Es la filosofía el natural
estado de las cosas comprensibles,
de la senda real del árbol corvo
la antítesis, del todo opuesta al arte
que es la versión artificial de nuestra
perspectiva, de aquí que el uno sea
galanura de todo lo real
y la otra explicación o solución.
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11
Hoy me siento tentado por todo lo lejano,
por la muerte o el talento, por el confín del círculo,
y en un fiero oleaje de ácidas cordilleras,
las cuales se asemejan a mis afectos mórbidos.
Y tentado me encuentro de locura postiza,
de realidad alterna y de fractal vacío;
y asqueado de los yerros propios y ajenos, pues,
tentado a formatear la creación completa.
El báculo endiablado de mi insatisfacción
a la sed es análogo, a la sed de las aguas,
—deliro inexistente en negras osamentas—;
y soy como una pieza de algún rompecabezas,
por una ansiedad crónica, quemada y retorcida,
—aspiro a la llenura mediante lo imposible—.
10
Oh, Satanás, transmuta los yerros en fetiches
y convierte en sapiencia la muda hibernación,
transmuta los accesos del insecto en vendimias
y haz de la inexistencia la morada del rejo.
Oh, Satanás, concédeme el diablesco talento
para creer que aquello que yo no exteriorizo
no duerme en mis entrañas cual colectiva hipnosis,
y haz de las vejaciones ponzoña y medicina.
Dótame con la ruina y con la destrucción,
y haz del miedo mi sable, del amor mis cadenas,
y haz que nunca la furia en los rostros se asome;
con eufemismos púrgame, con blasfemias piadosas,
y cuando yo rebaje con humor la amargura,
oh, Satanás, defráudame con el pasivo olvido.
9
En una noche ciega en la que el firmamento
hecho un ardiente abismo de estas violáceas sangres,
sonámbulo, errabundo, yo me deslizo flámeo
en el bosque esotérico de mi obscuro intelecto.
En un bosque rugiente, osario de pilares,
que es la encarnación misma de mi anímico acervo,
recorro el vericueto de mis dulces recuerdos,
cuajados y maduros, como un brebaje amnésico.
Y mis sofismas íntimos, mártires y verdugos,
cual procesión malsana de escuincles autoengaños,
se alargan y deforman como obsoletas sombras;
y aquellas percepciones que tengo de este mundo
rebosan mis sesera y cesan su existencia,
—¡oh!, leñador noctívago de ausencias metamórficas—.
8
El deseo sublima las cosas en la mente
y las merma y las seca la inercia y la apatía;
los deseos ajenos, adrede o no, nos juzgan,
y se puede juzgar cuando no se desea,
sea que no se juzgue por descuido u omisión;
el deseo es un juez de indirecta sentencia,
afín al subterfugio y que la objeción veda,
ergo, es supervivencia emulando hedonismo.
El deseo nos hace esclavos dependientes
y también nos enseña que es la incompletitud,
y nos hace creer que es placer el alivio;
el deseo proviene de la mente y del mundo,
de no ser congruentes con el mundo y la mente,
los cuales son absurdos por males digestivos.
7
Maníaco depresivos son los besos,
un sanguinario relámpago son,
cual el llanto sin lágrimas son estos…
son sadomasoquistas y egoístas;
como un labial canibalismo son,
e iguales a una lingual cacería,
similares a un paroxismo endeble,
son cual catar un vacío perfume.
Como el presentimiento mas rosáceo
o cual la inspiración o el argumento,
o como tibia paranoia son;
y una infecta candidez son aquestos,
como el ensueño de la confusión,
un banquete insaboro son los besos.
6
Camino como ánima bosquejo del sereno
en esta urbe grisácea, en noches cabizbajas,
aspirando unas veces alcohol y tabaco
y otras veces un céfiro de culinaria elísea.
En la humareda viva de las frías tinieblas
la efímera igualdad del jolgorio reposa;
aquestas engalanan al cándido, al novicio,
y esfuman al rudo y a las lacras sociales.
La propaganda vuelta bazofia zigzaguea,
a veces vaporosa y a veces poseída,
cual el cosmos, tumor de espinas palpitantes.
Degusto los perfumes y los virus ocultos,
observo cuando el culto se topa con el cafre
o el rose de la moda con ácidos nirvanas.
Cuando el clúster urbano ya tardo se diseca
en solitarias calles se va diseminando
toda engarabañada mi sombra por la luna.
5
Emerge mi silueta longilínea
de abismos sempiternos y de lágrimas;
suspiro voluptuoso, hijo de eones,
chisporroteas triángulos ilógicos.
¡Oh!, arrechera insaciada, florilegios
de asexuales y de huérfanas lolitas;
me harto de aqueste cáliz los delirios
de grandeza femíneos, poeta.
Y canos mis cabellos se diluyen
en tóxicas humaredas venéreas,
cual si un grano de arena el mar secara;
y siento mis vivencias cinemáticas,
ardiendo en mi interior ya fluorescentes;
callar de laberintos y escorpión.
4
Gula sexual que fluyes ya maníaca
y como un mar de soledad nos unes
y disocias, por votos tan comunes
de dignidad suprema y demoníaca.
Es el sexo la meca del juzgado
y de la historia humana, del amor,
burdel de lo inferior, del desamor;
es una némesis inanimada.
Es el sexo argumento y coyuntura,
Inevitablemente vacuo e inmundo
y de la creación, caligrafía.
La tragedia hormonal, la arquitectura
genética y ancestral de nuestro mundo;
quid de la humanidad, filosofía.
3
Deseo dilatar tus celos todos
como magma quimérico y vengarme;
ignorar el total, sexualizarme,
ser mi alter ego y devorar los cielos.
Hosca, prender inciensos de rechazos
y caminar maldita sobre alfombras
de trancas disecadas, de entre sombras,
toda ojerosa, estéril y en pedazos.
Y ser la causa universal…y la única,
del régimen voraz, masturbatorio,
y ser el numen cruel, con halo y todo;
y, similar a un agujero negro,
realidades y mundos triturar;
— vesania e insania: fálicos elixires —.