunos perciben la sexualidad como una experiencia de placer pervertido y otros como una experiencia sublime, bien pueden argumentar los lectores que el sexo es el mero coito y que son las personas quienes aportan esa atmósfera de perversión o de su sublimidad, lo cierto es que esto no es mas que la prueba de que son estados de la mente, puesto que se puede afirmar que el mero coito nada tiene de sublime ni nada tiene de pervertido y que toda la atmósfera de degenero y romanticismo existe solo en la mente de quienes la sienten, sin embargo y entre paréntesis cabe decir que si existe lo pervertido y si existe lo sublime como lo es el caso de lo que estamos tratando, que es el bien y el mal, sin animo de alargarme en este apartado tengamos claro que lo pervertido es aquello que se ha desviado de su naturaleza y razón de ser y viceversa, y que en relación con el bien y el mal este apunte de lo pervertido y de lo sublime también entra en lo que es el hecho intrínseco y el estado mental, y que al igual que lo he explicado con el tema del bien y del mal lo pervertido y lo sublime puede sentirse sin que en realidad se este realizando un acto pervertido o un acto sublime. Otra precisión acerca de esta idea del bien y el mal como estados mentales es que se deduce que las personas pueden sentirse en la obligación de sentirse buenas, es decir, que no es suficiente con la mera apariencia y que esto tiene como principio el reproche social como efecto secundario de preservar el orden social  o incluso el reproche personal como producto de la moral, es, pues, bastante sensato concluir que esta sensación no es natural sino una reacción a los castigos de la moral, sea que este en lo cierto o no, ahora bien, en relación con la maldad sucede algo similar, la maldad como estado mental o como acción puede aflorar como una reacción ante las restricciones de la moral, como una expresión de rebeldía sea ante las presiones sociales o ante las presiones personales, es elemental concluir que estas reacciones son producto del caos y que la ética no tiene como fin un fenómeno semejante, subrayemos que este caos en tanto a lo mental concierne se debe a principios que no son congruentes con el contexto en el que se desenvuelve el individuo, discrepan con el área cognitiva del individuo, discrepan con el área emocional del individuo a mas que la moral sea cual sea su postura, por ejemplo, estricta con todo lo que son las buenas maneras y los valores tradicionales, o una postura en extremo indolente, vengativa, sarcástica, aun con toda la arenga platónica que se pueda derramar sobre cualquiera de estas dos postura o de cualquiera otra que resultara, puede ser insuficiente y errónea, puesto que no todos los pensamientos positivos son divinos e infalibles o no todo lo siniestro y pesimista es lo que resulta ser cierto a mas que se puede existir en perfecta armonía rodeado de errores de tales dimensiones, como aquellas personas que conviven sin conocerse realmente a base de la mera empatía. Hablando de ética recalquemos que esta tiene como fin el orden social tanto a nivel individual como colectivo pero también recalquemos que esta ética puede y debe cambiar de acuerdo al contexto y que el caos, es decir, la imposibilidad de encontrar soluciones lógicas, dará como resultado las reacciones que acabo de describir, tanto mas y por ultimo, dará como resultado la indiferencia por el caos o las reacciones destructivas, indiferentemente de que se traten de objetivos razonables o mezquinos, tanto que sean situaciones de interés colectivo como personal, subrayemos también que no solo existe una ética diseñada con retazos de la sabiduría popular de Fulano y de Mengano sino también una constitución política, y que si bien se puede dar el caso de que el caos emerja de la inconsistencia de la ética predominante y de la constitución de un estado, también se puede dar el caso bochornoso de que el caos se deba a la mera terquedad, orgullo, incongruencia e incompetencia de la gente tanto como a la de los legisladores o personas que ocupen cargos que incumban situaciones relacionadas.

Prosiguiendo con el tema, otro punto del poema trata acerca de que el bien y el mal bien pueden ser efecto de la incongruencia como ser efecto de la genialidad, de modo que los juicios en este sentido suelen ser un poco patéticos en tanto que es común caer en el error de pensar que si un individuo es bueno esto es por negligencia a la hora de ser malo, de igual manera que se puede pensar que si un individuo es bueno es por supremacía de cualquier índole, en contraste, también se puede pensar que si un individuo es malo esto es por negligencia a la hora de ser bueno y también se puede pensar que si un individuo es malo es por supremacía de cualquier índole, pues, lo cierto es que pueden darse todos los casos, es decir, ser bueno o malo por brutalidad o ser bueno o malo por genialidad, tanto como ser bueno o malo pudiendo ser lo contrario como no pudiendo ser mas que lo uno o lo otro, a mas que se opte por cualquier bando, sea el bueno o el malo por las razones que sea en el caso de que no se pueda ser ni lo uno ni lo otro.

Esta descripción estaría incompleta si no se tratara el punto que versa sobre el porque ciertas personas tienden mas al bien y otras tienden mas al mal, es decir, dejando de lado las personas que tienden a una conducta mesurada en relación con las tendencias hacia alguno de estos extremos, pues, si bien estas tendencias se ven influidas por la ética y por la moral, sea que las que las personas opten por adoptar o infringir la una o la otra o ambas, y por las mas diversas reflexiones, también es cierto que ciertas personas parecen tener una tendencia innata por el bien y otras por el mal, en mi opinión y aunque parezca reduccionista no solo se trata del bien y del mal sino que las personas tienden a todo tipo de cosas con o sin fundamento, de manera innata, como por ejemplo  las comidas que se le dan a los bebes y que aleatoriamente aceptan o rechazan o el arte que las personas prefieren indiferentemente de su calidad, mas no se piense por esto que quiera yo insinuar que las diferencias no existen, un ejemplo perfecto para la ocasión es la herencia genética, se puede suponer y con razón que la tendencia al mal o al bien se debe a la herencia genética puesto que no es ningún misterio que un ser vivo de una raza concibe a otro ser vivo de la misma raza, a menos que haya mestizaje en cuyo caso es común que aparezcan rasgos de las razas relacionadas y también es común que los rasgos de una raza predominen por sobre los rasgos de la otra raza o razas relacionadas, no obstante, si bien esto es comprobable y entendido sin mucha dificultad también es claro que este ejemplo no es como la sumas, es decir, valga la excéntrica comparación al decir que de un hombre y una mujer resulta o lo uno o lo otro, no resulta un híbrido mitad hombre y mitad mujer o que entre una persona amargada y una persona muy festiva no resulta una persona mitad amargada y mitad festiva, o que entre dos personas similares en prácticamente todo a excepción de su sexo no resulta una persona similar en prácticamente todo en relación con sus progenitores, y esto es tanto así que se acepta sin lugar a dudas que los seres humanos no conciben animales ni los animales conciben seres humanos, y que si bien esto es cierto también es cierto que el animal aprende a cazar sin tutor ni maestría como un llamado de sus instintos de supervivencia y como un requisito que exige el medio en el que se quiera adaptar y que por supuesto estas habilidades están supeditadas por sus cualidades físicas, en relación a este ultimo punto fijémonos como los bebes aprenden a hablar para comunicarse ademas de entre las muchas otras cosas que se aprenden en esa etapa y que es congruente deducir que justo aprende aquellas que el medio en el que se desarrolla le exigen y que sus cualidades físicas le permiten, de aquí que podamos concluir la no muy brillante teoría de que si otro fuera el contexto en el que el bebe naciera y otras fueran sus cualidades y limitaciones físicas, muy seguramente otras serian sus habilidades y sus torpezas, pues bien, la idea es que si la herencia genética existe también es evidente que los seres vivos adaptan sus cuerpos y sus habilidades al ambiente en el que se desarrollan hasta el punto en el que la naturaleza se los permita, ademas, habiendo hablado de instintos podemos afirmar que todo los seres vivos quieren vivir, es decir, no quieren morir  y por lo tanto hay un instinto universal de supervivencia, y esto no solo se limita a la muerte sino también al dolor, el dolor de cualquier índole es el argumento por el cual existe el suicidio  el cual atenta contra el instinto de supervivencia pero este suicidio se produce como una salida de emergencia para quienes no pueden poner fin a un tormento y que seguir viviendo es solo alargar una agonía y convengamos que siendo el motivo de este sufrimiento no  solo no poder alcanzar ni el éxtasis, ni el placer somero o tan siquiera la tranquilidad sino ser atormentado por cualquier  cosa externa o interna, real o no, razonable o no, pues, esto hace que dejar de sufrir sea lo mas hedónico y por lo tanto congruente que se pueda hacer, con respecto a los razonamientos que pueda exponer el suicida en pro de su suicidio  puedo afirmar que pueden ser lógicos o no tal como los de una persona que posea todos los supuestos argumentos para vivir y ser feliz, esto nos podría recordar la idea del poema de que el bien y el mal pueden ser solo estados de la mente, mas no subestimemos lo que tanto el orden social como el caos pueden inspirar en distintos caracteres. Es evidente que en el reino animal tanto como el aspecto físico como el carácter es poco diverso o casi idéntico, esto lo digo con animo de retomar el tema de la herencia genética en relación con la idea de que la tendencia hacia el bien o el mal tenga su origen ahí, pues bien, como lo dije anteriormente y como lo ilustre la herencia genética no es como las sumas y que no solo seria obtuso pensar que si los seres humanos conciben seres humanos y los animales conciben animales por lo tanto podamos concluir que si lo anterior es así no hay nada que impida afirmar que sera el mismo caso con el carácter, es decir, que los leones conciben leones y las personas inteligentes conciben personas inteligentes, lo cierto es que en efecto los animales conciben animales y los seres humanos conciben seres humanos pero que si nos centramos en el carácter podemos ver que ciertamente un animal concibe otro animal con un carácter casi idéntico por no decir que igual al de su progenitor pero que no solo es un «argumentum ad logicam» suponer que es así con los humanos, es decir, que un ser humano concibe otro ser humano con un carácter igual o casi idéntico, como el grado de similitud que hay entre la apariencia de los peces o de las flores pero esta vez en relación con el carácter, sino que es evidente que cada persona tiene un carácter propio indiferentemente de el de sus progenitores, sea como una huella digital de su carácter innato, sea por influjo de la sociedad, sea por razonamientos acerca de las mas diversas cuestiones o por todas o algunas de las razones anteriores; es obvio que pueden haber similitudes entre el carácter de un individuo en relación con el de sus progenitores, puesto que se puede ser bueno o malo o a veces bueno y a veces malo, o caer en las excepciones de aquellas personas que llevan alguno de estos dos rasgos a los extremos, osea, las posibilidades que tiene un individuo de tender al bien o al mal se resumen en estas seis posibilidades, por lo que se vuelve una cuestión mas de probabilidades que de genética, como las posibilidades que tiene una persona de ser popular o solitaria o tender a un termino medio entre popular y solitaria, con este ejemplo podemos apreciar de nuevo las posibilidades que en este caso son 3, sin embargo es sabido que hay explicaciones acerca de fenómenos físicos como el miedo o la ira, pero que explicar la ira no explica el temperamento colérico, y que todo puede ser tan sencillo como las ya citadas huellas digitales, sin animo de desmeritar dichos estudios, figurémonos como por ejemplo los homosexuales producen las mismas hormonas masculinas que los hombres heterosexuales, es decir, la testosterona, pero su carácter es femenino o mas exactamente homosexual,  otro apunte acerca de como los factores físicos, genéticos o de cualquier otra índole pueden ser la respuesta de porque las personas tienden mas al bien o al mal es el tema de la fisonomía, la fisonomía ha sido postulada desde tiempos pretéritos como un libro abierto que nos habla acerca del carácter de los hombres, pero ciertamente la cotidianidad nos demuestra unas veces que esta en lo cierto y otras veces todo lo contrario y esto es, según mi dictamen, efecto de las probabilidades, dado que o pueden ser buenas o malas, populares o solitarias, despistadas o calculadores, hurañas o afectivas, agresivas o pasivas, etc, por lo que no queda mas que un puñado de probabilidades de las cuales podemos concluir lo que se vaya a concluir, figurémonos y analicemos cuidadosamente el siguiente ejemplo: imaginemos  cualquier situación en la cual haya que reaccionar de alguna manera como por ejemplo un robo en un banco, pues, si nos tomásemos el tiempo y las molestia de realizar una lista de mil reacciones ante este misma situación no encontraríamos con el hecho de que es difícil encontrar mil reacciones distintas entre si y en relación con esa misma situación, esto se debe a que sobrepasa las posibilidades obvias, como las que enumere hace poco acerca del bien y del mal, las cuales eran,  «ser bueno o malo o a veces bueno y a veces malo, o caer en las excepciones de aquellas personas que llevan alguno de estos dos rasgos a los extremos», pues este factor es lo que hace que realizar una lista de mil reacciones distintas entre si y en relación con una misma situación se vuelva dificultosa, pues he aquí la explicación, ademas que la lista que resulte pueda resumirse a emociones como el miedo o la sorpresa.

Para concluir podemos decir que el bien y el mal pueden ser actos, estos actos se califican como buenos o malos de acuerdo a como afecten el orden social sea a nivel individual o colectivo, se entiende que el bien o el mal pueden ser estados de la mente y también se entiende que se puede ser bueno o malo en concordancia o en contraste con estos estados mentales como lo dice el poema, hacer el bien y sentir el mal o hacer el mal y sentir el bien, como hacer el bien o el mal y no sentir nada, se concluye también que en cuanto a los seres humanos se refiere el rasgo que hace que el mal sea considerado mal es en si la destrucción y el rasgo que hace que el bien sea considerado bien es la creación, sea a nivel físico o mental, por lo que podemos afirmar que la máxima expresión del bien es la creación y la máxima expresión del mal es la destrucción, por consiguiente los estados mentales de bondad y maldad son el estado embrionario tanto del bien como del mal, en el caso en el que se argumente que se pueda crear y destruir sin sentir nada o crear con maldad y destruir con bondad esto es por el prejuicio de lo que se debe sentir cuando se es malo y cuando se es bueno, a mas de la expresión patética a la que pueden llegar tanto la filantropía como la misantropía y que bien pueden estar alejadas tanto de la creación como de la destrucción; los extremos del bien y del mal son justamente mitificados por los efectos que pueden generar en la sociedad pero que en esencia no son distintos a otros fenómenos como la hipersexualidad o el intelectualismo. el hedonismo aparece en este contexto como el argumento de los estados  también se puede concluir que la ignorancia o la genialidad no aseguran la tendencia hacia el bien o hacia el mal y que tanto el bien como el mal se pueden justificar pero que ante la sociedad prima el orden social por encima de las conclusiones personales, justificadas o no y prima incluso por encima del caos y lo que resolver este caos pueda significar. Popularmente para dictaminar si un acto es bueno o malo se tiene como factor primordial la intención, esta intención es la que explica el porque el animal no es malo en cuanto caza a otros animales, puesto que su ignorancia lo hace inocente del mal a mas que se trata de su supervivencia en un medio en el que si existiera la ética esta lo justificaría, sin embargo, en la sociedad el asesinato es comúnmente castigado indiferentemente de la ignorancia que en el caso anterior justificaría su inocencia y por último se puede decir que la bondad o la maldad se puede sentir en su máxima expresión sin que teóricamente se apliquen todos los factores posibles que se puedan aplicar a la hora de concebir tanto la bondad como la maldad.

Acerca de la belleza

La belleza es el estado alfa de la armonía en cualquiera de sus formas, entiendase por armonía aquello que es adecuado de modo similar al de la tecnología, de aquí que podamos afirmar que la belleza es un estado que se puede manifestar en todo lo que es real, y lo que es real es aquello que existe sea que lo conozcamos o no, lo entendamos o no o que sea asimilable para los sentidos o no, es decir, la belleza no es en sí el elemento por el cual se manifiesta, este elemento es un medio pero no es la belleza misma. Para poder hacer una crítica objetiva acerca de la belleza debemos tener en cuenta aquello que la hace mas o menos bella, estos factores son según mi dictamen los siguientes: el grado de armonía producto de la ausencia de errores, las caracteristicas que demostraran que aquello que se considera bello es único de una manera positiva y respecto a las demás cosas con que se pueda comparar, también la fuerza que otorga la abundancia positiva, es decir, no la abundancia mole y engorrosa y por último, lo que aquí denominare como elocuencia.

Un caso que resulta en suma pertinente es el de la música, en la música podemos con sano criterio subrayar la obvia diferencia que hay entre la música y el instrumento, no obstante, esto es solo el principio, podemos entrar a criticar mas a fondo lo que son las leyes que rigen a la música y que la hacen armónica, tal como es el caso de la afinación de los instrumentos, el estudio de lo que es la ciencia de la armonía o el fenómeno de los compases. Luego de hacer notar la diferencia entre la música y el instrumento nos percatamos que estos factores son herramientas cuya razón de ser es acercarnos a la belleza, y es justo aquí donde diferenciaremos lo que es armónico y por lo tanto bello de lo que es el mero orden; sin ánimo de perderme en ejemplos y rodeos, me doy la licencia de presentar otro ejemplo que me parece bastante pertinente y que pasaremos a compararlo con otros casos de la misma naturaleza, observemos como en la literatura se manejan conjugación de verbos, reglas de acentuación, figuras retóricas y elementos de la lógica como las falacias, y que sin embargo estas herramientas no nos convierten ni en escritores ni nos convierten en oradores pero si nos acercan a lo que se ha tomado por bello desde el punto de vista literario; un caso más extremo es el del políglota, quien hablando varios idiomas no tiene, o no por esta facultad tiene la habilidad de decir cosas ciertas, y aceptese o no, pues, que es cierto que nada es mas bello que lo cierto, y que si esto es así, no solo lo falso es feo sino débil en tanto que sea vencido por lo cierto.

Analicémos ahora la elocuencia, que como ya había expresado, es uno de los factores a tener en cuenta a la hora de criticar o de juzgar lo que sea que se vaya a criticar o a juzgar sobre si es bello o no. La elocuencia es tratada formalmente en el género literario que se conoce como oratoria, ésta oratoria tiene como objetivo la persuasión y la elocuencia aplicadas al discurso hablado, en razón de que este no sea innecesariamente lacónico ni extravagantemente extenso, en que lo conciso prime por sobre lo vago y sobrentendido y que si en algún momento hay un comentario o expresión vaga, ésta esté justificada como un recurso retórico, conviene observar el tema de la armonía en relación a la clase y número de ornamentos retóricos que se utilicen, puesto que no hay un número de ornamentos que nos asegure la belleza de un discurso, ora que sean muchos, ora que sean pocos, aún con todo, como ya lo he comentado antes, el orden es una herramienta que nos acerca a la belleza pero no nos la garantiza, y por otro lado, otro factor a tener en cuenta es el tono con que se habla o el ritmo con que se cambia de expresión, pues, esto es un fenómeno que se da espontaneamente en toda plática, momentos en los que el discurso cambia su tono, de una  expresión neutral a una expresión sarcástica o de sinceridad o de autoridad o cualquier otra que surja, figuremonos ahora el caso de que si el orador utilizara todas las expresiones mencionadas en un discurso, esto no aseguraría la belleza de su discurso. Otro factor decisivo a la hora de juzgar un discurso son sus argumentos, en relación con los posibles errores de lógica como también los datos en los cuales se apoya la postura que se defiende, como es natural, la verdad será  la mejor columna de cualquier discurso que se recite y que como ya  lo he expresado antes, esta verdad será bella en relación con la mentira, en razón de que la mentira no puede rebatir a la verdad, porque la verdad es solución y la mentira es error, y es propio de la belleza la ausencia de los errores. Otro factor de los muchos que pueden resultar de este  ejemplo acerca de la oratoria en relación con la belleza es el circunstancial, o sea, cuando se dice, donde se dice o a quién se lo dice, pues, todos conocemos  frases como «el momento indicado», ciertamente hay casos tan extravagantes de momentos indicados como aquellas situaciones en que una persona se gana  la lotería, como momentos inoportunos como aquellos momentos en que las personas pierden su vida en un accidente automovilístico, es, pues, bastante evidente como la belleza se manifiesta por medio de lo que podemos llamar perfección, o mas pomposamente, como un refinamiento de la realidad.

La belleza de las emociones tiene una explicación similar a la de los argumentos en la oratoria, comparemos las emociones intensas como el vértigo con la expresión violenta de los argumentos, esta expresión violenta no agrega ningún peso a la veracidad de lo que se afirma, del mismo modo el vértigo suele ser una emoción intensa pero efimera, sin embargo, no se tome a la ligera estas apreciaciones, la expresión violenta y apasionada de los argumentos en el discurso a veces suele incluso persuadir aunque estos argumentos infrinjan las leyes de la lógica, a más, que suele suceder que esta expresión violenta puede incluso prescindir de los argumentos y persuadir al espectador mas desprevenido, e incluso al espectador diestro en los razonamientos y que cede ante el pathos y la catarsis, de modo similar sucede con la lubricidad, ciertamente la lubricidad es una emoción efimera y que persuade sin otro argumento que su violencia, pero no nos perdamos en moralismos y aceptemos que incluso en la lubricidad hay momentos de intensidad vana, de orgasmos producto sólo del estímulo o del vicio, como es el caso de la masturbación, es lo que podríamos denominar como hedonismo superfluo, por otro lado, es sabido que argumentar no es fácil y que el esfuerzo en argumentar no es algo visualmente impactante como lo es la fuerza física, de aquí que hagamos otra analogía con relación a lo que es entender las verdaderas intenciones de la lubricidad, intenciones que están ocultas a base de la inmadurez emocional de la persona, que no las ve en sí mismo y no las comprende no por negligencia sino por incapacidad, en otras ocasiones estas emociones están restringidas por el sentido común, como por ejemplo las personas que desean amantes mucho más atractivos que ellos y que se resignan o bien se autoengañan al creer que desean a las personas que le son socialmente asequibles, esta falta de entendimiento sobre las emociones es lo que aquí comparo con la falta de virtud argumentativa, la lucidez en este apartado nutre a la belleza y por consecuencia, la vaguedad y la falta de entendimiento es lo que resta belleza tanto al bagaje emocional como a la destreza argumentativa, entonces de aquí que resaltemos lo que en un principio diferencie como abundancia positiva y no una mole engorrosa, entre la emoción violenta y la emoción profunda, y no nos pongamos en posición de defensa en relación a las connotaciones ceremoniales que nos trae a la mente el termino «profundidad», esta no es otra cosa que una visión mas depurada de los fenomenos emocionales, tal como el logos es el pilar de la argumentación, lo contrario sería la estupidez que ralentiza y enloda la visión que a su vez es lo que impide la optima argumentación, sin contar con obviedades como la del datismo necesario para argumentar, sin embargo el mero datismo es insuficiente tanto para la argumentación como para la belleza emocional, el datismo es como quien lee un texto en otro idioma y que no entiende, en relación con la belleza emocional es muy fácil deducir que muchas respuestas acerca de las emociones y de los sentimientos y de la vida misma nos son proporcionadas desde muchos medios desde nuestra infancia, pero que el poseer las respuestas no nos hace mas conscientes.

En el arte es popular la filosofía de transgredir las reglas mediante el dominio de las mismas y de este modo trascender en lo que es el estilo, de aquí que el poder transgredir las reglas propias de un arte lo podamos considerar como fuerza, y es fuerza en relación con la impotencia en la que se ve la brutalidad de no poder hacer lo mismo, también podemos concluir que este trascender no es otra cosa que una respuesta y una ausencia de errores y que por lo tanto este sea el argumento para denominarlo sin duda como un paso adelante en el camino por alcanzar la belleza. Sin embargo y para más contrariedad de este asunto, el hecho de transgredir reglas preestablecidas tampoco nos asegura la belleza, en el ámbito musical, por ejemplo, no siempre son los mejores músicos quienes hacen aportes en lo que respecta a la ciencia de la armonía musical o a los patrones rítmicos o a las formas musicales, y que bien se pueda alcanzar la belleza en este contexto sin transgredir practicamente nada, no obstante, pueden darse ambos casos, el de la innovación, que es parte del estilo, o sea, aquellas caracteristicas que demostraran que lo que se considera bello es único y de una manera positiva y en relación con las demás cosas que se le pueda comparar, y el caso del talento que vendría siendo la expresión de la belleza por medio del intelecto. Otro factor a tomar en cuenta a la hora de criticar cualquier cosa que se tenga por bella es la catarsis, puesto que no necesariamente tiene que haber una catarsis para que algo se considere bello, bien puede ser bello sin inspirar nada, esta catarsis está íntimamente ligada a los intereses de las personas, aunque es bastante obvio que hay temas mas emotivos que otros, este apartado nos trae de nuevo otra contrariedad y es que con catarsis y todo la belleza puede seguir estando ausente, porque los temas, en cuanto al arte se refiere, no son la belleza misma del arte, es lo que en oratoria se conoce como apelar a los sentimientos, no obstante, estos temas son estereotipados con la intención de capturar la esencia de la belleza, sea que se utilicen temas emotivos y la obra sea de gran calidad o sea que utilicen temas emotivos y solo sea un vano intento por alcanzar la belleza, un caso similar es el de las combinaciones de los colores, pues, es bastante congruente pensar que no existe un color más hermoso que otro color, ni que tal combinación de colores es la perfecta, esto no es otra cosa que los recuerdos de combinaciones bellas de colores, normalmente provenientes de mentes maestras, y de que estas combinaciones se inmiscuyan en la sociedad, pero estas combinaciones no fueron bellas sino hasta que alguien con su genialidad las concibió, este mismo caso sucede con la filosofía, la cual se adentra en la cultura popular, al dispersarse por medio de los libros y las películas, las canciones, y frases como «carpe diem» son una pequeña muestra de este fenómeno.

Un caso bastante ilustrativo acerca no solo del equilibrio que posee la belleza y que no es el mero orden, sino también de lo adecuado o inadecuado de los temas es el caso pintoresco de la caricatura: imaginemos una caricatura cualquiera, cuyo personaje tenga una cabeza grande en relación con su cuerpo, ahora imaginemos como es predecible, y que sin ser caricaturistas podamos hacer un esbozo mental de como la belleza se va a manifestar con su equilibrio cuando aparezcan unos ojos enormes y una boca pequeñita, o una manos grandes y unos zapatos descomunales, he aquí un ejemplo de como la belleza se auto equilibra, y resulta muy fácil entonces comprender que cuando esta belleza se manifiesta puede hacerlo de muchas maneras, no obstante puede resultar un poco burdo un ejemplo como el de una caricatura, esta sensación de tosquedad nos viene a la mente porque aún con el equilibrio que hay en la fisonomia de la caricatura hay otros factores que afectan la belleza de la caricatura, esos factores son por ejemplo, la temática, es decir, que una parodia que solo cumple una función de parodia le da un color a la obra un poco informal, como algo que no debe tomarse en serio, pero a este comentario podemos alegar que hay cosas que nos aparecen como serias y que no nos inspiran esta sensación de importancia, lo que viene al caso es siempre la cuestión del equilibrio, o sea, para solventar ese color informal de la obra caricaturesca tendríamos que abarcar un tema mas formal y argumentar el porqué se caricaturiza, ejemplos muy comunes son las caricaturas sobre temas políticos, por lo que en muchas ocasiones en este oficio resultan casos que o bien se salen de las manos de las personas a cargo o cometen errores humanos, pero que humanos y todo pueden resultar brutalmente desastrosos y muchas veces generan conflictos tanto hacia los mandatarios como conflictos entre la misma gente del pueblo, esto argumenta la parodia y enriquece el equilibrio y nos acerca por tanto a la belleza, sin embargo sigue siendo trascendental el factor primero de la imagen, puesto que estamos hablando de un arte totalmente visual, pero he aquí otro punto que nos hablará del equilibrio, pues, el talento del artista debe ir por congruencia con el matiz de sus temas o con el de la voz con que hable, o sea que no viene al caso de que un talento enorme se vierta en unas sátiras, sin embargo y para mas contrariedad que existen y no pienso nombrar los casos, en que pequeños talentos se vierten en grandes cuestiones o se expresan en voces que no les son propias y terminan pareciendo simuladas, esto se conoce como grandilocuencia, sin embargo, a este punto podemos imaginar que la belleza es lo sufientemente basta como para crear canones de belleza que resulten contradictorios, como por ejemplo, las novelas que resultan forsozamente cursis, la música que resulta desaforadamente violenta, las películas en extremo sangrientas y que siendo desarmónicas se pueden considerar hasta cierto punto como bellas, en relación con el grado de belleza al que pueden llegar los otros factores a tener en cuenta a la hora de juzgar este tipo de obras.

En resumen podemos decir que la belleza es el estado alfa de la armonía, esta se autoequilibra dependiendo del medio por el cual se manifiesta, y es tan variable como variable sea el medio por el cual se manifieste, también podemos decir que la belleza no tiene otro sentido que ser armónica al punto de alcanzar su esplendor, tal como cualquier ser vivo que se desarrolle por completo, en los casos que posea un argumento es porque se ha manifestado por medio de la razón o por un medio que conste de alguna parte que sea argumentativa, tal como la belleza tendrá un sonido mientras se manifieste por medio de la música o por un medio que conste de alguna parte que sea sonora, también se puede decir que la belleza puede no excitar a todos y seguir siendo belleza, tal como a mucha gente le es indiferente las obras maestras de la gastronomía, y que lo preciosista resulta de la exageración de un canon de belleza del mismo modo que el orden trata de emular la armonía.